Inicio Cuba Un olvidable Sargento Pimienta en La Habana Cubanet

Un olvidable Sargento Pimienta en La Habana Cubanet

LA HABANA, Cuba.- El jueves 1º de junio, justo medio siglo después, La Habana se sumó a la celebración de la fecha en todo el mundo. Un concierto de dos horas en el parque John Lennon de El Vedado recordó la aparición del álbum Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Un sol inclemente no impidió los ensayos por la tarde. Un buen chubasco típico de estos días, dos horas antes, refrescó el ambiente y no demoró el inicio de un espectáculo que, en honor a la verdad, estuvo por debajo de lo que, tras una intensísima promoción en los medios, podía esperarse.

Quizás, si la calidad del concierto lo hubiera merecido, el público habría conectado más con los músicos. Pero tal vez ni siquiera ante la excelencia los asistentes habrían sido más espectadores, más degustadores de la música, que se supone que tenía el protagonismo. Más de dos tercios de la concurrencia estaba atendiendo a cualquier cosa menos a lo que sucedía en el escenario.

El disco

Aunque resulte muy difícil, uno pudiera imaginarse la historia del rock and roll sin alguno de los mejores grupos que le dieron esplendor, pero nunca alcanzaría a concebir esa historia sin los Beatles. Más arduo resultaría aún imaginar la carrera de esta banda sin un álbum que, más que un acontecimiento musical, fue un acontecimiento cultural cuya influencia no ha podido ser medida sin pasión a lo largo de 50 años.

En el verano de 1966, tras un apoteósico concierto en San Francisco, la banda anunciaba que ya no volverían a actuar en vivo. Descansarían unos meses y luego se encerrarían a trabajar en el estudio de grabación. Para sus fanáticos fue la peor noticia. Para los críticos surgía una enorme incógnita: ¿a qué se dedican ahora los Beatles? ¿No se habrán quedado sin ideas? No eran preguntas absurdas. Ya el grupo había puesto el listón muy alto. ¿Serían capaces de reinventarse?

Entonces, después de una intensa labor en el estudio desde diciembre de 1966 hasta abril de 1967, llegó la respuesta para los que creían que el grupo estaba acabado. El 1º de junio, con la salida del álbum, los escépticos se tragaron sus dudas y la crítica y el público se rindieron, unánimes y extasiados, ante el milagro: los Beatles anteriores habían muerto, pero renacían como semidioses.

La idea del Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band se le ocurrió a McCartney tras un viaje a los Estados Unidos, cuenta Lennon: “Era la época en que surgían grupos con nombres larguísimos. Ya no se llevaban nombres como Beatles o Crickets. Ahora era todo Fred y las increíbles ovejas voladoras, y cosas así”.

Según el quinto Beatle, George Martin, primero se grabó la canción Sgt. Pepper y después vino la idea del álbum. “Iba a ser como una ópera rock”, recuerda Ringo. Lennon nunca estuvo de acuerdo con que —como quedó en definitiva establecido— aquel fuera el primer disco conceptual: “Yo no lo veo así. Mr. Kite y toda mi contribución no tenía nada que ver con esa idea de la banda del Sargento Pimienta. Pero funciona y da esa apariencia de conexión”.

Para Martin, el álbum “representaba el sentimiento de la gente joven de entonces. Pareció coincidir con una revolución en la forma de pensar de la juventud. Supongo que representa lo que fueron los alegres años sesenta”. El productor nunca aceptó que la BBC prohibiera canciones como Lucy in the sky o A day in the life porque supuestamente incitaban al consumo de drogas.

Además del aniversario de la publicación del Sergeant Pepper, en estos meses se cumplen también 50 años del festival hippie Verano del Amor, en San Francisco. Pero en julio muchos recordarán un hecho crucial, sin el que no existiría el célebre álbum y acaso el Verano del Amor y la historia cultural posterior no serían iguales.

En 1957, el adolescente Lennon, creador de la banda The Quarrymen, conoció al aún más joven Paul McCartney en una fiesta parroquial y lo incorporó al grupo. Ya sabemos lo que ocurrió a partir de ese día. Alguien la ha llamado la Gran Aventura.

El concierto

Si muchos fueron al concierto sabiendo lo que celebraban, la mayoría no. Al joven Adriano, de 22 años, no le gustan los Beatles, “pero por lo menos este es un chance para desconectar y encontrarse con gente sin pagar”. Para colmo, algunos periodistas oficiales han hablado del disco de un modo que cualquier joven que no lo conozca puede salir corriendo. “Todavía hoy es un reclamo de paz, igualdad y justicia”, dijo uno. Según otro, el grupo se había propuesto “buscar un nuevo sonido que rompiera con el canon más conocido de la alienación”.

El espectáculo, según se informó, “fue comandado por el músico X Alfonso y Guille Vilar y organizado por el Ministerio de Cultura y la Fábrica de Arte”. La conducción estuvo a cargo de Juanito Camacho, veterano ex rockero, y en el programa aparecieron, entre otros, Los Kents, La Flota, Sweet Lizzy Project, Gens, Eddy Escobar, Héctor Téllez (hijo), el coro Renacer y la compañía infantil La Colmenita.

Hubo quienes se quejaron de que el concierto se hubiera realizado en un escenario armado sobre la calle, en vez de hacerlo en la rotonda, como en otras ocasiones parecidas. El hecho era que ya en la misma rotonda del centro del parque la música llegaba confusamente, lo que no pareció molestar a los que se reunieron allí, o más lejos, en la esquina opuesta.

Buena parte de los asistentes eran niños que iban a correr y a jugar y que ni se dieron cuenta de que actuó La Colmenita. Otra buena parte eran los policías de civil, que, bajo las más variadas apariencias, se delataban porque, igual que los policías uniformados, no atendían al concierto, sino a la gente que pasaba, a la muchedumbre.

Curiosamente, algunos músicos habían hablado, un día antes, de que el concierto comenzaría a las 9 de la noche, y la mayor parte del público creía que el concierto terminaría muy tarde. En verdad, fue solo después de las 7 que comenzó a llegar más gente. Cuando, poco después de las 8, empezó a ser despejado de instrumentos el escenario, algunos decían que el concierto “se acabó cuando parecía que estaba empezando”.

Mientras se alejaban por la calle 17, cerrada al tránsito en ese tramo, un sesentón le comentaba a un amigo: “Antes, te hacían la vida imposible si oías a los Beatles y casi nadie se enteró aquí de que ese disco estaba sonando en el mundo entero… ¡Y mira esto ahora!”