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Un nuevo desembarco de tractores americanos en Cuba Cubanet

Tractor Ford 8N, todavía trabajando en Cuba (Archivo)

LAS TUNAS, Cuba.- El viejo Muñoz ganó dinero reparando tractores descompuestos. “Y evitando que se rompieran”, se apresura a decir el viejo mecánico, que ya va camino de 100 años con una mente lúcida, alimentada por recuerdos de otros tiempos.

“A mí Manolo (un colono cañero) me dijo: ‘Hazte una casa que yo te presto el dinero sin interés y me pagas cuando puedas’; pero yo le dije: ‘Gracias, no se preocupe, yo construyo mi casa con mi trabajo’”, dice el viejo Muñoz, y mira la casa que poco más de medio siglo atrás debió ser un chalet acogedor, pero que ahora se muestra triste, descascarillada.

“Yo me ocupaba de los tractores de casi todas las colonias (cañeras) de por aquí (Puerto Padre). Había colonias con un solo tractor, pero otras tenían tres o cuatro, y si uno se rompía, le metía mano y lo reparaba en el mismo campo, de noche, a la hora que fuera, sin desenganchar el arado. Yo tenía un jeep con un tráiler bien equipado, con todo, y si faltaba una pieza, nada más había que pedirla por teléfono a Horter en Camagüey y al otro día la enviaban (J. Z. Horter Co., S. A., con sede en Obispo y Oficios, La Habana, y sucursal en Camagüey en Carretera Central Km. 4, Oeste). El secreto de la maquinaria es buen mantenimiento, buena reparación y piezas de repuesto legítimas,” asegura el viejo Muñoz.

La conversación con el viejo mecánico de tractores se ha producido en un contexto inusitado: después de más de medio siglo de que las esteras de un tractor Caterpillar recién salido de la fábrica no surca el campo cubano, otra vez tractores “Made in USA” volverán a Cuba.

Según la prensa oficial cubana la compañía estadounidense John Deere y la estatal Maquimport del monopolio gubernamental Grupo Empresarial de Comercio Exterior, firmaron un acuerdo para “la validación de equipamientos agrícolas (estadounidense) en Cuba, con vistas a la posible venta”. La misma fuente dice que el primer envío de esa maquinaria llegará a Cuba a mediados de noviembre, para su “prueba y validación” en la “producción lechera, de granos, verduras y frutas”.

El 11 de agosto de 1949, la compañía Horter, comercializadora de maquinaria estadounidense en Cuba, escribía a un colono en Puerto Padre: “Queremos informarle que el tractor D2 viene ahora mejorado, con 32 caballos de fuerza en la barra de tiro y otras mejoras en su construcción, de tal manera, podemos asegurar que en toda la historia de Caterpillar no se fabricó un modelo tan avanzado en técnica y eficiencia, como esta nueva línea de tractores”.

Y qué casualidad, ahora se cumplieron 68 años, también en un mes de noviembre como este en que la maquinaria estadounidense volverá a Cuba, el 1ro de noviembre de 1949, de la compañía Horter escribían al colono Manuel Vázquez-Aldana a propósito de su pedido de un tractor Caterpillar diciendo: “Hemos dado orden a la fábrica para que su tractor sea embarcado directamente a Puerto Padre desde los Estados Unidos, al objeto de ahorrarle todos los gastos de fletes, conducciones, despacho y seguro desde La Habana, sin alterar el precio de $4903,00 que es el que tiene dicho tractor en nuestros almacenes aquí en la capital”.

Cabría preguntarse: ¿En las condiciones antes citadas trabajaran las compañías exportadoras de maquinaria agrícola estadounidense con la parte cubana…? ¿Podrán los estadounidenses comerciar directamente con los agricultores cubanos, y enviar desde un puerto de Estados Unidos un tractor a un puerto cubano destinado particularmente a un agricultor como ya se hacía en 1949…?

Bien sabemos que no. Y no por inconvenientes con los exportadores estadounidenses, sino por el monopolio castrista existente en Cuba ya hace más de medio siglo, genuino bloqueo al que estamos sometidos los cubanos en toda nuestra vida cotidiana, hasta para construir nuestras casas en terreno propio y con materiales legítimos.

En la propia carta fechada en agosto 11 de 1949, el tesorero de la compañía Horter J. C. Harvard informaba a un agricultor cubano: “También adelantamos a usted que confiamos poder servirle prontamente la cultivadora de caña JOHN DEERE No. 4, de acuerdo con las activas gestiones que estamos llevando a cabo para conseguirlo”.

Esas palabras fueron escritas hace 68 años. “Confiamos poder servirle prontamente.” Y esas mismas palabras, dichas como lo que está en vías de hecho y no en tono retórico, en 2014 las escuché en cuanto comercio serio visité en Estados Unidos durante seis meses, de Florida a Minnesota, de Colorado a Massachusetts. Y no pocos comercios de maquinaria agrícola visité a pedidos de mi padre, quien me dijo al partir: “Ve y mira para que me cuentes si todo funciona como antes”.

Pero, “confiamos poder servirle prontamente”, no lo escucharemos decir en voz de un empresario estadounidense en Cuba, no por el embargo estadounidense, sino por el bloqueo castrista; la Constitución de la República les prohíbe a los estadounidenses y a los empresarios de cualquier país, comerciar directamente con los ciudadanos cubanos.

El artículo 18 de la Constitución de la República de Cuba expresamente dice: “El Estado dirige y controla el comercio exterior”.

Los descendientes del viejo Muñoz o de cualquier otro mecánico o agricultor cubano, ya no podrán recibir piezas de repuesto ni tractores enviados directamente desde Estados Unidos por Caterpillar o John Deere, como hacían en 1949. El régimen del general Raúl Castro lo impide.