Inicio Cuba ¿Por qué al régimen le molesta tanto Patria y vida?

¿Por qué al régimen le molesta tanto Patria y vida?

GUANTÁNAMO, Cuba. ─ Desde 1959, en Cuba han sido censurados no pocos músicos y canciones debido al contenido de las obras o a la actitud asumida por sus autores con respecto a la dictadura.

Podríamos citar como ejemplos esa hermosa canción dedicada al Apóstol que después de ser usada como presentación de Radio Martí fue prohibida en Cuba. Más cercano en el tiempo recordamos Ese hombre está loco, tema interpretado por Tanya que provocó tremendo revuelo durante los años del Período Especial. También en aquellos años varias canciones de Pedro Luis Ferrer enfurecieron a los oidores de la dictadura.

Imposible olvidar la mítica Ya viene llegando, de Willy Chirino, prohibida todavía en la Isla. Fue tal su acogida en Cuba que más de dos décadas después aún se reproduce en fiestas privadas. Ni hablar de las de Celia Cruz, o las de Porno para Ricardo.

Pero ninguna ha provocado una reacción tan desmesurada, agresiva y manipuladora como Patria y Vida.

El tema se hizo viral en las redes sociales y ha llevado a las autoridades castristas a multar, detener y agredir a quienes la reproducen en público o han escrito el título del tema en su cuerpo o frente a su vivienda… ¡y hasta a quien la cante!

Tales acciones ocurren en un Estado que, según el artículo 1 de la Constitución proclama, es “de derecho y democrático, organizado con todos y para todos los cubanos”.

 

¿Por qué el castrismo ataca Patria y vida?

Algunos defensores del oficialismo cubano no tardaron en tildar de mediocre al tema musical debido a su texto y a su extraordinario éxito, al extremo de que en pocos días sobrepasó el millón de impactos en YouTube. Pero sobre todo porque puso en un primer plano la dolorosa situación de los cubanos.

Atacaron de inmediato a los artistas que la interpretaron y a su autor. Algunos de esos ideólogos castristas expelieron cierto tufillo racista al hacerlo.

Y es que la canción dice en un lenguaje popular algunas verdades que muchos cubanos no se atreven a decir por temor a las represalias y que, dicho sea de paso, sus intérpretes tampoco dijeron cuando estaban en Cuba, excepto su autor.

De inmediato, el cantautor Raúl Torres, conocido por su cercanía a la dictadura, compuso un tema para contrarrestar Patria y Vida, pero sólo sumó otro bodrio a su carpeta. Otra canción inaudible fue financiada por el Ministerio del Interior y creo que hubo una tercera, pero ninguna a la altura de Patria y Vida.

Los ideólogos de la dictadura aseguraron que el título de la canción de la ojeriza fue plagiado de una intervención de Fidel Castro obviando que, en todo caso, la autora de la frase fue una pionera cuyo nombre se desconoce.

Para responder a qué se debe tanta ofensiva mediática de la dictadura contra esa canción hay que enfatizar en nuestro contexto y reconocer que no es una canción cualquiera.

Se requiere gran deuda política, compromiso táctico y desvergüenza para apoyar a una dictadura como la cubana. Aunque todavía existen gobiernos que se prestan a hacerlo, el castrismo no acaba de encausar definitivamente al país hacia el futuro “próspero y sostenible” que nos promete ni de adoptar una postura decente en cuanto al respeto que debe a sus ciudadanos. Eso ha aumentado su descrédito.

La brutal y sostenida represión de los órganos de la Seguridad del Estado en contra de los periodistas independientes, artistas, intelectuales y opositores pacíficos cubanos ha alcanzado tal magnitud y desprecio por elementales derechos humanos, civiles y políticos que ha hecho que algunos de los hasta ahora fieles e importantes seguidores internos y externos del régimen hayan desistido de continuar apoyándolo.

El acto más representativo de esa conducta ─por sus connotaciones─ fue protagonizado por Alpidio Alonso Grau el pasado 27 de enero. Ese contexto, agravado por la COVID-19 y los resultados nada halagüeños de la Tarea Ordenamiento, provoca que la dictadura trate de impedir una adversa ofensiva diplomática,  por eso están movilizando a sus peones en diversas partes del mundo en busca de apoyo.

Patria y vida potenció a la mayoría del exilio que está a favor de mantener el embargo estadounidense y se opone al bloqueo que la dictadura ejerce en contra de elementales derechos humanos, civiles, políticos, económicos y culturales desde 1959. También atrajo la atención de importantes personalidades.

Súmese el hecho de que los políticos cubanoamericanos en el Congreso estadounidense mantienen una posición muy unida en cuanto a Cuba y que ellos sí responden directamente a los intereses de sus electores, no como los diputados cubanos, que sólo lo hacen ante la nomenclatura castrista. En ese sentido, resultará muy difícil cualquier cambio político obviando los intereses de ese frente, lo cual fue prometido recientemente a la representante María Elvira Salazar por el Secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, en un debate sobre la política que la nueva administración aplicará a la dictadura.

A lo apuntado se suma otra circunstancia no menos importante y es que los intérpretes son músicos de prestigio, el mismo que ahora pretende enlodar la dictadura y que lo ganaron a fuerza de trabajo y talento. Y digo más, tienen influencia en la juventud cubana y sus mensajes pueden resultar nocivos a los objetivos del castrismo.

Entonces, no es extraño que se haya intentado anular los efectos de una canción que se opone a la consigna numantina enarbolada por Fidel Castro. Porque Patria y Vida, además de un insoslayable suceso cultural y político que sobrepasa a sus intérpretes, viene a ser algo así como otro bíblico grano de mostaza en el enmarañado desierto de nuestras carencias y eso explica la furibunda reacción del régimen. Lo ocurrido hasta ahora con respecto a ella lo corrobora.

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