Inicio Cuba Vicente Feliú: ¿por qué no hablas más claro?

Vicente Feliú: ¿por qué no hablas más claro?

Cuba vicente feliu silvio rodriguez
Vicente Feliú (embajadacuba.com.ve)

GUANTÁNAMO, Cuba. – Luego de un largo y decepcionante período de calma chicha que ya alcanza los 53 años —si tenemos en cuenta que las últimas guerrillas anticomunistas fueron derrotadas en 1966—, algunos sucesos parecen indicar que la verdadera sociedad civil cubana comienza a mostrar públicamente su multiplicidad de intereses y, mejor aún, sus potencialidades.

Desgraciadamente esa visibilidad lleva aparejada, concomitantemente, la represión descomunal que la dictadura ha ejercido contra todo intento de “romper la unidad monolítica del pueblo alrededor de su partido único, invicto y eterno”.

No pretendo, ni puedo abarcar en este artículo, todos los sucesos de importancia ocurridos en el país durante los últimos días. Sólo me referiré a algunos publicados por CubaNet y Radio TV Martí.

El martes 7 de mayo Isel Almagro, editora de la revista “La hora de Cuba”, fue citada por la Seguridad del Estado en Camagüey. En el lugar de la cita fue amenazada por su labor como periodista independiente y por las consecuencias que podría acarrearle el viaje que pensaba hacer a Chile, adonde había sido invitada para un taller de asesoramiento en proyectos independientes. El viaje no se realizó porque el viernes 10 de mayo las autoridades se lo impidieron, lo cual es, sin dudas, una violación de la ley migratoria y del artículo 52 de la Constitución.

El mismo 7 de mayo el señor Rubén Remigio Ferro, presidente del Tribunal Supremo Popular, amenazó a los periodistas independientes con la aplicación de la draconiana Ley 88, promulgada con el rimbombante nombre de “Ley de Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba” y que el pueblo, sagazmente, bautizó como “ley mordaza”. La noticia tuvo resonancia internacional y demostró el espíritu acusatorio de los tribunales cubanos, toda vez que esa actitud no corresponde al máximo dirigente de un órgano que debe velar por el equilibrio en la aplicación de la ley, sino a quien ejerce la acusación, en este caso la Fiscalía General de la República. Al menos la “metida de pata” de este adelantado en mostrar públicamente su genuflexión ante la dictadura también reveló el verdadero rostro de los funcionarios judiciales cubanos. Y conste, aunque la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba (FDHC) haya colocado a este señor en la lista de los represores del pueblo, eso no basta. Debe incluir también en esa lista a sus hijos, hermanos y demás parientes, impedirles a todos la entrada en los EE.UU. y colocarlos en la misma lista. Lo mismo debería hacer con los “hijitos de papá” que vacacionan en ese país dilapidando el dinero del pueblo.

El miércoles 8 de mayo la Dama de Blanco Marieta Martínez fue detenida y golpeada en La Habana. Luego fue mantenida bajo arresto por más de cincuenta horas, multada con $180.00 pesos corrientes y los mensajes de las tarjetas postales que iba a llevar a varias personas, con motivo del Día de las Madres, fueron tachados y sustituidos por mensajes dictatoriales.

Si he mencionado estos pocos ejemplos es para recordar que en Cuba la represión no es excepcional sino cotidiana. Y como esa es una práctica inherente a un régimen hipócrita, que —tomando literalmente palabras de Václac Havel— al poder de la burocracia le llama poder del pueblo, que esclaviza a la clase obrera en su propio nombre y contrabandea como definitiva liberación lo que en realidad es la humillación total del individuo; que llama a la arbitrariedad “aplicación del ordenamiento jurídico”, a la asfixia de la cultura le dice desarrollo y a la farsa electoral la más alta expresión de la democracia, me resultan algo desconcertantes las palabras escritas por el cantautor Vicente Feliú, con motivo de lo ocurrido el pasado sábado 11 de mayo durante la realización de la Marcha por los Derechos LGBT, desautorizada por Mariela Castro y el Ministerio de Salud Pública a pesar de que —como dijeron varios de los miembros— la marcha “no era en contra de nada, sino una manifestación pacífica a favor de sus derechos”.

La represión fue tan violenta e injustificada que otros artistas de indubitable vínculo con la dictadura, como Silvio Rodríguez, la criticaron.

Vicente afirmó: “Y para mí está claro que subsisten tendencias muy negativas y retrógradas dentro de algunos decisores con mucho poder, que restan cada vez más y enquistan al país, y a este pueblo que tiene cuerda para mil años, pero está cansado de las chapuzas de las mentalidades que tienen que acabar de ser cambiadas o nos van a hundir en la desidia”.

Me parece una declaración parcialmente ambigua por lo siguiente:

1) Calificar como “tendencias muy negativas y retrógradas dentro de algunos decisores” a la reiterada y salvaje represión cotidiana que sufren los cubanos que desean luchar por sus derechos y lo expresan públicamente, es una manera muy elegante de calificar a una acción que es parte esencial del terrorismo de Estado.

2) Vicente sabe muy bien que las mentalidades que deben ser cambiadas son las mismas que han sumido a este país en una ordalía sangrienta, el descalabro económico y las mismas que han ordenado reiteradamente la violación de elementales derechos humanos.

Es un derecho de todo ser humano defender las ideas en las que cree y defiendo el derecho de Silvio, de Vicente y de todos los intelectuales cubanos que apoyan a la dictadura, a hacerlo. Lo que siempre los dejará muy mal situados ante la historia es que jamás se han parado en una de las tantas tribunas públicas que han tenido, para alegar que los cubanos que no piensan igual que ellos tienen el mismo derecho, y que no existe ninguna ideología, ninguna razón, para coartarlo.

Quienes pensaron que por no expresarse públicamente contra la dictadura iban a ser tolerados ya tienen la respuesta. Es la misma que han recibido quienes sí se han atrevido a hacerlo.