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El vacío tras Makélélé – Notas de Fútbol

Cuando parecía que las aguas bajaban tranquilas en el Bernabéu, que la plantilla estaba cerrada y que, salvo sorpresa de última hora, no llegaría el ansiado delantero en una nómina de atacantes que se antoja corta, de un día para otro ha saltado la banca: uno de los pilares del equipo, Casemiro, parece que se marcha al Manchester United tras una mareante oferta de los diablos rojos para el jugador y suficiente para el club. En el aspecto meramente deportivo no tiene buena pinta: el brasileño es el bastión que sostiene al equipo en el centro del campo y una figura que se ha demostrado esencial, por lo que su posible salida ha recordado a la afición madridista la marcha de Makélélé casi veinte años atrás. ¿Qué ocurrió entonces? ¿Cómo afectó al Madrid la marcha del centrocampista francés?

Makélélé fue una pieza vital en el Real Madrid desde su fichaje procedente del Celta en el año 2000, mismo año en el que llegó Florentino a la presidencia del club. En sus tres años en el Bernabéu ganó dos ligas y una Liga de Campeones, siendo esencial en el centro del campo de un equipo que acumulaba galácticos año tras año en su parcela ofensiva: Figo, Zidane, Ronaldo… Al cuarto año llegó Beckham al mismo tiempo que le habían prometido a Makélélé un aumento salarial, pero la llegada del inglés hizo imposible más esfuerzos económicos. Varios equipos se interesaron por el galo, como Inter o Manchester United (que ya entonces se fijó en el pivote del club banco), pero fue finalmente el Chelsea, entonces entrenado por Ranieri, quien le colmó a Makélélé sus pretensiones. De esta manera, con el mercado de fichajes a punto de cerrarse, los blues se hicieron con el centrocampista, que entonces contaba 30 años.

La marcha de Del Bosque, Hierro y Makélélé

En un equipo del que también se habían ido Del Bosque y Fernando Hierro, no parecía que la marcha de Makélélé se notaría demasiado entre tanto jugador ilustre en el ataque. Pero Queiroz había llegado al banquillo y se encontró con un problema en el centro del campo. Tenía varias opciones, pero ninguna era plenamente satisfactoria: Cambiasso había regresado al Madrid un año antes tras su fructífera cesión en River e Independiente y había dejado buenas sensaciones, y fue de hecho quien comenzó como titular: en el único título ganado por el Madrid esa temporada, la 2003-2004, en la Supercopa de España ante el Mallorca, el argentino fue el pivote en ambos partidos. Pero entonces tenía 23 años y no era un futbolista de las características de Makélélé: no podía sostener el centro del campo de la misma forma que lo hacía el francés.

Otra opción era el canterano Borja, miembro del grupo de los Pavones que complementaban la plantilla junto a los Zidanes. Tuvo sus minutos, pero no se asentó en el equipo. También Helguera jugó en el centro del campo, pero tras la marcha de Hierro, la presencia del cántabro era necesaria en la zaga. La opción más habitual fue ubicar a Guti y a Beckham como doble pivote, pero ninguno ejercía las funciones que mejor se les daba: Guti era mediapunta y Beckham jugaba por la derecha. Y así todo, la temporada marchaba bien para el Madrid: líder en liga, superando rondas en copa y eliminando a todo un Bayern en octavos de Champions.

Pero tras la derrota ante el Zaragoza en la final de copa llegó el descalabro. El golpe más duro ocurrió en cuartos de Champions ante el Mónaco de Morientes y Deschamps. La ida no fue mal con la victoria por 4-2 en el Bernabéu, pero los goles de Squillaci y Morientes dejaron abierta la eliminatoria para la vuelta. Guti y Beckham formaron el doble pivote ese día, pero el inglés vio la amarilla y no pudo disputar la vuelta en el Principado. Borja fue su sustituto en un día aciago para el equipo donde nada funcionó. Con el 3-1, con doblete de Giuly y otro tanto de Morientes, el Madrid quedaba fuera por sorpresa.

Beckham era un futbolista muy profesional, que lo dejaba todo en cada partido y que tuvo que amoldarse a una posición que no era la suya, ya que la banda derecha estaba ocupada por Figo. Un gran fichaje, pero no el que necesitaba el Madrid en ese momento. La falta de profundidad en la plantilla tras la disolución de la clase media, más las bajas de Hierro en defensa y de Makélélé en el centro del campo, se hicieron notar demasiado en un equipo que vivió una temporada aciaga cuando parecía encaminada a la gloria.

