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Puerto Padre, diez años después de Ike

LAS TUNAS.- En un mapa de la isla de Cuba publicado por Barcelli en 1541, aparecen destacados tres nombres: Baraco (Baracoa), Sibaroca (Gibara) y Portus Patris (Puerto Padre).

En otro mapa, producido 23 años después, (1564) Jacobo La Moyne reitera el nombre: Portus Patris, está sobre la bahía a la que se accede navegando por un profundo canal que, confundiéndolo con un río, en 1492 Cristóbal Colón debió llamar “Río San Salvador”.

Huelga decir que la abrigada bahía Portus Patris fue bien conocido por los navegantes europeos recién iniciado el eufemísticamente llamado “encuentro de dos mundos” que con perdón de mis difuntos abuelos prefiero llamar colonización de América.

Hago la reseña histórica a modo de faro, pues, si un colonizador europeo del siglo XXI llega a Puerto Padre a bordo de su yate, deberá desembarcar al modo que lo hicieron los colonizadores españoles hace más de 500 años, esto es, poniendo el pie sobre la arena.

Puerto Padre, que hasta 1958 ocupara el sexto lugar en recaudación de impuestos entre las aduanas de Cuba, pasó a ocupar la condición de ciudad portuaria sin muelle.

En la madrugada del 8 de septiembre de 2008, vientos sostenidos de 195 kilómetros por hora, con rachas de más de 200 del huracán Ike, hicieron volar cuales papalotes los tejados de las viejas casas de Puerto Padre.

Los instrumentos registradores de la estación meteorológica de Puerto Padre dejaron de funcionar vaya usted a saber a qué velocidad del viento y, una ola, cual salivazo de Poseidón, escupió el muelle de hormigón armado tierra adentro. Eso fue hace 10 años.

Hoy, los pilotes descubiertos del muelle de Puerto Padre son un símbolo. Revelan la fuerza de los vientos del huracán Ike y la incuria del castrismo.

Al día siguiente del desastre, acompañado de ojeadores de siniestros, llegó a Puerto Padre el entonces primer vicepresidente del Consejo de Estado y segundo secretario del PCC (Partido Comunista) doctor José Ramón Machado Ventura.

Junto a la derrumbada torrefactora Machado Ventura dijo a los vecinos que recogieran las tablas y los clavos de las casas desguazadas por el huracán porque las iban a necesitar. Se prestará ayuda, pero no alcanza para todos, dijo el doctor Machado.

Y, donde estuvo Machado Ventura aquel día aciago, se prestó ayuda a… los fiscales. Donde antes funcionó la torrefactora, hoy hermosea el edificio de la Fiscalía Municipal. “¿Para qué torrefactora si no hay café que tostar?”, diría, salomónicamente, un constructor de la obra.

Hizo 10 años este sábado que 4 912 viviendas fueron destruidas por el huracán Ike en Puerto Padre, y, para esa fecha el año pasado, algo así como la mitad de las casas siniestradas, todavía estaban por reconstruir.

Ahora, al cumplirse 10 años del desastre, la situación no es mejor: por lo menos un tercio de las 4 912 casas destruidas todavía están por reedificar.

“Para hoy tener resueltos los derrumbes totales que nos dejó Ike, fíjese, totales, no estoy hablando de los parciales, en 10 años teníamos que haber construido a un ritmo de 492 casas anuales, pero eso es un sueño. Mejor dicho, una pesadilla.

“Voluntad de construir tenemos, pero no tenemos los recursos necesarios; falta acero, falta cemento, falta madera, eso no lo produce el municipio, el municipio produce materiales artesanalmente, pero no industriales.

“No, del gobierno central, del país, no tuvimos ni tenemos la asignación de materiales necesarios, como sí tuvieron y tienen, otras regiones del país afectadas por ciclones, incluso, menos afectadas que Puerto Padre. Nos ignoraron. Esa es la verdad”, dijo un funcionario a condición de anonimato.

Al cumplirse en 2017 nueve años de la devastación del huracán Ike, 3,750 familias todavía en Puerto Padre no habían conseguido solucionar sus problemas de viviendas, y de ellas, según reportes oficiales, 2, 207 eran casas derrumbadas totalmente.

Pero, precisamente, al cumplirse el aniversario noveno del Ike, otro huracán llegó el 8 de septiembre, el Irma, dejando, dicen unos que más de 2 mil, otros, que sólo 1759 viviendas dañadas. Cualquiera de las dos cifras da igual.

Hoy la situación no es ni cualitativa ni cuantitativamente mejor. Con una población de 92,441 habitantes, el municipio Puerto Padre posee unas 32,032 viviendas, de las que alrededor de 21,462, el 67% son edificaciones vulnerables ante eventos meteorológicos medianamente severos.

Según cifras oficiales, —una encuesta sociodemográfica imparcial quizás ofrezca resultados más alarmantes— en el municipio Puerto Padre hay 44 mil personas habitando en casas vulnerables, mientras otras 16 mil, residen en viviendas con riesgos ante eventos climatológicos.

Sumadas las cifras anteriores revelan que sólo alrededor de un tercio de la población de Puerto Padre cuenta con viviendas seguras para protegerse al paso de un huracán.

Ello explica que, para guarecerse de la lluvia y el viento de Ike, las autoridades llevaron a 16 314 personas a albergues, mientras 26 262 se guarecieron en casas seguras de familiares y vecinos.

Personalmente mi familia y yo dimos abrigo a más de media docena de vecinos, algunos, utilizados por la policía política para vigilarnos por lo que cotidianamente escribo y ustedes leen. Sin rencor abrimos nuestra puerta aquella noche trágica, encontrándose nuestros refugiados con sus casas sin techos al día siguiente.

Ciertamente, cientos de familias han resuelto sus problemas de vivienda. Pero a esta cota del tiempo ellas no cuentan. Cuentan los sin techos, esos que, por las goteras sobre sus camas, aborrecen la lluvia que debían recibir con alegría.

Por lo pronto, el mal no tiene remedio. Aupado por el oro de Moscú el castrismo maldijo los bohíos como un “mal del pasado”; ahora los castristas de élite, en posesión de las mansiones de la antigua burguesía, supervisan la construcción de bohíos con tablas de palma, pero también la madera del árbol nacional es escasa.

Del cemento ni hablar. Desde el mes de julio las TRD (Tiendas Recaudadoras de Divisas) no vendían un saco de cemento en Puerto Padre; tal parece que, para conmemorar el 10mo aniversario del huracán Ike, el pasado viernes vendieron unos pocos y la cola se redujo en tres personas. Quienes necesitamos cemento estamos en cola desde hace meses, algunos, desde hace más de un año para… “cuando llegue el barco”.

El precio oficial del cemento P-350 (para hormigón armado) en TRD es de 6.60 CUC el saco, pero entre particulares ya es usual pagarlo a 10 CUC, cuando aparece, dándose el caso de personas que han pagado 15 CUC por cada saco de cemento P-350, lo que equivale a algo así como la mitad del salario nacional promedio.

Tal parece que, como Puerto Padre ya no tiene muelle, los administradores-dueños de los materiales de construcción de Cuba, anclados en La Habana, olvidaron esta vieja ruta que data de Cristóbal Colón.

De proseguir esos olvidos, para encontrar a Puerto Padre después de Ike, habrá que buscarlo en el mapa de Barcelli de 1541; para entonces, ya no será la ciudad de Puerto Padre la que encuentre el viajero, sino Portus Patris, una solitaria bahía entre un cinturón de manglares.