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Se avecina otra crisis con los taxistas privados

(Foto de archivo)

LA HABANA, Cuba. – Entre los cubanos de a pie circula una máxima que cada día adquiere mayor actualidad: cada vez que el gobierno toca algo, lo echa a perder todo. Una evidencia que se manifestó, por ejemplo, cuando se intentó “arreglar” la comercialización de productos agropecuarios y se transformaron varios mercados de oferta-demanda en entidades de gestión estatal. El resultado, como se conoce, ha sido el desabastecimiento de estos últimos establecimientos.

Más recientemente, una nueva disposición gubernamental hizo que empeorara la vida diaria de la población. Se trató del experimento que tuvo lugar en la ciudad de La Habana con el servicio que prestan los taxistas privados, es decir, los cuentapropistas que se dedican a la actividad del transporte de pasajeros.

La incertidumbre acerca de qué traería dicho experimento, así como condiciones más rigurosas para que esos taxis -la mayoría fabricados en los años cincuenta y conocidos como almendrones- aprobaran la revisión técnica, provocaron que más de dos mil taxistas renunciaran a sus licencias. La disminución de vehículos en las calles, por supuesto, agravó la situación del transporte en la capital, con el consiguiente perjuicio para trabajadores y ciudadanos en general.

El argumento esgrimido por las autoridades para justificar el experimento fue tratar de que una parte de esos taxistas redujeran las tarifas que aplicaban a la población, al ubicarlos en rutas predeterminadas y con precios topados según el tramo a recorrer por los pasajeros.

Los directivos del Ministerio del Transporte, con el ánimo de engatusar a los taxistas que aceptaran la referida modalidad de “taxi en ruta” les prometieron facilidades para la adquisición del combustible, piezas y accesorios para sus vehículos, así como cierta bonificación del impuesto a pagar cuando presentaran la Declaración Jurada de Ingresos Personales.

Sin embargo, el anhelo de los taxistas de trabajar sin una constante supervisión gubernamental llevó a la mayoría de ellos a optar por la modalidad de “taxi libre”, o sea, prestar el servicio de acuerdo con la oferta y la demanda. Una opción que de ninguna manera podría cuestionarse, pues se halla en la génesis que dio lugar al trabajo por cuenta propia.

No obstante la contrariedad que semejante situación haya ocasionado en las autoridades, con la salida de Adel Yzquierdo de la jefatura del Ministerio del Transporte sobrevino una especie de tregua en la presión gubernamental sobre los taxistas privados. Aquellos que prefirieron acogerse a la modalidad de “taxi libre”, al parecer, recuperaron la confianza y se apreció cierta estabilidad en el servicio.

Sin embargo, todo indica que el panorama cambiará en el futuro cercano. Durante la reciente sesión de la Asamblea Nacional de Poder Popular, el nuevo ministro del Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, afirmó que el experimento con los taxistas privados no ha dado los resultados esperados, debido, fundamentalmente, a la desproporción entre los que decidieron acogerse a la modalidad de “taxi libre”, con respecto a aquellos que optaron por circular como “taxi en ruta”. En ese sentido, el Ministro aseveró que “se estudian nuevas propuestas que pronto se emitirán para el ordenamiento del trabajo por cuenta propia en el sector del transporte” (“Para un mejor funcionamiento de la economía”, periódico Juventud Rebelde, edición del 14 de abril).

Taxistas y pasajeros se preguntan qué vendrá con la nueva maniobra gubernamental. El todopoderoso “elefante en la cristalería” se dispone a actuar.