Inicio Cuba Un muerto oscuro espera a los reyes en el Oriente cubano

Un muerto oscuro espera a los reyes en el Oriente cubano

Fidel Castro (Foto: Reuters)

LA HABANA, Cuba.- Aguijonados por la opinión internacional y el calor antillano que muy poco ha cedido para este mes de noviembre, los reyes de España llegaron a Cuba y realizaron, el pasado martes, el tour de rigor por el casco histórico de la Habana Vieja. Allí, rodeados de un ambiente arquitectónico que huele a España por los cuatro costados, y un perrito callejero que escapó a la matanza perpetrada por Zoonosis, conocieron vida y milagros sobre la ciudad portuaria más populosa de cuantas pertenecieron a la Corona española.

Paseos, cenas, galas y ceremonias deben haber ayudado a relajar un poco al augusto matrimonio que se sabe observado en cada gesto y palabra; pero aún les falta caminar sobre carbones encendidos cuando visiten la ciudad de Santiago de Cuba, para rendir homenaje al almirante español Pascual Cervera y los soldados sacrificados innecesariamente durante la batalla naval contra Estados Unidos, ocurrida el 3 de julio de 1898 a la entrada de la bahía santiaguera. Se rumora que los reyes serán conducidos al cementerio Santa Ifigenia para colocar una ofrenda floral en el sepulcro donde descansan los restos de José Martí, el héroe caído bajo fuego español al comienzo mismo de la última guerra que los cubanos pelearon contra su antigua metrópoli.

Junto a la tumba del Apóstol -oh, casualidad- se encuentra el monolito que guarda las cenizas del dictador Fidel Castro. ¿Dejarán un voto también a la memoria del opresor antillano? ¿Harán la vista gorda y apurarán el paso para no verse más expuestos de lo estrictamente necesario? En cualquier caso, no saldrán bien parados los reyes. Ponerle flores a Fidel Castro podría ser la gota que desborde el vaso, y pretender que el túmulo no está ahí podría ser considerado una ofensa por la turba fidelista prepagada que, según dicen, anda siempre rondando la parcela del tirano.

Quizás el rey Felipe VI deje caer, como quien no hace nada, una florecilla para Fidel, por aquello de no ser descortés y porque, en resumidas cuentas, la familia Castro se empleó a fondo en mantener las piernas, perdón, las puertas de Cuba abiertas para los empresarios españoles en la era socialista. Un arreglo floral depositado en la piedra de Fidel no sería solo un gesto de respeto al despotismo castrista; sino de profunda gratitud porque esta isla huérfana y mal gobernada ha seguido siendo “una tacita de oro” para los peninsulares. La apabullante presencia de inversionistas españoles en Cuba se ha debido siempre a la voluntad de un sujeto que trató a su pueblo como el patriarca Ángel Castro lo hiciera, en otros tiempos, con sus peones en la finca de Birán.

Paradójico y falto de tacto sería que a pocos días de haber ordenado Pedro Sánchez la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco, sepultado en el Valle de los Caídos por decisión del rey Juan Carlos I, padre del actual monarca, viniera Felipe VI, también por mandato del socialista Sánchez, a rendirle homenaje a otro líder siniestro, tan megalómano como el caudillo español. Si bien Franco, en su descomedida egolatría, se auto consagró la cruz cristiana más alta del mundo, Fidel Castro optó por la falsa modestia y se conformó con un pedrusco, justo al lado de José Martí.

De esta guisa, el hijo de Leonor Pérez y Mariano Martí será, por los siglos de los siglos, rehén del barbudo, que no podrá ser ignorado por los visitantes a la necrópolis precisamente por hallarse junto al más universal de los cubanos, del cual se declaró albacea ideológico contra toda verdad histórica. Ya veremos cómo les va a los reyes en tan peliagudo trance.

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