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Sexo bueno, bonito y barato

El gobierno cubano niega la existencia de la prostitución (EFE)

El gobierno cubano niega la existencia de la prostitución (EFE)

LA HABANA, Cuba.- Massimo es italiano y tiene planes para cuando se jubile, cercano a los 70 años. Pronto recibirá una pensión de 800 euros y, aunque no es suficiente dinero como para darse una vida de lujos en Milán, sabe que le rendirá muchísimo más si se muda para La Habana.

Con esa misma cantidad, un amigo, también italiano y anciano, ha logrado realizar los sueños de montar un pequeño restaurante, vivir cerca del mar, casarse con una espectacular mujer, además de aparentar ser millonario cuando en Italia siempre había sido el humilde empleado de una oficina del gobierno.

Lorena es una joven holguinera de 22 años. Es la mujer de un cubano de su misma edad y que practica su mismo oficio. Ambos se prostituyen con extranjeros y han hecho planes para mejorar su estatus de vida. Ella espera casarse con alguien que la saque de Cuba o que la mantenga desde “afuera”, él sueña con una suerte similar. Mientras tanto, desandan las calles, bares y hoteles de toda la isla vendiendo sus cuerpos a un precio muy bajo.

Saben que la mayor parte del turismo que elige a Cuba como destino no es de alto nivel y que en su mayoría son ancianos o personas de bajos ingresos que vienen a realizar la fantasía de aparentar lo que en sus países no pueden ser, y de arrimar a sus lechos aquellos cuerpos que solo han acariciado en sus mentes mientras hojean una revista, o al navegar por las páginas más calientes de Internet.

“En Cuba hay sexo bueno, bonito y barato”, dice Pavel, el novio de Lorena: “El trabajo de nosotros es hacerles creer que son los mejores y reírles todas las cosas. Al final son ellos los que pagan (…) Uno sabe que en sus países la cosa no es como aquí. Me han dicho que afuera es dinero en mano y nada de besos en la boca ni de toda la noche. Una hora y nada de ‘te doy el teléfono’ o ‘nos vemos mañana’. Mucho menos irse por diez pesos ni por veinte; es de cien para arriba”.

“Aquí los turistas vienen y con cien pesos se llevan hasta tres chiquitas”, afirma Lorena: “Con ese dinero allá ni siquiera pagan una mamada, y casi siempre son tipas feísimas, gordas. Porque ninguna que valga la pena se va por ese dinero y mucho menos con los viejos cochinos que uno ve por aquí (…) Con veinte dólares aquí cualquiera se va toda la noche y les hace de todo. Con cien, hasta se dejan esclavizar (…) Es que también estos tipos son fáciles para creerse que son lo mejor, y en esto hay mucho mentalista, que les gusta trabajar la mente y les hacen creer que no es por interés, que son buenas, que están enamoradas porque lo que buscan es enganchar al tipo (…) Eso es también lo que hago yo, no lo niego”.

El “mercado sexual” cubano es quizás de los más baratos del mundo, y aunque la criminalidad no está ausente en nuestros “escenarios”, algunos afirman sentirse muy relajados, como si la “prostitución segura fuese una política de Estado”. Así opina Paolo, un empresario italiano que además dice estar sorprendido por lo que ha visto en la isla.

“Es alucinante. Siempre me habían hablado de los precios de las putas y de lo bien que se pasaba pero esto es verdaderamente alucinante (…) La primera vez que le dije a una chica que le daba 20 euros, que eso es casi una broma allá en Milán, no podía creer lo feliz que estaba. Era una chica preciosa, ni siquiera parecía una puta (…) Sé que son, como dicen ustedes, unas ‘luchadoras’ pero es un tonto quien espere lo contrario (…) Lo sorprendente es lo barato, no lo esperaba en un país que siempre imaginé como el más culto, el más sano (…) Bueno, fue así como me lo vendieron, y yo lo compré con la hoz y el martillo incluidos. De alguien han aprendido esas chicas, ¿no es así?”

Adamaris ha ejercido la prostitución por más de veinte años. Actualmente administra una casa de citas clandestina donde facilita los servicios sexuales solo a extranjeros que ya vienen recomendados. Aunque no quiso hablar de los precios que cobraba a sus clientes, acepta que están extremadamente por debajo de lo habitual en otras regiones del mundo:

“Yo sí he estado en otros países y me doy cuenta que aquí se cobra casi un precio simbólico, por decirte de alguna forma (…) Yo me fui a Madrid en el 2001, casada, pero tenía que trabajar para el tipo que me llevó (…) Todo de común acuerdo (…) Te digo que en una noche lo menos que yo hacía eran 200 euros y eso era una noche mala, mala (…) Allá hay prostitutas que se van por veinte euros, o por menos, no lo niego, pero no hacen lo que hacemos las cubanas aquí. No se dan besos en la boca, es así como los conejitos (se refiere a la rapidez del acto sexual) y ‘dale echando’ (…) Yo aquí no tengo una tablilla con precios, cada cual cobra lo que entiende, pero en la calle sí sé que las hay que se van hasta por cinco pesos cubanos porque la cosa no está como para ponerse a jugar a la cucarachita Martina”.

Yaniel, un sexoservidor que solo atiende a hombres extranjeros por largas temporadas, ha accedido a hablar sobre los precios de la prostitución en las calles de Cuba. Habiendo comenzado su oficio desde muy joven en el oriente cubano, dice conocer de las diferencias entre las distintas regiones de la isla:

“No es lo mismo lo que cobra un jinetero en Las Tunas o en Ciego de Ávila, que lo que se gana aquí en La Habana (…) Yo empecé en la calle, cobrando tres pesos (dólares), pero era allá en las Tunas. Iba a casa de un peluquero que me daba tres pesos (convertibles, equivalentes a dólares)”, tan solo por sexo oral. “Después me fui para Los Cayos (Ciego de Ávila) y cobraba diez, quince pesos (…) Una vez un turista me dejó cincuenta dólares pero eso no era todos los días (…) Cuando vine para La Habana ya me había empatado con el canadiense, que fue el que me compró la casa (…) También estoy con un español y un cubanoamericano. Yo no salgo a ‘pinguear’ (prostituirse con hombres) a la calle. Yo tengo mis puntos y es de eso que vivo (…) A veces me pasan cien pesos (dólares), otras veces un poco más y cuando vienen me dejan ropa, zapatos, me llevan a hoteles. No me falta nada”, afirma Yaniel.

Nadie sabe si la era de cambios de la cual se habla en los discursos oficiales incluirá variaciones radicales en ese “húmedo” concepto de turismo hacia Cuba que se maneja en el exterior, relacionado con la verdadera experiencia que viven los visitantes apenas descienden de los aviones o los cruceros. De lo que no hay dudas es que la tablilla de precios que actualmente exhibe la prostitución en Cuba constituye uno de los principales incentivos para el flujo constante de extranjeros hacia la isla. ¿Convendrá entonces a nuestra economía eliminar esta zanahoria del anzuelo?