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Dos ‘chaquetas verdes’, dos alegrías diferentes

Publicado 09/04/2019 16:20:46CET

MADRID, 9 Abr. (EUROPA PRESS) –

El veterano golfista español José María Olazabal vivirá esta semana una edición especial del Masters de Augusta, primer ‘major’ de la temporada y que da comienzo el jueves, ya que se celebrarán los 25 y 20 años de sus dos triunfos en el prestigioso torneo.

Este miércoles 10 de abril se conmemoran los 25 años de la primera ‘chaqueta verde’ del de Hondarribia, que un día después, justo el día del inicio de la competición, festejará el 20 aniversario de su segunda victoria en Augusta, marcada por el calvario que había pasado anteriormente por una lesión en el pie.

Dos éxitos, seguramente los más recordados a nivel individual del vasco, y que permanecieron como los únicos del golf nacional en los ‘majors’ durante casi dos décadas. No fue hasta 2017, de nuevo en Augusta, cuando el castellonense Sergio García puso fin a la espera.

En cambio, inmerso todavía en la era del gran Severiano Ballesteros, el golf español no tuvo que esperar tanto tiempo para saborear otro gran triunfo. El de Pedreña ganaba en 1988 su tercer ‘British’ y quinto ‘major’ en total con el nombre de Olazabal, un jugador brillante en su época amateur, sonando ya con fuerza en el circuito profesional.

‘Ollie’, como es conocido en el circuito, ya había logrado casi una veintena de victorias, cuando se plantó en 1994 en el Augusta National como uno de los favoritos a la prestigiosa ‘chaqueta verde’. Además, ya había probado el sinsabor de perderla tres años antes frente al galés Ian Woosnam por un fallo en el hoyo 18.

Pero en el 94, edición a la que llegaba con buenas sensaciones, no la dejó escapar en un bonito mano a mano con el estadounidense Tom Lehman. Las cosas no empezaron bien, con una primera ronda de 74 golpes, dos por encima del par. Enfadado con su juego, ni siquiera fue a practicar y se fue directo a su alojamiento.

Pero las sensaciones que había traído a Atlanta aparecieron en los días siguientes para llegar de nuevo al domingo decisivo con todas las opciones intactas. El viernes firmó 67 golpes, cinco por debajo del par para colocarse con un total de -3, que se convirtió en un óptimo -6 tras un sábado positivo (69).

Le tocaría salir el último día a un golpe de Tom Lehman y uno por delante de Larry Mize, favoritos de los espectadores y el segundo de ellos con la experiencia de haber ganado ya en ese escenario (1987). El vasco no durmió bien la noche previa en la que intentaba dibujar en su mente todo lo que debía hacer y tampoco encontró apetito al levantarse.

Sin embargo, una sorpresa le esperaba en el vestuario. ‘Seve’, doble ganador en Augusta (1980 y 1983), le había escrito una carta que le ayudó para inspirarse. «Fue muy bonito. ‘Seve’ había tenido una gran influencia sobre mí y me dio el coraje y la confianza», recalca Olazabal.

El de Hondarribia no falló en su segunda gran oportunidad. Del conocido ‘Amen Corner’ que conforman los hoyos 11, 12 y 13, Olazabal y Mize salieron con un golpe de ventaja sobre Lehman. Quedaban cinco hoyos y todo estaba en un puño. El vasco, líder tras el 12, continuó seguro y alcanzó el par 5 del hoyo 15 de nuevo en cabeza tras un ‘bogey’ de Mize. De ahí saldría con media ‘chaqueta verde’ puesta.

La Diosa Fortuna hizo acto de aparición para evitar que su hierro 5 del segundo golpe se fuese al agua. Luego, emergió su talento para conectar un sensacional ‘putt’ de 30 pies para hacer un ‘eagle’ descomunal. Lehman, con la misma opción y mucho más cerca, falló por poco para su desesperación, aún mayor cuando perdonó un ‘birdie’ claro en el 16 y otro más en el 17, donde llegó el único ‘bogey’ del español.

En el hoyo final, Olazabal, pese a que se pasó el ‘green’, no falló en sus dos siguientes golpes para coronarse campeón. Fiel a su carácter, su celebración fue sobria. «Esto es Agusta, tienes que comportarte apropiadamente», recordó.

UN CALVARIO DA PASO A UNA SEGUNDA ‘CHAQUETA VERDE’

Aquella no sería la única vez que se enfundaría la simbólica ‘chaqueta verde’. El de Hondarribia lo volvería a hacer cinco años después, en un triunfo con un, quizá, significado todavía más especial. Una dolencia en el pie le apartó del golf durante año y medio e incluso pensó que no podría volver a caminar y que su carrera estaba «acabada», pero aquel temor desapareció cuando le encontraron el origen de su problema, culpa de una vértebra.

Recuperado de este gran susto, Olazabal volvió a saborear la gloria del Masters en 1999, una edición también con un emocionante final en su domingo con el australiano Greg Norman, que no pudo con la presión de los hoyos finales.

Y si en 1994 fue Ballesteros el que le inspiró, cinco años después lo hizo otro ‘monstruo’ del golf como el sudafricano Gary Player, en esta ocasión antes de comenzar un torneo al que llegaba con problemas en su ‘driver’. Pero el ganador de nueve ‘majors’ fue claro. «Tienes que creer en ti mismo», relató el guipuzcoano sobre el mensaje que le dio y que le reforzó anímicamente por «la determinación», «las palabras» y «la forma en que lo dijo».

Otra charla posterior con ‘Seve’ también le quitó cualquier tipo de complejo y desde el inicio del torneo estuvo en los candidatos al triunfo yendo de nuevo de menos a más. Así, a su primera tarjeta de 70 (-2), unió una segunda sensacional de 66 (-6) para ponerse en un liderato que ya no soltó pese a un complicado sábado (73).

Quedaba otro domingo de infarto, en el que partía con un golpe de ventaja sobre el ‘Tiburón Blanco’ y dos sobre los estadounidenses Davis Love III y Steve Pate. El día decisivo se levantó incómodo por el viento y Olazabal realizó un ejercicio de resistencia. Si el 10 de abril de 1994 sólo cometió un ‘bogey’, el 11 de abril de 1999 ya acumulaba tres, y consecutivos, tras los cinco primeros hoyos, compensado por un gran ‘birdie’ en el 6 que calmó su juego.

Un ‘eagle’ de Norman en el 13 encontró la respuesta en forma de ‘birdie’ del vasco para que todo quedase en el aire ya entre ellos dos porque Love III, al acecho, nunca llegó a inquietar realmente, al igual que su compatriota David Duval, que se vino abajo tras situarse con todas las opciones tras el 10.

Nadie pudo con el español, que desde su tercer ‘bogey’ en el 5 no volvió a cometer ningún error y que firmó una segunda parte del recorrido repleta de maestría, todo lo contrario que un Norman que a su genialidad en el 13 le siguieron dos ‘bogeys’. El cuarto ‘birdie’ del domingo, en el 16, terminó por sentenciar la segunda ‘chaqueta verde’ para el vasco. La celebración, una vez más, sobria, aunque se palpaba la emoción en su rostro por lo pasado. «Apenas pude contener las lágrimas en el 18, soy un hombre muy feliz», confesó.