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Primavera Negra en Cuba: es cuestión de paradigma

Arrestos Cuba Primavera Negra . Foto archivo

SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- Hace solo unas horas se cumplieron 16 años del momento en que comenzó la ola represiva del régimen castrista contra opositores pacíficos y periodistas independientes, conocida como Primavera Negra de Cuba, aquel 18 de marzo de 2003. Estoy extenuado, necesito descansar unas horas al menos. Durante las últimas semanas he tenido que dedicar horas extras a animar a muchos activistas y colaboradores con demasiado temor ante las más recientes arremetidas de las fuerzas represivas contra la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU).

Este domingo, entre otros casos, atendí a una Señora que llorando me dijo: “Yo no quiero irme de la UNPACU, me siento muy bien con ustedes. La UNPACU es mi familia. Ustedes han hecho por mí lo que nadie nunca había hecho. Pero mi marido tiene mucho miedo. Lo volvieron a visitar [la policía política], y le dijeron que si no me aparto le van a quitar las herramientas de su carpintería. Él no tiene nada en contra de la UNPACU, al contrario, pero dice que si le quitan sus medios nos morimos de hambre…” Le recordé que Unión Patriótica no dejará que ningún activista muera de hambre, pero ella me repitió que su esposo tiene mucho miedo.

También Jorge Cervantes, uno de los principales líderes de la UNPACU, me habló de otro caso, un destacado activista que en silencio viene vendiendo todo lo poco que posee para viajar a Guyana, y desde allí continuar su recorrido hasta encontrar libertad y prosperidad en los Estados Unidos de América. Seis años de valiente lucha, pero se rindió. Va en busca, en otras tierras, de lo que cree no podremos alcanzar en la nuestra con propio esfuerzo.

Cuando veo tanto temor, tanta falta de compromiso, tanta inclinación a eludir todo necesario sacrificio, cuando veo que es moda el escapismo, me pregunto muchas veces, y me lo han preguntado otros: ¿vale la pena continuar pagando tan alto costo por la democratización y el bienestar de un pueblo que se comporta de tal manera? La respuesta sigue siendo la misma que hace 16 años atrás, cuando la Fiscalía comunista me pidió pena de muerte por mi activismo pacífico, y un Tribunal, igualmente comunista, me condenó a 25 años en terribles prisiones. ¡Si vale la pena! Es una cuestión moral. Es cuestión de paradigma, y todos tenemos los nuestros.

Para Susana, una joven de 23 años, Yamilé, una excompañera de estudio que se casó con un italiano y baila en un Centro nocturno en Milán es el ejemplo a imitar. Por eso se esfuerza, va de lunes a viernes al gimnasio, practica baile, lleva una rigurosa dieta, estudia inglés e italiano y frecuenta centros turísticos. De derechos humanos y lucha no-violenta no quiere oír hablar, ella no está para “meterse en problemas”. Su madre, profesora de matemáticas retirada, todavía es muy buena para el cálculo y siempre le dice: “no te duermas Susy, te pones vieja y te pasa como a mí, con una miserable jubilación y a pasar trabajo y hambre”.

Por otro lado, para Josué, hijo de un Pastor de la Iglesia Evangélica, el modelo a seguir es sencillo: viaja a Guyana y Haití, trae los kilogramos que la terrorífica Aduana de Cuba permite entrar, y va vendiendo sus productos mientras ora al Señor por tiempos mejores. Luchar por la libertad y el respeto a los derechos humanos le resulta una cruz muy pesada y llena de espinas para llevarla sobre sus hombros. Así mismo está Roberto, motorista, que con cien pesos que se busque al día, evadiendo corruptos policías y avariciosos inspectores, va viviendo y comparte con lindas santiagueras que solo piden discoteca, cerveza Cristal y cigarros Hollywood. Ya él estuvo preso por malversación y no quiere volver por motivos políticos. “La prisión es muy dura”, dice este mestizo de 43 años de edad.

Para muchas personas hay paradigmas, para otras tantas ni siquiera existe un modelo a imitar, a al menos eso creen. Pero también es un modelo, y muy común por desgracia, el del carpintero que presiona a su esposa para que deje la UNPACU por temor a perder sus instrumentos de trabajo, porque los paradigmas más comunes no son los que hacen libres y prósperas las naciones. Por cada un José Martí, Maceo, Céspedes o Agramonte había muchos jefes de Batallones, Compañías y Escuadrones de “Voluntarios Realistas”.

Pero sin dudas es cuestión de paradigma. Sin el ejemplo de Martí, Gandhi, Luther King, Valera, Mandela, Mario Chanes, Pedro Luis Boitel y otros tantos que siempre creyeron que sí valía la pena, los prisioneros de conciencia de la Primavera de 2003 nos hubiésemos rendido. Sin el ejemplo de esos que llevan en si mismos el valor y el decoro de muchos hombres, nuestro mundo, todo, asustara más que la policía política y la Aduana de Cuba juntos.