El intento con Vieira

Florentino intentó subsanar el error de la partida de Makélélé fichando a otro medio defensivo de postín en ese momento como era Vieira. La estrategia parecía seguir su curso como en anteriores fichajes: el francés había declarado su interés en llegar al Bernabéu, pero no hubo manera de sacarlo del Arsenal. El presidente blanco parecía haberse dado cuenta del error que fue no atender la defensa y la zona media, pero el desembolso en Samuel y Woodgate para el centro de la zaga no funcionó bien y para el centro del campo tan solo se incorporó Celades tras su cesión al Girondins. El ex del Barcelona jugó varios partidos, pero no fue la solución que se necesitaba en aquella temporada de la pronta espantada de Camacho, la solución temporal de García Remón y la llegada de Luxemburgo.

En el mercado de invierno llegó Gravesen, desde luego un fichaje sorprendente. “Creía que era para el Atlético y para eso me quedaba en el Everton”, dijo recientemente. Gravesinha aparte, la llegada del ogro danés no solucionó nada en otra temporada aciaga, mientras Makélélé brillaba en el Chelsea de Mourinho.

Para la temporada siguiente se fichó al uruguayo Pablo García, un rompe y rasga que había funcionado bien en Osasuna pero al que el Madrid le vino grande. Mientras, el ataque se vio apuntalado con Robinho y Baptista y Sergio Ramos reforzó la necesitada defensa. Con Luxemburgo destituido y López Caro haciéndose cargo del banquillo, fue otra temporada sin títulos y la última de Florentino en su primera etapa. Tras unos primeros tres años fructíferos, fueron varios los errores que precipitaron su marcha, y la falta de un centro del campo que sostuviera a los galácticos fue uno de ellos.

Capello llega con Emerson y Diarra

Llegó Calderón a la presidencia, y con él, Capello regresó al banquillo del Bernabéu. Trataron de subsanar el problema del centro del campo a lo grande, fichando un doble pivote con Emerson y Diarra. Puro fútbol. El brasileño llegaba como uno de los mejores en su posición, y lo fue en Roma y Juventus, pero nada le salió en Madrid. El malí Diarra, procedente del Lyon donde formó un buen centro del campo con Essien, sí cumplió, pero tampoco era Makélélé. Aquel año terminó con la liga del “clavo ardiendo”, el gol de Tamudo y demás, y en la que Diarra marcó un gol decisivo ante el Mallorca. Curiosamente, Beckham no contaba en un principio para Capello en la que sería su última temporada en el Madrid, pero terminó siendo esencial en la banda derecha.

Llegaron buenos centrocampistas en esa etapa como Gago o Lass Diarra, posiblemente este último el que más se acercó a las prestaciones de Makélélé a pesar de que llegó prácticamente a hurtadillas procedente del Portsmouth, pero no eran jugadores top.

En 2009 volvería Florentino a la presidencia para dar inicio a una de las mejores etapas de la historia del club, y lo haría con nuevos galácticos bajo el brazo, pero también con otro fichaje esencial para el centro del campo como fue Xabi Alonso, que sería vital en los éxitos posteriores. No habría sido malo ficharlo en su momento de la Real Sociedad. Con la marcha del donostiarra al Bayern en 2014, y el poco fructífero fichaje de Illarramendi, volvieron los fantasmas, ya que Kroos no era el futbolista indicado para ejercer esas funciones. Ya lo dijo él en su momento. Pero al año siguiente, tras un mal inicio de Benítez en el banquillo, Zidane encontró una solución que ya tenía en la plantilla con la figura de Casemiro: con el brasileño de pivote por detrás de Kroos y Modric, se forjó un centro del campo de leyenda.

Ahora Casemiro tiene una cuantiosa oferta de un United en barrena. A sus 30 años, posiblemente su último gran contrato en un club que, como ha definido Gary Neville en los últimos días, es actualmente un “cementerio de futbolistas” por el poco éxito de sus fichajes a pesar de las buenas credenciales de estos (véanse Varane y Di María en su día, también procedentes del Madrid). El Madrid acaba de gastarse 80 millones en Tchouaméni y Camavinga también puede jugar ahí, pero la pérdida de Casemiro parece igualmente notable: Tchouaméni acaba de llegar y tiene aún todo por demostrar en un club como el Madrid: lo ideal sería verlo poco a poco entrar en el equipo, como Camavinga el pasado año, donde ya demostró que hay futbolista en él. Además, el ex del Mónaco, habituado al doble pivote, tiene que acostumbrarse a ser pivote único en un 4-3-3.

Tiene opciones Ancelotti en su plantilla, pero ninguna parece tan clara para el presente como Casemiro y el tiempo ya ha demostrado que no vale cualquiera para un puesto tan importante. Sea cual sea el desenlace, poco se le puede reprochar al brasileño: su trayectoria como madridista ya forma parte de la historia del club.

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