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Regreso a la normalidad: las nuevas colas para entrar en los bares

Regreso a la normalidad: las nuevas colas para entrar en los bares. Foto del autor

SANTA CLARA, Cuba.- Poco antes de las diez de la mañana frente a una instalación gastronómica bautizada como La Taberna se ha formado una fila de más de veinte personas. Pudiera pensarse que los presentes andan en busca de comida, pero no es así. En ese horario debe comenzar, aproximadamente, la venta de cerveza dispensada.

El dependiente sitúa el tonel metálico y le coloca el dispensador con toda la calma del mundo. La gente acumulada a la sombra irrumpe desesperada en plena calle hacia la acera del sol. Cada uno porta algún galón vacío de agua Ciego Montero o bien un jabuco con varios pomos plásticos. El primero de la cola se presenta como tal ante el dependiente, que agarra el bote del comprador y empieza a verter lentamente la cerveza, mientras se reúnen a su alrededor el segundo, tercero, cuarto y quinto de la fila. La dilación que supone llenar un envase de cerveza se torna directamente proporcional al desespero de la gente. A las once de la mañana la cola para “la dispensada” ha evolucionado casi cuadra y media.

Cada 1.5 litros debe pagarse 60 pesos en moneda nacional o su equivalente en CUC. “A mí no me importa el precio, el lío es tomar cerveza fría”, dice Arnaldo Estrada, que, según pronósticos, puede que llegue a comprar hacia las doce y media de este mediodía. “Es para tener algo en la casa diferente por el día de los padres. Esto no es ningún regreso a la normalidad, esto es lo mismo, sigue sin haber comida. En mi casa se va a comer mortadella, pero se va a tomar cerveza”, espeta sin apocamiento alguno el señor que, como otros concurrentes, se entretiene ventilando sus miserias cotidianas en busca de cierto consuelo.

Santa Clara es, indiscutiblemente, una de las ciudades en las que más se consume alcohol en toda Cuba. Hace más de tres meses que la propia cerveza nacional e importada había desaparecido de las tiendas recaudadoras de divisa. Antes de decretado el confinamiento y el cierre de bares e instalaciones gastronómicas, los santaclareños la conseguían esporádicamente en determinados centros nocturnos destinados al turismo, por un precio superior a su antiguo valor, cuando costaban 25 pesos o 1 CUC en las TRD.

Desde este fin de semana, las autoridades permitieron la venta de cerveza en algunos bares pertenecientes a Gastronomía y a las cadenas de Artex y Palmares, siempre y cuando abrieran del 30% al 50 % de su capacidad, para “no incentivar aglomeraciones y concentraciones de personal”, con una separación en sus mesas de 1.5 metros. A pesar de que el gobierno anunció que la primera fase contemplaba una ligera flexibilización de las medidas, lo único que parece haber cambiado es la ausencia de policías en las aglomeraciones.

El supuesto regreso a la normalidad en Santa Clara ha provocado una euforia colectiva en las calles, parques y tiendas. Sin embargo, lo más curioso ha ocurrido a la entrada de los propios bares y restaurantes estatales de la ciudad frente a los cuales se ha formado una nueva tendencia de hacer colas para entrar a beber.

En la acera contigua a la unidad “Europa”, de Palmares, hay hacinadas esta mañana de sábado unas siete personas que miran con atención hacia el pórtico del local, donde están distribuidas unas cinco mesas, separadas entre sí y con solo dos clientes por cada una. Este bar está ubicado en el boulevard de la ciudad y han sacado a la venta cerveza importada, a 1.50 CUC, con la condición de que sea consumida en lugar, pues no está permitido comprarla para llevar a casa.

El protocolo para acceder al bar, rodeado por una soga que marca el camino a la exclusividad, es el siguiente: “llegas y pides el último para el primero que se pare de una mesa. Si entras tú, el que le sigue se queda de primero y así sucesivamente”, explica una santaclareña que se identifica como Bárbara Marrero y que ha venido desde El Condado, un reparto periférico, a tomar cerveza allí.

“Nos han explicado que tenemos que entrar de dos en dos, aunque vengamos acompañados. Aquellos que ves allí son socios, y tuvieron que separarse en dos mesas y hablar alto para comunicarse, pero es lo que hay. Lo más malo es que si vienes en grupo y te toca entrar primero, los que vienen contigo tienen que esperar a que se vacíe otro puesto”.

Otro de los integrantes de la cola narra que, mucho antes de que abran los bares, se forman las filas en sus alrededores para marcar el turno para las mesas. “Aquí no hay ni dónde meterse. Nos parecemos a los pollos cuando se están secando al sol después de un aguacero”, sentencia el hombre, que ha venido solamente a tomarse un café, pero que debe acatar las reglas establecidas por la muchedumbre jadeante por la cerveza fría.

Más allá, en las cercanías del parque Vidal, otra cafetería nombrada “Park View” también ha amanecido estos tres días asediada por santaclareños en busca de bebidas alcohólicas con un proceder similar al del boulevard. Mientras, muchos dueños de bares particulares de la ciudad prevén un aumento de sus precios ante la nula oferta en las tiendas, donde no se permite la compra de bebida al por mayor, y en las que prácticamente han desaparecido los rones de producción nacional, un poco más asequibles, como el Havana Club o el Cubay.

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