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El independentismo catalán se pone duro en Madrid

Waterloo ha dictado sentencia antes que el Tribunal Supremo. Oscurecido por un juicio en el que carece de protagonismo y cuyo discurrir no está agradando a los políticos presos, Carles Puigdemont ha vuelto a zarandear desde Bélgica el tablero independentista. El expresidente de la Generalitat dio este domingo el descabello al espíritu de Convergència al conquistar el último resorte de poder que todavía no controlaba en su marca heredera, el PDECat, que le entregó sin remisión la tutela del futuro grupo parlamentario en el Congreso y, por tanto, de la estrategia a seguir con el Estado. Logrado el objetivo capital, el líder de JxCat se reservó la guinda del pastel y planteó una nueva batalla a Oriol Junqueras postulándose como candidato a las elecciones europeas.

El viraje radical de los posconvergentes en Madrid, con el derecho de autodeterminación como línea roja, está servido y marcha en paralelo al propósito de ERC de unir su acción a la de EH Bildu y a la apuesta de los ‘comuns’ por un perfil independentista, el de Jaume Asens, para el Congreso. La calculadora de Pedro Sánchez para seguir en la Moncloa si la mayoría de la moción de censura suma 176 escaños la noche del 28 de abril empieza a quedarse sin pilas, y con ella se hace más alargada la sombra del bloqueo y de la repetición electoral si la triple derecha tampoco puede gobernar.

Purga de moderados

De nada sirvió que Artur Mas, un ‘expresident’ con influjo en algunos sectores del PDECat, recetase el sábado por la noche en TV-3 que no había que ir a Madrid «a decir que no a todo», sino a intentar sentar al próximo Gobierno en la mesa de diálogo. A las pocas horas, el 76% de los consejeros nacionales del PDECat que asistieron –muchos menos que otras veces– a una reunión convocada a toda prisa y en estado de ebullición acataron la purga de moderados impuesta por Puigdemont en las listas de las generales.

El líder de JxCat sitúa a sus fieles en el Congreso para enterrar la estrategia de diálogo y fijar la línea roja del referéndum

Los represaliados optaron por no desatar las hostilidades ahora, conscientes de que una fractura irreversible solo empeoraría los nubarrones que pronostican las encuestas para la posconvergencia en las tres convocatorias electorales venideras. Esperarán precisamente a esos tres veredictos de las urnas, o al menos al primero, el de las legislativas, para decidir si levantan la voz. Y si derrotada salió el ala más pragmática, inapelable ha sido el triunfo de la Crida.

De esta formación, que aparentó inhibirse en la contienda, provienen todos los alfiles que Puigdemont ha dispuesto para asegurarse que JxCat nada en la misma dirección en Madrid, Barcelona y Bruselas en unos meses convulsos por la sucesión de elecciones y el previsible impacto de la sentencia del Supremo en las múltiples negociaciones poselectorales y, más importante aún, en la reacción del Govern de Quim Torra a unas hipotéticas condenas severas.

De ahí que los movimientos fuesen consensuados, según fuentes de la Generalitat citadas por Efe, con el ‘president’, forzado a la segunda crisis en cuatro meses en un Ejecutivo que vive en tiempo de descuento, sin presupuestos y a merced de la sentencia del 1-O. Porque detrás de Jordi Sànchez, cabeza de lista simbólico al estar en prisión preventiva y en juicio por rebelión, estará la ‘consellera’ de Cultura, Laura Borràs, a quien Torra tuvo que afanarse en convencer para que cogiese el puente aéreo.

El PNV deja en el aire su alianza con el PDECat y el acuerdo de ERC con EH Bildu acentúa la amenaza de bloqueo político

Más cantada estaba la salida del Consell Executiu de su portavoz, Elsa Artadi, para convertirse en alcaldable de facto de Barcelona, como número dos de Quim Forn. Para relevarla en la Conselleria de Presidència se perfila Meritxell Budó, alcaldesa de La Garriga y vicepresidenta de la Diputación de Barcelona.

El abogado de Puigdemont

Los otros peones de Puigdemont en el Congreso serán su propio abogado, Jaume Alonso-Cuevillas, que capitaneará la lista por Girona; y la vicepresidenta del PDECat, Míriam Nogueras, número tres por Barcelona. Tras ella irá Ramon Tremosa, que cederá el testigo a Puigdemont en Bruselas de forma simbólica, pues el ‘expresident’ no podrá ser eurodiputado. La ley le obligaría a comparecer ante la Junta Electoral, con sede en el Congreso, para acatar la Constitución. Y si pone un pie en territorio español, será detenido. La candidatura de Puigdemont tuvo un primer efecto: el PNV ha dejado en suspenso su alianza europea con el PDECat, condicionada a una hoja de ruta pragmática.

Tampoco podrá ser diputado Junqueras, pese a su doble candidatura, pero el duelo por la hegemonía secesionista ahondará seguro la tensión interna en un bloque que quiere pertrecharse ante la amenaza de un 155 de máximos si el PP regresa a la Moncloa de la mano de Cs y Vox. Un soberanismo de rostro más duro que presentará sus credenciales en Madrid este sábado con su primera manifestación en la capital de España.