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Referendo Constitucional: Cubanos fuera de cámaras

Los cubanos están citados a votar en el Referendo Constitucional el próximo 24 de febrero (cmljcabaniguan.blogspot.com)

LA HABANA, Cuba.- No es la patria, el deber, la unidad ni el compromiso, sino el miedo a perder el derecho a conducir un almendrón, arrendar un cuarto, montar una paladar o vender tamales lo que conducirá, como búfalo ciego al matadero, a millones de cubanos convocados a votar Sí, por Cuba, en el referendo constitucional a realizarse en la Isla el próximo 24 de febrero.

Tampoco es el verdor de las palmas, el trino del sinsonte, la bandera ni el Himno Nacional, sino el temor a ser considerados desafectos a la revolución, actitud que los descalificaría para cumplir una misión de trabajo en el exterior, laborar en un hotel, impartir clases en una universidad o cualquier otro empleo estatal que requiera “idoneidad política”; significaría no tener un aval de las organizaciones de masas que certifique su participación y apoyo al poder.

Mucho menos por la excelencia de las condiciones habitacionales, los buenos salarios o el cese de la discriminación por raza, religión, opinión, asociación y otros derechos que, si bien refrendados en la nueva constitución, serán letra muerta en la carpa ambulante de un circo político cuyos tarugos y malabaristas hacen payasadas ante los viejos trucos del partido comunista (único), convertido a la fuerza y ratificado en vanguardia de la sociedad.

Por esos y otros tentáculos del miedo que corroe a los cubanos es que se plegarán a ese patriotismo de apoyo a la nueva Constitución, que satura los medios de información nacional en una mascarada que a nadie sorprende, pues está comprobado que un cubano frente a las cámaras y micrófonos de la televisión se siente como alguien que tiene una pistola cargada apuntándole a la cabeza, y a punto de disparar ante cualquier objeción.

Fuera de cámaras

“La fingida exaltación política de apoyo a la Constitución que muestran los ciudadanos entrevistados por la televisión cubana, es inversamente proporcional al nivel de apatía que sienten al saberse atrapados bajo las trampas democráticas de una dictadura inclemente con sus opositores” expresó Marcial (sociólogo), al comentar sobre el tema de la votación.

Según Nina, ex profesora de historia “algunos de los que aparecen en pantalla enumerando el rosario de bendiciones que significa la revolución, y hablan de sus “múltiples” razones para darle apoyo, se lo creen, aunque con ciertas dudas, como quien cree en la resurrección o en la existencia de extraterrestres y OVNIS, los poderes mágicos de un brebaje con tarro de rinoceronte y la posibilidad de hablar con los espíritus a través de una tabla de guija.”

Marcial y Nina, un matrimonio que sin considerarse disidentes están decididos a votar No, alegan que, ante tantas promesas incumplidas, la manipulación del pueblo, el exceso de prohibiciones en el país y las enconadas carencias en que ha vivido la ciudadanía por más de medio siglo de revolución, dar el Sí por una Constitución que recoge la irrevocabilidad de un socialismo fallido y traidor sería como apostar, otra vez, por el caballo perdedor.

Por su parte, Damián (un tornero), asegura que quienes dicen en pantalla que ser cubano es “amar a la revolución y a Fidel, y que por eso votarán Sí el domingo, no son otra cosa que oportunistas o cobardes que cuando salen de cámara comienzan a despotricar de lo mala que está la cosa, pero que si dicen lo contrario se embarcan y sus palabras y sus rostros serían censurados y no saldrían por la televisión ¿o alguien ha visto a uno que diga no?”

Por otro lado, para Mariela, cajera de un restaurante particular, “no ir a votar sería como ponerse la soga al cuello, pues si por ganar el doble o el triple de lo que paga el Estado somos víctimas del acoso y la vigilancia gubernamental, y nos imponen medidas restrictivas como las del 7 de diciembre, dígame usted si dices frente a las cámaras que no votarás. Yo voto No, pero voy.

Ángel Luís, un opositor con más de una década vinculado al sindicalismo independiente en la capital, no cree que lo visto en las pantallas de la televisión sea una verdadera matriz de opinión. “Los cubanos tienen miedos fundamentados en la capacidad de hacer daño a quienes se oponen a la revolución. Eso los convierte en hipócritas, ladinos, que se transforman para sobrevivir. No obstante, piensa que fuera de cámaras votarán No.”

Para mí, votar en Cuba es un ejercicio estéril que premia la “carnerización” del país. Todos sabemos el resultado final. No dudo de la sinceridad ni estoy en contra de que aparezca en pantalla un tonto útil o un despistado que agradezcan a la revolución desde su talento, hasta el arco de sus pies. Yo no me prestaré al sainete, ni tengo que agradecer: No iré a votar.

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