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Taxistas, pasajeros y la manipulación del gobierno

Pasajeros apiñándose para intentar entrar a un ‘almendrón’ (Foto archivo)

LA HABANA, Cuba.- Una fila de ómnibus esperaba a los pasajeros que, distendidos por la inusual facilidad de transporte, subían hasta completar los asientos. Luego otros relajados decidían ir de pie ese viernes 10 de febrero, primer día abierta al público la XXVI Feria Internacional del Libro.  El recorrido sería corto con la agradable brisa marina desde las calles Cárdena y Montes hasta las Fortalezas Morro y Cabaña.

Como ya otros febreros, miles de cubanos disfrutan esa transportación, muchos puestos de comida y un amplio parque de diversiones infantiles, que debería ser usual en Cuba al cabo de 58 años del “gobierno para el bienestar del pueblo”. No obstante, constituyen los atractivos fundamentales  para que las autoridades muestren la supuesta avidez por los libros y la lectura, sobre todo los sábados y domingos durante 10 días, a los visitantes extranjeros y mediante los medios de divulgación internacional.

Al regresar del alegre murmullo en la Fortaleza de la Cabaña, descendí del autobús en el Parque Central, usualmente concurrido por turistas rodeados de cubanos amables o apresurados para atrapar una guagua. En las aceras de ambos costados de la avenida del Prado me sorprendió ver tantas personas que con desesperación trataban de lograr que un taxi privado, conocido como almendrón, se detuviera y llevara a su destino.  Pregunté qué ocurría, y alguien atribulado contestó: “¡No hay transporte!” “Pasan almendrones”, riposté. “Sí, pero no paran o responden que no van para allá”, dijo. Continué caminando hasta la esquina de Prado y San Rafael, donde usualmente los almendrones  recoger a quienes nos atropellamos, gritando la ruta deseada para poder abordarlos. Idéntico panorama encontré allí. Caminé frente al Capitolio, crucé hacia el Parque de la Fraternidad para procurar una guagua. Las colas eran enormes. Usualmente lo son a esa hora,  pero a las 6:30 esta tarde eran mayores.

Incapaz de brindar un eficiente servicio de transporte en La Habana, el gobierno desvía el descontento de los cientos de miles de personas que diariamente esperan mucho tiempo, funden sus cuerpos y comparten calor y enfermedades en los repletos ómnibus, hacia quienes durante decenios, con grandes dificultades, han dado la posibilidad de llegar al trabajo, centros de estudio,  oficinas de largos y demorados trámites burocráticos, actividades culturales, visitas a familiares, reuniones con amigos y escasas opciones recreativas. Entre los choferes pueden encontrarse ingenieros, abogados y de muchas otras profesiones, cuyos ínfimos salarios del Estado no alcanzan para cubrir las necesidades vitales mínimas. Los abusos y el maltrato a los clientes existen, como en todo el mundo, así como la música estridente y las respuestas inadecuadas. Pero la mayoría cumple una encomiable función social.

El gobierno de la capital emitió una nota de prensa, publicada el jueves 9 de febrero, donde informó que “por el Acuerdo 185/2016 del Consejo de la Administración Provincial de La Habana, de fecha 14 de julio de 2016, se acordó no permitir el incremento de los precios referenciales máximos que venían cobrando hasta el 1 de julio de 2016, y ante la necesidad de proteger a la población por el fraccionamiento de las rutas de los trabajadores por cuenta propia con Licencia de Operación del Transporte”. Se estipulaban los precios preferenciales de las rutas según los tramos intermedios.

Al parecer el disgusto de la población afectada por la carencia de transporte y los taxistas motivó que el sábado 11 de febrero los noticieros de la televisión nacional al mediodía y la noche, presentaran reportajes con entrevistas a Tatiana Viera, vicepresidenta de Fiscalización y Control del Consejo de la Administracion Provincial, quien insistió en que la evaluación realizada de los seis meses transcurridos desde julio de 2016 cuando se dictó la Resolución No.185, evidenció violaciones en el cobro por tramos intermedios, pues solo se habían precisado los corredores de principio a fin, y que algunos transportistas han incurrido en violaciones a pesar de haber sido apercibidos e incluso son reincidentes.

La funcionaria reiteró que hay un cuerpo de inspectores que ya ha salido a la calle como en julio y agosto de 2016, acompañados por miembros de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y están en esos puntos intermedios;  la población puede acudir a ellos y también a las oficina de trámites o la estación de policía para presentar denuncia con efecto legal aportando el número de chapa del auto. También anunció que se ha evaluado un grupo de medida por el Consejo con los organismos centrales del estado para mejorar la transportación complementaria de la población, que se irán aplicando con el Ministerio de Transporte y la dirección del país.

Por su parte el Director General de Transporte expresó que se requieren 1 200 ómnibus diarios y solo tienen el 50%. Manifestó que violadores han sido sancionados, pero es difícil controlarlo con sistematicidad.

La periodista narró que más de 360 000 pasajeros  son asumidos por esos cuentapropistas diariamente y el transporte público aun no responde a la demanda, pues mueve 1 150 000 pasajeros diariamente para una población de más de 2 millones de habitantes. Añadimos además los miles de la población no declarada y visitantes, entre ellos quienes se desplazan por La Habana para procurar alimentos escasos en sus pueblos,  vender y realizar gestiones.

En el artículo “Trabajamos para la protección de la mayoría”, el semanario Tribuna de La Habana, órgano del Comité Provincial del Partido de la capital, el 12 de febrero, publicó una breve entrevista a la vicepresidenta provincial Tatiana Viera, quien adujo que “nuestro primer encargo estatal y moral es precisamente la protección del pueblo, donde no queda desprotegido ese trabajador por cuenta propia que es también ciudadano y sus familias reciben los beneficios del Estado”.  Como es habitual, a los cubanos se nos impone agradecer, pero no tenemos la opción de decidir por quiénes y cómo debemos ser protegidos y beneficiados.

El Partido Comunista y su gobierno no solucionan el endémico desbarajuste del transporte nacional y para desviar el descontento enfrenta a la población con los transportistas privados. Sus precios están altos en relación con los salarios y pensiones insuficientes para mantener una calidad de vida digna algunos días del mes, como la mayoría de los precios, incluidos los de las imprescindibles tiendas estatales recaudadoras de divisas. La demanda en los almendrones persiste a pesar de su incremento durante los últimos años, cuando el gobierno ha tenido que abrir la gestión privada. No puede desconocerse los altos costos para los propietarios, que pagan la licencia, tienen que comprar las piezas de repuesto, petróleo o gasolina a los elevados precios del Estado o el mercado informal, mientras el gobierno no oferta servicios de reparaciones y mantenimiento de los vehículos. Tampoco pueden excluirse los imprescindibles sobornos a policías, inspectores y otras personas para evitar multas, decomiso y lograr agilidad en gestiones.

Entre tantas quimeras revolucionarias nos prometieron un metro en la capital, pero tuvimos pesadas bicicletas chinas,  bicitaxis y mucho caminar. La eternamente renovada crisis económica augura nuevas dificultades. El caos del transporte no puede resolverse con represión y manipulación de los cubanos.