MIAMI, Estados Unidos. — La rotura del bloque 2 de la Central Termoeléctrica (CTE) Lidio Ramón Pérez, ubicada en el poblado de Felton, en la provincia de Holguín, se ha convertido en uno de los principales dolores de cabeza del régimen cubano en medio de la ola de apagones que sufre la población de la Isla.
Tras el incendio sufrido por la unidad a inicios del mes en curso, las autoridades cubanas intentan sembrar la calma y el optimismo. Sin embargo, el panorama se antoja desalentador dada la magnitud del daño sufrido por el bloque dos de la central.
Hasta allí llegó el pasado jueves el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, quien intentó lanzar mensajes de optimismo en pos de la recuperación de la planta.
“El país posee inteligencia y potencial técnico para organizar y ejecutar, en el menor tiempo posible, el proceso de recuperación de la Unidad No. 2 de la Termoeléctrica Lidio Ramón Pérez, de este poblado”, aseguró Ramiro durante su visita a la termoeléctrica.
En declaraciones recogidas por el diario oficial Granma, el también viceministro del régimen cubano indicó que el proceso para la recuperación de la unidad dañada es complejo e “incluye la asesoría y participación de especialistas extranjeros en todo lo que sea pertinente”.
Asimismo, aseguró que las autoridades apoyarán los trabajos “con fuerza en las posibilidades de la nación para, una vez importados los recursos necesarios, fabricar lo que se precise”.
De momento, los encargados de recuperar la termoeléctrica de Felton todavía trabajan en la recuperación y conservación de todos los componentes que todavía puedan ser utilizados.
Por su parte, el ministro de Energía y Minas, Liván Arronte Cruz, explicó que la primera fase será la del desmontaje controlado de la caldera, acción recomendada por los especialista debido a los daños que sufrió la misma en una parte de las estructuras metálicas que la sostienen.
El funcionario explicó que todavía “es prematuro dar plazos concretos sobre el retorno de la unidad al servicio, porque la evaluación de los daños ha arrojado que, por delante, hay un considerable trabajo que realizar; que incluye, igualmente, un estudio de vida residual mediante pruebas diversas, entre ellas metalográficas, porque el bloque tiene 22 años de operaciones y es preciso determinar el estado real del resto de las partes de la caldera, con el fin de sustituir lo que se requiera”.
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