Inicio Cuba Vertederos de materiales, una práctica rapaz en detrimento de los cubanos

Vertederos de materiales, una práctica rapaz en detrimento de los cubanos

La curva de Los Elevados. Foto del autor

LA HABANA, Cuba.- Hace pocos días, mientras caminaba por la zona conocida como “Los Elevados”, en el barrio de Jesús María, noté lo que parecían ser promontorios de cal o tierra. Mi primera suposición fue que se trataba de una especie de plataforma para sujetar la valla de metal que separa la línea del ferrocarril de la calle por donde circulan peatones y vehículos. Pero el terreno lucía tan irregular que si en efecto era una estructura de contención, no estaba acabada y el resultado final sería, a no dudar, una chapucería.

Fue grande mi sorpresa al descubrir que las horribles protuberancias crecidas en un terreno otrora llano, son consecuencia de la acumulación de material fraguado, sobrante de obras estatales que de forma ilegal e irresponsable es abandonado allí, frente al antiguo Cuartel San Ambrosio y en presencia de varios ciudadanos que acuden para tratar, infructuosamente, de comprarle a los operarios del camión-concretera al menos una parte de la preciada mezcla.

“El trompo (concretera) viene por la noche, lo bota todo y se va (…) Saben que eso está prohibido, pero no pasa nada y aquí nadie está para buscarse un problema (…) Tremendo desperdicio de materiales”, comentó a CubaNet un custodio que prefirió no revelar su identidad y añadió que algunos vecinos han ofrecido a los trabajadores del camión 200 o 300 pesos por la mezcla. “Por menos de mil pesos esa gente no vende nada, así que tiran el concreto ahí mismo (…) El que esté muy necesitado tiene que traer su pala y meterle el lomo”, puntualizó.

Dicha actitud denota, en primer lugar, la falta de espíritu comercial de quienes dejan de ganar 300 pesos porque no pueden obtener mil a costa de bienes ajenos y que además van a desechar. Pero también refleja la maldad de algunos ciudadanos amparados por la mezquindad del régimen.

A pocos pasos de donde se bota la mezcla hay casitas humildes, solares apuntalados y aceras intransitables por el mal estado en que han permanecido durante años. Es inconcebible que ante los ojos de un pueblo que carece absolutamente de todo, se derrochen materiales que pudieran mejorar la calidad de vida de los residentes en uno de los barrios más desfavorecidos de la capital.

Si no se quisiera ayudar a los particulares con los recursos del Estado, allí están los muros descarnados de la Terminal de Trenes y sus estructuras de sostén prácticamente en el ladrillo vivo. La colosal edificación se desploma mientras un posible remedio se malogra dentro de sus propios límites.

Las imágenes muestran metros cúbicos de cemento, gravilla, arena y recebo endurecidos; productos que los cubanos están obligados a pagar a precios inflados en el mercado negro de una Isla donde constantemente se habla de la lucha contra el descontrol, el despilfarro y la corrupción, sin dejar de recalcar que la producción está lejos de satisfacer la demanda del pueblo.

No hay más meta que el atraso. Cuba fue el primer país de América Latina que produjo cemento, en el año 1895. En 1958 rompió un récord de producción de más de cuatro millones de toneladas, justo antes de que llegara el Comandante y mandara a parar. Sesenta años después del frenazo, el estatal Grupo Empresarial Industrial de la Construcción  (GEICON) posee una capacidad productiva de siete millones de metros cúbicos de áridos y poco más dos millones y medio de toneladas de cemento, apenas la mitad del pico alcanzado en 1958.

En el caso de los áridos, la enjundiosa cifra se basa en la capacidad potencial, que de aquí a doce luminosos años será triunfalmente duplicada; pero debido a la vetustez del equipamiento y la baja disponibilidad técnica  ̶ entre otros factores ̶, en la actualidad los números reales son mucho menos halagüeños y la mayor parte se escurre por los canales de la ilegalidad.

Mientras se agrava la crisis de viviendas que afecta a millones de cubanos, empleados estatales sostienen una práctica que podría catalogarse como criminal. Otro ejemplo de la alevosía, estupidez y pereza administrativa de un sistema que se devora a sí mismo.

Se estima que la racha hotelera de los militares se traga el 60% del cemento fabricado en la Isla. Sería interesante conocer cuánto se pierde en parajes que, como “Los Elevados”, cumplen la triste función de vertedero de materiales de construcción y escapan a cualquier tipo de vigilancia.