Inicio Cuba Tony Ávila: el timbiriche, la yunta de bueyes y la ambigüedad

Tony Ávila: el timbiriche, la yunta de bueyes y la ambigüedad

LA HABANA, Cuba. — El cantautor cubano Tony Ávila sabe bañarse y guardar la ropa, como reza un viejo refrán. Alguna de sus composiciones de crítica social, como Mi casa.cu, Timbirichi, y La yunta de bueyes,  entre otros, que se han incorporado a la banda sonora del régimen de la continuidad, por su ambigüedad, pudieran calificarse como son a la zurda del bolero de Canel o sucu-sucu tapiñao.

Las canciones de Tony Ávila, si bien abordan la realidad cubana actual desde una perspectiva crítica, no dejan de remarcar en sus textos que son escritas desde “dentro de la revolución”, amén de que su autor no deja de insistir en su identidad el amor por sus ancestros, sus orishas y las costumbres del país.

Pedir cambios en Cuba, como hace Tony Ávila en Mi casa.cu, resulta peligroso para cualquier habitante del país aunque sea desde una imagen alusiva. Basta recordar que quienes se han atrevido a pedir cambios desde el activismo político o los derechos humanos mostrando la palabra “maldita” en un pullover, una mochila o en una manilla de goma en la muñeca, han sido acosados y detenidos por la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) bajo las órdenes de la Seguridad del Estado, sin importar si lo que solicitaban era un cambio de gobierno o reformas parciales en la sociedad cubana.

Pero el habilidoso trovador pide los cambios desde la fórmula gatopardiana: cambiando todo en la casa (Cuba) para que todo siga igual.

El tema de los timbiriches —que es como llamamos en Cuba a esos pequeños establecimientos comerciales privados que fueron demonizados y condenados por Fidel Castro a desaparecer para siempre de la faz de la Isla cuando sentenció en su discurso del 13 de marzo de 1968, “no hicimos una revolución para crear timbiriches”— el cantautor lo aborda desde el gracejo popular, la ironía y su bien lograda vis humorística, fórmula que lo ubica en la cómoda posición de quedar bien con dios y con el diablo.

En su más reciente composición musical, La yunta, Tony Ávila no deja de acudir a similares recursos alusivos y tropológicos a la hora de realizar la crítica en un tono y estilo que no muestran a las claras si lo hace desde su compromiso con “la revolución”.

Si bien en La Yunta el cantautor revela el estancamiento económico y social en que se halla el país al señalar que uno de los bueyes “camina para adelante y el otro para atrás” y sentencia que esto es “arar en el mar”, no deja de insistir en que tanto la finca (el país) como los bueyes (el gobierno, los funcionarios) los heredó de su padre y sus antecesores, por lo que se debe mantener la continuidad sin dejar de buscar una mejor situación.

No es que me interese si el trovador simpatiza con el régimen o no. Aplaudo la calidad de sus textos, su eficaz ironía y su distanciamiento de la mediocridad que muestran algunos de sus colegas apologistas del castrismo al peor estilo de Raúl Torres, Arnaldo Rodríguez (el mulato acelerao) o el dúo Buena Fe, que se mostraba crítico en sus primeras canciones y terminó convertido en propagandista y vocero del régimen.

Para mi criterio y forma de ver las cosas, la evidente ambigüedad en los temas abordados por Tony Ávila no disminuye el mérito cualitativo de los textos del cantautor ni desacreditan su profesionalidad ni su derecho a ver las cosas desde su propia visión, siempre que refleje la realidad.

Si Tony Ávila es comunista, masón, neoliberal o abakuá es un problema suyo. Lo mío, como seguidor de sus canciones y las de otros cantautores, es percibir la autenticidad de la obra, decodificar el mensaje, reír y darle las gracias, porque “en este mundo tiene que haber de todo”, como asegura en una de sus canciones más populares.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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