Inicio Cuba Seguridad del Estado y ETECSA: la «pareja perfecta» que nos vigila Cubanet

Seguridad del Estado y ETECSA: la «pareja perfecta» que nos vigila Cubanet

GUANTÁNAMO, Cuba.- En su interesante libro El imperio de la vigilancia, Ignacio Ramonet revela muchas de las prácticas invasivas a las que pueden ser sometidos los ciudadanos en un mundo cada vez más interconectado y dependiente de las tecnologías de la información.

No puedo evitar la sonrisa ante las denuncias que constantemente algunos intelectuales como este hacen de países de una historia democrática harto demostrada, mientras, como el avestruz, introducen la testa en el vasto lodazal de las violaciones a la privacidad y otros derechos humanos de los cubanos.

Al menos en Occidente los periodistas, legisladores y la sociedad civil pueden denunciar, enfrentar y demandar al gobierno contra los abusos e invasiones a su privacidad, y hasta logran coartar sus prácticas, una posibilidad inexistente para quienes sufrimos esos ataques aquí.

A merced del “Gran Hermano” castrista

En horas de la tarde del 5 de febrero mi esposa me preguntó por qué no le había respondido cuatro llamadas que hizo a mi celular. Al día siguiente, sobre las 11:00 a.m., un amigo llamó al teléfono fijo de mi casa y me preguntó por qué no respondía sus llamadas ni mensajes al celular. Entonces miré el registro de llamadas y comprobé que no las había recibido, tampoco sus mensajes; lo mismo ocurrió con las llamadas de mi esposa el día anterior. Intenté llamarlo desde mi celular y no pude, tampoco pude revisar mi correo nauta, enviar mensajes o verificar el estado de mi saldo. Evidentemente mi teléfono estaba bloqueado y fui a la oficina comercial de ETECSA situada en el Reparto Caribe de Guantánamo.

Fui atendido cortésmente por una trabajadora que, luego de verificar mi queja, sacó la tarjeta SIM y la colocó en su teléfono, verificando que tampoco funcionaba allí. Las otras dos trabajadoras hicieron todo por ayudarme pero mi teléfono continuó sin funcionar a pesar de que en las computadoras de la oficina constaba que el móvil, “oficialmente”, no estaba bloqueado.

Una de ellas me sugirió que comprara otra tarjeta SIM pues quizás la mía estaba dañada. Pagué los 3 CUC y obtuve una nueva tarjeta. Sin embargo, al insertarla en el teléfono este continuó boqueado. Entonces me orientaron que fuera a una oficina situada a 3 km de allí, donde me dijeron que debía volver al día siguiente porque el horario de atención era hasta las 12 del día.

Sobre las 7:00 p.m. llamé al Centro de Atención al Cliente. La operadora, quien se identificó como “Yanei” corroboró que mi teléfono no estaba “oficialmente” bloqueado y me orientó que fuera a la oficina mencionada. A las 12:11 a.m. del miércoles 7, mi móvil timbró. Fue una llamada desde un número privado. Entonces comenzó a funcionar de nuevo.

A las 8:00 a.m. del miércoles 7 de febrero fui a la oficina de ETECSA. Luego de dos horas de espera pedí una explicación. Las dos trabajadoras chequearon la tarjeta SIM, luego verificaron que “oficialmente” mi teléfono no estuvo bloqueado. Entonces me dijeron que quizás estaba roto. Las refuté diciéndoles que me lo trajo un hijo desde los Estados Unidos hace menos de un mes y que luego de la llamada recibida en la madrugada volvió a funcionar perfectamente. Pedí ver al jefe de aquél departamento y me dijeron que no estaba disponible. Cuando les dije que el bloqueo lo hizo la Seguridad del Estado con la complicidad de ETECSA, una de ellas respondió que la culpa la tenían las tres trabajadoras de la oficina comercial del Reparto Caribe por haberme inducido a comprar una nueva tarjeta SIM sin verificar bien lo que ocurría. Evidentemente su intención fue desviar la causa real de mi queja hacia tres trabajadoras que no tienen ninguna responsabilidad en el hecho.

Las violaciones de la Seguridad del Estado y la complicidad de ETECSA

Según el Contrato de Servicio de Telefonía Celular Prepago que ETECSA impone a los cubanos y que estamos obligados a firmar porque carecemos de la posibilidad de solicitar los servicios de otras empresas, el monopolio prestará el servicio cumpliendo las normas de calidad establecidas por el órgano regulador del sector, según lo establece la cláusula 5 del contrato. Obviamente esas normas de calidad permiten que la Seguridad del Estado bloquee mi teléfono porque soy periodista independiente.

La cláusula 7 obliga al monopolio a informar con una antelación de 30 días naturales sobre cualquier modificación de las condiciones de prestación del servicio, algo que también violó la entidad en mi caso, pues jamás me informó de que mi teléfono iba a ser bloqueado.

También violó la cláusula 9, pues el servicio fue interrumpido a pesar de estar pagado. Por último, aunque mi teléfono jamás apareció como bloqueado en las computadoras del monopolio castrista, las trabajadoras que me atendieron el 6 de febrero sí comprobaron que no funcionaba. Por tanto fue bloqueado de forma ilegal, en franca violación de lo que establece la cláusula 10 del contrato, pues eso ocurrió sin que existiera un uso inadecuado del móvil, tampoco estaba usando la tarjeta SIM en un teléfono reportado como sustraído o extraviado, ni han sido reportadas irregularidades fraudulentas en el uso del servicio ni en la recarga de este. La Seguridad del Estado, con la complicidad de ETECSA, violó el artículo 57 de la Constitución de la República, que establece el principio de que las comunicaciones telefónicas, cablegráficas y telegráficas son inviolables y sólo pueden ser examinadas en los casos previstos por la ley. También violó el artículo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos que refrenda el mismo principio de respeto a la privacidad de las personas.

Toma de pantalla que refleja la fecha y hora de la llamada desde un número privado (Foto: Roberto J. Quiñones)

Lo narrado le ha ocurrido a varios opositores pacíficos y periodistas independientes guantanameros por estos días. Desconozco qué estará planeando la Seguridad del Estado con la grosera complicidad de ETECSA en Guantánamo. Quizás actúen así para recordarnos su presencia, quizás no son tan profesionales como aparentan. Tales violaciones deberían ser tenidas en cuenta por la Unión Internacional de las Telecomunicaciones.