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Propaganda cubana para el lavado de cerebro

Propaganda oficialista cubana. Foto tomada de Cubadebate

LA HABANA, Cuba.- El dominio de los medios de comunicación es algo que hace con tanta eficiencia la dictadura cubana, y logra calar a tal punto en la mente de las personas, que estas terminan repitiendo como papagayos lo mismo que dice la propaganda gubernamental, por ello a este proceso de forma popular se le llama “lavado de cerebro”.

No obstante, a veces es tan complicado lo que explican como incierto. Tal es el caso de las recientes medidas puestas en vigor por el gobierno de Estados Unidos, anunciadas la pasada semana por el Secretario de Estado de ese país, el señor Mike Pompeo, relativas al Título III y IV de la Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática, más conocida como Helms Burton.

La ley, entre otras cosas, establece la posibilidad de que aquellos afectados por la confiscación de propiedades sin indemnización, que ejecutó el régimen castrista en los primeros años de su arribo al poder, y que incluye a compañías extranjeras, puedan demandar, en tribunales estadounidenses, lo que les fue arrebatado.

A esto se suma el anuncio hecho por el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, sobre las nuevas restricciones de viaje a la Isla y la limitación de remesas. Se puede asegurar, sin temor a equivocarse, que más del 50% del pueblo no ha entendido lo que está pasando, y un 30% ni siquiera se ha enterado de lo que se ha dicho.

Y es que la mayoría de los cubanos están tan ocupados y preocupados por los problemas de la alimentación diaria, las medicinas, solucionar la rotura de una llave de agua, un tubo de luz fría, y cualquier cosa de la vida cotidiana, que lo que hacen es “tocar de oído” y hablar lo que van escuchando por ahí.

Mientras tanto, la televisión cubana está transmitiendo un spot que anuncia todo lo que se van a perder con la aplicación del Título III de la Ley Helms Burton: casas, hospitales, escuelas, etc, lo que ha traído una gran confusión; aunque al final ese es el objetivo de la dictadura, desinformar y echar la culpa al imperialismo yanqui.

Habría que destacar los comentarios en la calle, y las preguntas de algunos que solo cuentan con la información oficial, que no es más que la misma retórica de hace 23 años, cuando Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se encontraba entre los “súper” dirigentes, y no era más que el funcionario designado para dar miedo con todas estas historias.

Esta desinformación la pude vivir hace unos días, cuando una amiga me llamó tarde en la noche, asustada, diciéndome que alguien que estaba en su casa le adelantó la noticia: le iban a quitar las casas a los que vivían en residencias que pertenecieron a exiliados políticos.

Le expliqué que en ninguna parte de la Ley dice que se recuperarán las propiedades; lo que se establece es el derecho a la demanda, se utiliza el término “traficar”, y los que viven en Cuba quedan fuera de esa condición.

Le expliqué también que el spot que estaban transmitiendo por la televisión no era cierto, pues los edificios que tienen uso público no podrán ser contemplados en las demandas.

Hace unos días, en una cola para el aceite, un hombre bastante joven protestó después de no alcanzar el producto: ¿Cuándo me vuelvo a empatar con una botella de aceite?, a lo que otro, de la tercera edad, le ripostó: “Pues prepárate, que lo que nos viene ahora pa’rriba con el presidente Trump es de madre”. El muchacho le respondió: “Será de madre para los de arriba, porque yo no tengo nada que me puedan quitar, ya nos lo han quitado todo, así que por eso ni me preocupo”.

Como es natural, el comentario fue como si encendieran una chispa en la cola, y todo el mundo comenzó a dar criterios al respecto, que iban desde los que estaban despistaos y no sabían de qué estaban hablando, hasta los que dijeron que Trump debía apretar más, para ver si se acababa el relajo.

Primero que todo hay que hacer anotar que años atrás esto no hubiera ocurrido, porque los cubanos no se atrevían a hablar en público de algo contrario a la política del régimen; pero ya hace algún tiempo el escenario ha dado una vuelta de rosca, y lo que le preocupa a la dictadura es que no solo hablen, sino que lleguen a manifestarse en cualquier lugar público, algo que ya ha ocurrido.

La sociedad cubana está cansada, y tiene en estos momentos sobre sí numerosos problemas, y una larga lista de escaseces y necesidades acumuladas. Pero a pesar de ello, los problemas materiales no son los que más repercuten en los cubanos, la falta de espiritualidad, la pérdida de la fe en Dios y la desaparición de la mayoría de los valores morales hacen mella desde hace años en los cubanos.

Por muy crudo que parezca, lo que se narra de la sociedad cubana actual no se acerca tan siquiera a la realidad que estamos viviendo los que quedamos aquí adentro.