Inicio Cuba Saqueadores oficialistas de tumbas Cubanet

Saqueadores oficialistas de tumbas Cubanet

Ofrendas a Teófilo Stevenson en el panteón de la familia Vázquez-Aldana (Foto: Alberto Méndez)

LAS TUNAS, Cuba.- “¡Los comunistas saquearon hasta los huesos de Manuel para cogerse su panteón y meter en él a Teófilo Stevenson…! ¿¡Cómo vas a dudar que quieran cogerse tu casa…!?”, soñé que me decía mi difunto padre.

Pero más que la farsa amenazando a mi familia con perder nuestra casa, me había despertado la historia de aquel sepulcro de Manuel, reiteradamente saqueado, a donde al final, pasada sus glorias de tricampeón olímpico y mundial, habían ido a parar los huesos del boxeador Teófilo Stevenson.

En este ahora ir y venir de estadounidenses a Cuba, me preguntaba qué dirán las autoridades cubanas si un nieto o biznieto de Manuel y Dulce se presenta con una urna en el cementerio de Puerto Padre diciendo: “Traigo las cenizas de mi abuela, quiero ponerlas junto a los restos de mi abuelo en el panteón que la familia Vázquez-Aldana posee aquí”.

Manuel Vázquez-Aldana y Dulce Pacheco procrearon cinco hijos, tres varones, fallecidos en Estados Unidos, y dos hembras que aún viven en ese país. Y más de una docena de nietos y bisnietos de Manuel y Dulce son ciudadanos estadounidenses.

Pero resulta que aunque la familia quisiera repatriar sus restos, “como era su deseo estar enterrada junto a su marido”, decía mi padre y aún hoy sostienen no pocos conocidos y amigos, ya las cenizas de Dulce Pacheco no podrán estar junto a los restos de su esposo Manuel Vázquez-Aldana.

“Después que Dulce se fue, ellos (los del gobierno) vaciaron el panteón de Manuel para enterrar a sus muertos”, dijo una persona cuya familia posee un sepulcro cercano al panteón de la familia Vázquez-Aldana.

Dulce Pacheco era la viuda de Manuel Vázquez-Aldana, dueño de dos prósperas colonias cañeras y de otros negocios en Puerto Padre. Al concluir en La Habana un chequeo médico con resultados satisfactorios, paradójicamente Manuel había muerto infartado el 17 de noviembre de 1954.

Dulce Pacheco haría construir en el cementerio de Puerto Padre un panteón para Manuel, con sus iniciales dibujadas en hierro forjado sobre la puerta de cristal de la capilla. Aunque ahora la M de Manuel aparece mutilada, todavía hoy pueden verse la V de Vázquez y la A de Aldana sobre la puerta acristalada.

Expropiados todos los bienes de la familia en octubre 1963 con la Segunda Ley de Reforma Agraria, Dulce Pacheco debió escoger entre proseguir junto a los restos de su marido o seguir los pasos de sus hijos. Y a regañadientes la anciana partió rumbo a Estados Unidos, donde tiempo después moriría.

Pero como los saqueadores del panteón de Manuel Vázquez-Aldana, valga decir las autoridades gubernamentales, han actuado de forma cíclica ―“hoy te pongo a ti y mañana te quito”―, bien puede darse otro caso. Personas que ningún parentesco tienen con los Vázquez-Aldana también pueden llegar al cementerio municipal preguntando: “¿Dónde están los restos del familiar que enterramos en este panteón?”

“Ha habido quejas porque los que echaron a Manuel de su tumba a su vez ya fueron echados. Ahora son otros los difuntos sepultados en el panteón usurpado a los Vázquez-Aldana”, dijo un amigo de la familia.

“En realidad yo no sé de quién es ese panteón; sé de una muchacha que habló de quejarse porque habían sacado los restos de un familiar suyo enterrado allí para poner los de Teófilo (Stevenson), pero yo no he vuelto a ver a esa joven por aquí. A mí me indicaron sacar los restos que había ahí y entre otro compañero y yo hicimos la exhumación”, me dijo hace algún tiempo Tony, un empleado del cementerio.

Aunque las iniciales de la familia Vázquez-Aldana todavía permanecen en la puerta, de facto, ahora el sepulcro “pertenece” a la familia Stevenson Lawrence.

El tricampeón olímpico y bicampeón mundial amateur de boxeo Teófilo Stevenson Lawrence, fallecido en La Habana en 2012, había pedido ser sepultado en su terruño, junto a su familia, pero inhumado en La Habana, luego del tiempo requerido, había sido exhumado, trayendo a Puerto Padre sus restos.

Pero en lugar de hacer construir un sepulcro que fuera un monumento a quien había dado al castrismo no sólo la más completa gloria deportiva, sino también su más firme adhesión política, el régimen optó por una solución más económica: meter los restos de Teófilo Stevenson y los de sus padres en el panteón que Dulce Pacheco había hecho construir para su esposo Manuel Vázquez-Aldana.

En su discurso en La Habana, Barack Obama dijo: “Y para la comunidad cubanoamericana que he llegado a conocer y respetar, no se trata sólo de política. Se trata de la familia: el recuerdo de una casa que se perdió; el deseo de reconstruir un vínculo roto; la esperanza de un futuro mejor; la esperanza del retorno y la reconciliación”.

Clásico ejemplo de la diáspora. Para la familia Vázquez-Aldana, Cuba es más que “el recuerdo de una casa que se perdió”, pero que no añora; más que el país donde todos sus bienes fueron expropiados, pero que ya no les interesan, porque como tantas otras familias cubanas, sobre esas pérdidas económicas, mayor peso tiene un hecho moral: Cuba es el lugar donde ni los restos de sus muertos fueron respetados, y bajo esa circunstancias de profanación ya es difícil realizar “el deseo de reconstruir un vínculo roto”, a decir de Barack Obama.

El castrismo ha promulgado leyes en Cuba desde para hacer respetar a sus héroes y mártires hasta para proteger el ganado, sancionando la muerte de una vaca como si de un ser humano se tratara.

Pero en más de medio siglo de irrespeto en Cuba por la propiedad ajena, todavía hoy no existe una ley especial para que, con apego a la Constitución y los códigos penal y civil, los sepulcros sean respetados en los cementerios cubanos; y al menos, si en vida las personas no tuvieron el suficiente sosiego, los difuntos descansen en paz.

Los restos del boxeador Teófilo Stevenson, un ícono del castrismo y a la vez una víctima, ocupando el panteón usurpado a la familia Vázquez-Aldana, son ejemplo de la desconsideración de los castristas entre ellos mismos y del irrespeto por sus semejantes. Quien lo dude, venga y vea.