Inicio Cuba San Memero: «El 11 de julio dije ‘tengo que irme'»

San Memero: «El 11 de julio dije ‘tengo que irme'»

LA HABANA, Cuba. – El medio independiente YucaByte ha realizado una entrevista a Christian González de la Moneda, conocido en redes sociales como San Memero, para conocer de primera mano cómo el joven de 22 años logró salir de Cuba y el hostigamiento que sufrió por parte de la policía política dentro de la Isla. 

Christian, actualmente radicado en Miami, cuenta que estudiaba en la UCI (Universidad de Ciencias Informáticas) cuando comenzó a interesarse por el mundo de los memes, que surgió casi a la par de la llegada del internet a Cuba. Explica que en aquel primer acercamiento la cuenta de humor más visitada era la del Cacique Urbano, que tenía 3000 seguidores, una cifra que le pareció enorme.

González inició su producción insertando comentarios graciosos en imágenes, pero luego se fue implicando en un contenido más serio. Sobre los sucesos de julio de 2021 relata:

“El 11 de julio cuando decidimos salir, no íbamos pensando en protestar y luego virar para la casa. Era pensando que la dictadura se iba a caer ese día (…). Era algo que mi generación nunca había visto”.

Confiesa que se sintió “protegido” al saber que la atención internacional estaba en Cuba en aquellos momentos, pero cuando la manifestación llegó al Capitolio y un individuo vestido de civil le colocó las esposas a su hermano, acusándolo de ser “un delincuente más”, tuvo lugar un forcejeo con los paramilitares, que eran “los que te cogían y te entregaban a la policía (…). Fuimos de estación en estación buscando a mi hermano”.

Cuando finalmente dio con su paradero, lo tranquilizaron diciéndole que lo iban a soltar, pero debía volver al otro día para no violar el toque de queda y evitar ser arrestado. Al día siguiente, le dijeron que su hermano había sido trasladado a la prisión de Valle Grande, cosa que no pudieron comprobar. Lo soltaron cuatro días después.

Después de estos acontecimientos, Christian perdió el acceso a su cuenta en Twitter y se percató de que un usuario en particular había estado muy pendiente de sus tuits, así como de su cuenta de Instagram e incluso del grupo de WhatsApp que habían conformado los estudiantes de su aula para socializar e intercambiar material de consulta durante la pandemia. Eventualmente, Christian supo que la FEU pasaba información sobre su persona a la Seguridad del Estado.

La primera citación le llegó de parte de la decana, supuestamente para hablar sobre sus publicaciones en las redes. Ese día acabó siendo “entrevistado” por los agentes Camilo y Esteban, de la policía política.

El joven relata que durante una detención en la unidad de policía de la calle Aguilera, municipio Diez de Octubre, lo acusaron de haber comprado un pulóver con las siglas DPEPDPE, y de que estaba organizando una manifestación para el 1ro. de mayo. Allí le mostraron una carpeta con copias de todos sus tuits y le aseguraron, sin pruebas, que los memeros eran financiados desde el exterior. Lo amenazaron de forma explícita con fabricarle una causa y encarcelarlo durante un buen tiempo. La presión a que se vio sometido durante la “entrevista”, le provocó un severo ataque de pánico durante un examen de Física, al que asistió menos de una hora después de terminado el interrogatorio.

En el relato de González de la Moneda queda claro que la Seguridad del Estado tiene libre acceso a la UCI y demás instituciones educacionales del país. La represión en su contra siguió funcionando de manera indirecta, con un carácter pasivo-agresivo, hasta que fue forzado a abandonar la carrera. 

Christian admite que a partir de esos incidentes vivió muerto de miedo, que irse de Cuba siempre estuvo en sus planes, pero quería hacerlo por la vía legal y luego de haber terminado sus estudios universitarios. Las cosas no resultaron de ese modo. 

“El 11 de julio dije ‘tengo que irme, sí o sí’, porque voy a terminar preso (…). Había momentos en los que yo no podía quedarme callado”, sentenció. El día en que por fin saldría de Cuba, fue detenido en el aeropuerto por una oficial de alto rango que le dejó claro que sabía quién era él.

“Ese fue el último golpetazo”, asegura. El joven reconoció que estuvo sintiendo miedo hasta el momento en que el avión despegó.