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«¡Si no fuera por el bloqueo yo te iba a hacer un cuento!»

(larazon.es)

LA HABANA, Cuba. – Gracias a que le di a leer “Historia de Mayta”, mi amigo Eduardito acaba de descubrir, con varias décadas de retraso, la literatura de Mario Vargas Llosa. Se considera un hombre culto, lee mucho y está bastante informado (según se puede estar informado por el periódico Granma, el NTV y Telesur). Si no conocía a Vargas Llosa es porque es uno de los tantos autores prohibidos en Cuba. Y contra él, la censura es roñosa, porque hasta que se decepcionó con el Caso Padilla, era un fiero defensor de la revolución de Fidel Castro.

De esto último se enteró Eduardito por Telesur, que fue donde primero escuchó hablar de Vargas Llosa, en un programa donde el argentino Atilio Borón le echaba con el rayo, debido a sus ideas liberales, al escritor peruano laureado con el Nobel en el año 2010.

“Historia de Mayta”, que cuenta la historia de un trotskista metido a guerrillero, el primero en Perú, le gustó mucho a Eduardito, aunque no es el tipo de libro sobre guerrilleros que está acostumbrado a leer. Por eso mismo le gustó, y lo que es más, lo puso a reflexionar.

“Cuando se es joven, la revolución consiste en sentimientos, indignación moral, rebeldía, idealismo, búsqueda de la justicia y la pureza, sueños, generosidad. Cuando se sale de esa etapa, te das cuenta que es otra cosa, no la que soñabas, pero ya no puedes recular y dar marcha atrás, porque es muy duro admitir que de nada valió lo que hiciste toda tu vida”, me dijo pesaroso.

Eduardito, un exmilitar que acaba de cumplir los 70 años, dice seguir siendo comunista, aunque cada vez lo es un poco menos. Lo demuestran sus quejas y lamentos, antes impensables. Y el reverdecimiento de su amistad conmigo. Luego que se enteró que yo estaba en el periodismo independiente, trataba conmigo lo menos posible. Pero desde hace un par de años ya no me rehúye, por el contrario, me invita a café y a ron, me pide libros y que le consiga artículos de “la prensa enemiga” y me pregunta mi opinión sobre determinados temas. Pero a menudo acabamos discutiendo y acusándonos el uno al otro de ser “tremendo comemierda”.

Fue lo que ocurrió cuando me dijo que “este socialismo no se va a arreglar hasta que se desburocratice y acabe con la corrupción”, y yo le riposté que no tiene arreglo si de eso depende, porque en acabar con el burocratismo están desde los tiempos de aquella película de Titón y nada, y nunca se acabará, como mismo no se acabó en la Unión Soviética y Europa Oriental, porque es inherente al sistema, que necesita millares de burócratas para poder controlarlo todo, y ni así, y que es inevitable que los líderes revolucionarios, que prometían el cielo en la tierra, luego de muchos años de poder absoluto, terminen fosilizándose, convertidos en apañadores de una casta burocrática abusiva, egoísta y corrupta.

A veces pone mala cara y se indigna con lo que yo digo, otras veces, cambia el tema. Ya Eduardito no está tan obnubilado como hace unos años. Como los gaticos de aquel viejo cuento, ya está abriendo los ojos. Y eso que está negado con Internet. Demasiada complicación para él. Y le tiene tirria a las redes sociales, por lo de las fake news.

Todo lo quiere resolver buscando en Wikipedia. Pero dice estar advertido de que “ahí hay muchas manos metidas y a veces escriben disparates”. Le doy la razón en eso, y para salirme un poco de la política, en la que nunca logramos ponernos de acuerdo, le pongo como ejemplo que en Wikipedia aseguran que Roberto Carlos se conoció en Cuba gracias a los que volvían de la guerra de Angola y de aquellas cheísimas versiones de sus canciones por Sonia Silvestre y Danny Rivera, cuando hacía años que luego de hacerse muy popular con Detalles, El gato en la oscuridad, Jesucristo yo estoy aquí, etc, los mandamases habían prohibido al cantante brasileño, como mismo prohibieron a los Beatles y el resto de la música inglesa y norteamericana y hasta a Julio Iglesias, tan romántico y políticamente inocuo, por “diversionismo ideológico”.

Y cuando voy a seguir la tirada recordándole cómo nos hicieron la vida imposible antes de que él se fuera al ejército y yo preso por negarme a ir, me interrumpe: “¡Asere, tú siempre tienes la ponzoña preparada! ¡Cuánto rencor! No le perdonas una a la revolución. Son errores del pasado. Ya las cosas están cambiando, no tan rápido como uno quisiera, pero están cambiando. Mira en los foros de Cuba Debate como la gente se expresa y no los censuran…¡Si no fuera por el bloqueo yo te iba a hacer un cuento!”

No sé si es uno de sus chascarrillos y reírme del chiste, porque hace unos días me confesó que aunque todavía tiene fe en la gestión de Díaz-Canel, ya es muchísima menos que cuando hace un año Raúl Castro lo designó presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Y ni hablar de la nueva constitución, de la que dijo horrores, aunque luego votó por el “Sí”.

Prefiero dejarlo quieto, que se siga cocinando en su salsa. Critica, se queja, pero siempre acaba justificando al régimen. No quiere dar el brazo a torcer. Como él hay muchos. 60 años no les han sido suficientes. Todavía les falta un poco más de purgatorio…

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