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El babosismo de Luis María Anson en LaSexta y su torticera interpretación de algunos hechos historicos vinculados a Don Juan Carlos

AR.- Ha llegado a un grado tal de babosismo que parece difícil de superar. Pero seguro que se superará en su próxima comparecencia televisiva. Hablo de Luis María Anson, perejil de todas las salsas en los 90 para echar del poder a Felipe González, al que hoy considera, sin ningún rubor, el mejor estadista español del siglo XX.

Luis María Anson estuvo el sábado en LaSexta Noche y satisfizo las expectativas de sus anfitriones progresistas. No sé por qué pero me cuesta menos imaginar a este hombre embutido en un mandil que portando una adarga antigua. Lo asombroso en Anson es cómo ha podido alcanzar una posición tan rastrera e indigna habiendo representado tanto, durante años, para la derecha social española, siempre tan errática. El babosismo se convirtió en torrentera al hablar de algunos protagonistas de la crónica española. Blasonó tanto las virtudes políticas e intelectuales de Pablo Iglesias que a su lado hubiera hecho pasar a Carl von Clausewitz por un simple becario. De su churri (la de Iglesias) dijo que «habla divinamente». Elogió de Sánchez su «inteligente rocosidad» y del hablar de Felipe González, el acabose. Nada menos que el mejor estadista español del siglo XX.

Para tan grande ocasión, un monárquico como Anson dedicó sus mejores loas a la ejemplaridad de Juan Carlos I como concepto moral. Y no solo eso. La desvergüenza de Anson alcanzó su momento más delirante al situar a Juan Carlos en la posición más antagónica con respeto a Franco. Escuchando al rastrero uno pensaría que el sucesor de Franco creció bien henchidito de compromiso antifranquista. No faltaron las imprecaciones contra Falange por sus campañas de insidias contra el entonces príncipe. Pero ya sabemos del doble fondo moral de un personaje que mientras coloca el reinado de don Juan Carlos a la altura de los acontecimientos cenitales de nuestra historia, se olvida de algunas cuestiones no tan ejemplares como los líos extramatrimoniales de don Juan Carlos, sus safaris por medio mundo o su fortuna patrimonial valorada por el New York Times en 2.700 millones de euros. Asuntillos menores…

Anson va teniendo ya una edad en la que estar a bien con Dios le compensaría más que estarlo con algunos hombres. La mentira es mala consejera espiritual.

Lamento tener que remover hechos que la amnesia nos aconsejó ignorar durante años, pero al escuchar a Anson se diría que los Borbones no tienen memoria histórica, que representan a una institución huérfana de pasado. ¿Sería hoy Rey Don Juan Carlos si Franco no lo hubiese dispuesto? Lamento tener que remover hechos que la amnesia nos aconsejó ignorar durante años, pero escuchando al exdirector de ABC diríase que la Monarquía no tiene memoria histórica, que se trata de una institución huérfana de pasado. Debe ser la única en el mundo que no bebe ni se nutre de la tradición ni de la herencia. Al menos no para los que quieren desenterrar ahora parte del pasado para exorcizar el presente y ya no digamos el futuro.

A la luz de los testimonios que han circulado estos últimos años, cabía deducir que la Monarquía española era la única forma de superar la guerra civil y dictadura, de llegar a una instancia superior ajena a ella, sin vinculación a ninguno de los beligerantes. Según la mayoría de los historiadores, cabe pensar que la Monarquía de Alfonso XIII -muerto en la Roma beligerante de Mussolini en 1941- se mantuvo ajena a la guerra y sin vinculación con ninguno de los contendientes. Para echar por tierra esta tergiversación bastarían las declaraciones del propio Rey exiliado, los intentos del heredero por entrar en combate, la ubicación inequívoca de los monárquicos en el bando franquista, sus victimario y su influencia.

En julio de 1969 las Cortes franquistas aprobaban, con la obediencia debida, a don Juan Carlos como sucesor del Caudillo «a título» de Rey. A las siete de la tarde del 23 de julio de 1969 el nuevo Príncipe heredero del general Franco introdujo su juramento con estas palabras: «Esto profundamente emocionado por la gran confianza que ha depositado en mí Su Excelencia el Jefe del Estado…Formado en la España surgida el 18 de julio, he conocido paso a paso las importantes realizaciones que se han conseguido bajo el mando magistral del Generalísimo…»

Luego juró tres cosas, por este orden; primero, lealtad a Franco, segundo, fidelidad a los principios del Movimiento Nacional y tercero, a las Leyes Fundamentales del Reino. A continuación pronunció unas emotivas referencias personales que electrizaron a cuantos abarrotaban la sala, Caudillo incluido: «Quiero expresar, en primer lugar, que recibo de Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo Franco la legitimidad política surgida el 18 de julio de 1936…(momento en el que fue interrumpido por una ovación de los procuradores puestos en pie)…Pertenezco por línea directa a la Casa Real Española…Mi general: a pesar de los grandes sacrificios que esta tarea pueda proporcionarme, estoy seguro de que mi pulso no temblará para hacer cuanto fuera preciso en defensa de los Principios y Leyes que acabo de jurar».

Franco había al fin decidido quién le sucedería y bajo qué cláusulas. Nada más.

Si removemos el pasado, carcamal, que sea sin trampas.