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Carta a Pablo Iglesias sobre las donaciones de Amancio Ortega

El repugnante Pablo Iglesias

Pedro Miret.- Soy uno más de los miles de casos que anualmente contraen cáncer en este país. Hace días que quería escribirle estas líneas, y si no lo he hecho antes ha sido simplemente por dejar pasar las elecciones.

Me quedé estupefacto el otro día cuando le oí hablar con desprecio, y más con los argumentos que dio, sobre las donaciones a la sanidad española por parte de don Amancio Ortega y su Fundación. Desprecio hacia esa persona y que, con sus argumentos, es ampliable a todas y cada una de las miles y miles de personas que cada año donan dinero, cada una con sus capacidades económicas y con su compromiso personal, desde cincuenta céntimos hasta los millones de don Amancio. Yo agradezco a todas y cada una de esas personas, fundaciones y asociaciones que se dedican a donar y a conseguir fondos para investigar, mejorar los tratamientos y hacerlos llegar a más personas, así como para la compra de equipos más modernos.

Tengo muy claro, y en esto estoy totalmente de acuerdo con usted, que la sanidad española, magnífica y con grandísimos profesionales, debe ser financiada con los impuestos de todos los españoles (como lo está siendo), pero eso no quita en absoluto que personas anónimas, filántropos, millonarios reconocidos y fundaciones ayuden a mejorar la misma con sus donaciones.

Me alegro mucho que sus hijos fueran salvados y tratados por la sanidad pública, como me alegro de que esta misma sanidad y sus grandes profesionales me atendieran, hace menos de un año, con absoluto rigor y me hicieran las primeras pruebas que desembocaron en la detección del cáncer. Todo mi agradecimiento en ese sentido al Hospital de Puigcerdà y sus servicios de urgencias.

Pero de lo que no me alegro en absoluto, don Pablo, fueron sus palabras atacando a una persona por su riqueza y por sus donaciones. Me parecieron de un cinismo descomunal y de una simpleza muy poco digna de un, teóricamente, líder político. Es más, sus palabras me indignaron. Le quiero decir que estoy convencido de que no solo yo, sino que todos y cada uno de los enfermos de cáncer, así como de cualquier otra enfermedad que sea receptora de fondos y donaciones privadas, piensa como yo: ojalá sigan habiendo personas, y cada vez más, que sean benefactores para la sanidad pública. La sanidad pública no debe ni puede permitirse el lujo de despreciar ni un solo euro, venga de donde venga, y menos cuando viene de forma altruista. Este país necesita más Amancios Ortega y menos…sectarios.

Señor Iglesias, deje el sectarismo de lado en un tema tan importante como la sanidad y trabaje para conseguir que la misma sea aún mejor de lo que es (siempre, siempre se puede y se debe mejorar). Todos los enfermos y sus familiares seguro que se lo agradecerán.