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Un libro para convertirse en opositor Cubanet

(Archivo)

LA HABANA, Cuba.- Uno de los libros más difíciles de conseguir en Cuba es La Historia me absolverá, extenso panfleto escrito por Fidel Castro como autodefensa en el juicio tras el ataque al cuartel Moncada del 26 de julio de 1953, perpetrado por él y un grupo de hombres: un libro que pudiera servir para convertirse en opositor de su régimen.

Las mentiras sobre el ataque al cuartel nombrado en honor a Guillermón Moncada, héroe de la Independencia cubana y borrado del mapa —hoy la vieja guarnición se nombra Ciudad Escolar 26 de Julio—, nunca fueron desmentidas por el Comandante Iluminado en los miles de discursos que ofreció sobre aquella tragedia y mucho menos por su prensa nacional.

Pero ya se conocen, principalmente gracias a Internet y al profesor Antonio de la Cova, de la Academia de Historia de Cuba en el exilio, quien durante 30 años investigó sobre los hechos, entrevistando a más de cien de sus participantes, así como publicaciones cubanas de la época y de la prensa castrista.

Señala la investigación que los rebeldes capturados en el Moncada jamás fueron torturados ni vejados, como ha repetido Fidel, sino ejecutados de inmediato; y que Abel Santamaría jamás sufrió la extracción de uno de sus ojos, como narra Fidel en su alegato. También se sabe que, si Fidel se negó a hacerse la prueba de la parafina para el juicio, fue sencillamente porque no quiso demostrar que, siendo el jefe, jamás participó del ataque por sorpresa de los rebeldes contra los soldados.

Estos y otros detalles de la historia fueron tergiversados por Fidel durante décadas.

En su mamotreto, se refiere a “las cinco leyes revolucionarias que serían proclamadas inmediatamente después de tomar el Cuartel Moncada y divulgadas por radio a la nación”.

Una revolución que jamás se realizó.

Su programa político, dicho en pocas palabras, fue un engaño. Afincado en el poder, el dictador en ciernes hizo lo mismo cuando respondió a un periodista mexicano en el 2000, a la pregunta de cuándo haría elecciones libres en Cuba: “Cuando me dé la gana”.

Edición utilizada por la autora de este artículo (Foto: Tania Díaz)

A partir de enero de 1959, hizo todo lo que le dio la gana: la Constitución desapareció del mapa, toda la propiedad de la tierra quedó en las ineficientes manos del Estado, jamás los obreros participaron del 30% de las utilidades, como se prometió; se fusiló a miles, no sólo a los culpables, sino también a inocentes en juicios sumarísimos para atemorizar a las masas, se despojaron todos los bienes sin que mediaran tribunales especiales, se les quitaron inmuebles a sus legítimos dueños; se financiaron guerras en América Latina y otros países, no para implantar la democracia —como dijo Fidel Castro— sino gobiernos de izquierda vitalicios y el propio líder guerrillero señala, como algo fundamental, que “el primer gobierno de elección popular que surgiere, tendría que respetar dichas leyes”.

Nunca permitió que surgiera otro gobierno.

En su extenso alegato, sobre todo para lograr su libertad, Fidel señaló numerosas críticas al gobierno de Batista que hoy vendrían bien al suyo: la urgencia de industrializar el país, la necesidad de barcos mercantes, de viviendas, de luz eléctrica para todos, la buena alimentación de los niños, trabajo para todos, que nadie vaya a prisión cuando se roba por necesidad, de acuerdo a las condiciones sociales del medio, donde solo se piensa en “libertad absoluta de empresa, garantías al capital de inversión y ley de la oferta y demanda”.

Cuando se refiere a los maestros, señala la paga miserable que reciben y, sobre todo, la pobreza del pueblo.

Pero, entérense: En la página 93 de la edición que he utilizado de 1975, a cargo de Ciencias Sociales, dice: “No hay razón para que exista miseria entre los habitantes; los mercados debieran estar abarrotados de productos; las despensas de las casas debieran estar llenas”.

¿Dónde vivía el Comandante en Jefe que no vio los mercados abarrotados de productos alimenticios, muchos de ellos industriales y producidos en cuba en los años cincuenta?

Consejo: léase La Historia me absolverá y fácilmente se convertirá en un opositor castrista.