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Tan culpable como quien mata la vaca Cubanet

Acto de repudio (desdelahabana.net)

LA HABANA, Cuba.- Cuando se estudiaron los archivos de la Gestapo ocupados en la región alemana de Wurzburgo al final de la segunda guerra mundial se descubrió que los ciudadanos de esta ciudad no tenían que temer tanto a la Gestapo como lo que a sus vecinos podían contar a la Gestapo.

Según el profesor Robert Gellateley, quien tuvo acceso a dichos archivos, la Gestapo no hubiera podido operar sin la cooperación de los ciudadanos alemanes, pues hubiera sido estructuralmente imposible conseguirlo porque sencillamente no había bastantes agentes en esa entidad.

Lejos de la creencia de que había un oficial de la Gestapo en cada esquina sólo había 28 agentes de la Gestapo para toda la región de Wurzburgo, que constaba en ese entonces con alrededor de un millón de habitantes (35 714 habitantes por cada oficial de la Gestapo)

El 80 o 90 por ciento de los crímenes eran denunciados a la Gestapo por ciudadanos corrientes.

En Cuba, la antigua sección de contrainteligencia del municipio Diez de Octubre, en La Habana, llegó a contar en la década de los noventa con 15 oficiales para vigilar a una población de un cuarto de millón de habitantes (16 666 habitantes por cada oficial de la Seguridad del Estado)

Sin embargo, la lista de los colaboradores (se les llama “personas de confianza”) en cada cuadra abarcaba un libro más grueso que el directorio telefónico de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (unas 750 páginas)

Como antiguo oficial de la contrainteligencia, en ocasiones recibía denuncias de estas personas de confianza en las que delataban a sus vecinos porque “se pasan el día oyendo Radio Martí”. Otra de las denuncias más comunes era “creo que andan en algo porque no participan en las actividades del CDR y tienen familia en Miami”.

Una denuncia como esa en la década de los noventa era todavía seria, porque aunque no recuerdo que nadie fuera encarcelado por ello sí pasaba a formar parte de las personas de interés operativo para la contrainteligencia.

Ello equivalía a que dicha persona empezaría a ser vigilada en muchos casos por las mismas personas que lo denunciaron.

No se sabe cuántas de estas personas de confianza han usado esas denuncias para perjudicar a vecinos por rencillas personales, como ocurría muchas veces con los colaboradores de la Gestapo en la Alemania nazi.

Tampoco recuerdo que a algunas de esas personas de confianza se les hubiera obligado a colaborar con la contrainteligencia cubana; al contrario, había algunas de ellas que eran una verdadera lata porque siempre tenían algo que denunciar.

La Seguridad del Estado cubana, al igual que la Gestapo, está fundada sobre la delación de los vecinos.

Ese es el pecho que ha nutrido constantemente de denuncias a los órganos de la Seguridad del Estado, y que les permite conocer el 90 por ciento de lo que hacen y piensan los opositores, los periodistas independientes o cualquier inconforme.

Habrá opiniones a favor y en contra, pero creo que la mayoría de las personas que ha colaborado con los Órganos de la  Seguridad del Estado durante estos 58 años que lleva de fundado son tan culpables de represión política como cualquiera de los oficiales de la institución.

No creo que haya un cake lo suficientemente grande este 26 de marzo (día en que se fundaron los órganos de la Seguridad del Estado) para dar de comer a todos los que han ayudado a mantener ese órgano de represión funcionando como un reloj.

Al fin y al cabo a los cubanos les gusta mucho el refrán que dice: tan culpable es quien mata la vaca como el que le aguanta las patas.

¿O no?