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En Venezuela se envejece con hambre y sin medicinas 

CARACAS, Venezuela. – Envejecer en Venezuela es sinónimo de abandono y hambre. Así lo confirma Carmen Flores, una caraqueña de 77 años de edad que narró a CubaNet lo difícil que es ser un adulto mayor solo, viviendo bajo el régimen de Nicolás Maduro. “Estoy atravesando una situación bastante difícil, no solamente por la pandemia que agravó mi situación (…). Ya venía con problemas porque tuve un solo hijo” que “falleció el 14 de junio de 2018 y me quedé sola”, lamentó. 

Carmen intenta sobrellevar las dificultades extras que impone la pandemia a su delicada situación de salud. “Tengo artritis, artrosis en la espalda, tengo úlcera varicosa, tengo una serie de detalles de salud que no me permiten trabajar, ni andar sola en la calle. Necesito acompañante, que me agarren, que me sostengan, ando con bastón y quien lo hacía era mi hijo”, dijo y lamentó que ahora en medio de la pandemia de coronavirus no puede tener acompañante. “Estamos obligados a quedarnos en casa para protegernos, pero si no nos mata el virus nos mata el hambre”, aseguró. 

Una cuarentena que no resulta fácil, mucho más sin la asistencia adecuada en un país que lleva 37 meses hundido en una indetenible hiperinflación de su moneda local. “Solamente tengo la pensión del Seguro Social y son 400.000” con los que “no se paga ni siquiera el pasaje de un autobús. Entonces la que me sustenta es mi hermana, que se sacrifica para compartir conmigo y con mi otra hermana que también está enferma”, dijo. 

La pensión de vejez en Venezuela es de 400.000 bolívares, mientras que el tipo de cambio oficial al momento de escribir este artículo era de 459.000 bolívares por dólar. Es decir, Carmen recibe de pensión menos de un dólar al mes en un país donde, para cubrir la canasta alimentaria familiar, se necesitan unos 270 dólares, según el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros.  

Esta falta de dinero se traduce en cero atenciones médicas y cero medicinas para Carmen, lo cual agrava su estado de salud. “Para realizar las labores de la cocina, me resulta bastante difícil. Tengo que esforzarme demasiado porque cualquier cosa me resulta muy pesada. Tengo que vivir a fuerza de oraciones, pidiéndole ayuda a Dios todo poderoso para hacer las cosas”, explicó. 

Pese a su situación de salud, la venezolana asegura que no tiene “acceso a terapias ni a medicamentos. De vez en cuando, cuando mi hermana con un sacrificio tremendo me puede comprar cualquier medicamento porque es extremadamente necesario, pero solo Dios sabe el sacrificio que hace mi hermana para traerme algo”, apuntó.

Sin comida y sin servicios públicos

Según un estudio divulgado en noviembre 2019 por la organización no gubernamental Convite, que consultó a 903 venezolanos mayores de 55 años en tres de los 23 estados del país (Bolívar, Lara y Miranda), un 77% de ellos dijo que no tenía acceso a suficientes alimentos; tres de cada cinco de ellos se acuestan con hambre con regularidad; uno de cada diez duerme con hambre todas las noches. En ese contexto sobresale que la desnutrición es la tercera causa de muerte más común entre los adultos mayores. Vale destacar que estas alarmantes estadísticas son anteriores a la pandemia; hoy la situación de la tercera edad en Venezuela es sin duda mucho peor.

“Después de trabajar una vida… tener que terminar así”, lamenta Carmen sin terminar la frase. La caraqueña solo tiene agua en su cocina, “porque el dinero no alcanza para comprar ni siquiera un ala de pollo”. Por su parte, las bolsas del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), con productos alimenticios subsidiados por el régimen, no llegan a las personas más vulnerables. 

Pero como si no bastase tener que sobrellevar los achaques de la vejez en cuarentena, sin medicinas y con hambre, la falta de servicios públicos complica aún más la situación de los adultos mayores. “Últimamente estamos sufriendo muchísimo con las interrupciones eléctricas. Vivo en el séptimo piso y no se puede contar con el ascensor porque estuvo dañado mucho tiempo (…). El agua llega media hora diaria, cuando viene. Si es que a eso se le puede decir agua, porque parece que la extrajeran de una cloaca. Tiene un olor nauseabundo, (es) marrón, asquerosa, horrible, alergias por todos lados, infecciones, es duro, es duro, es muy duro”, aseguró.

Se trata de una situación muy dramática que podría disparar algunas estadísticas como la de los suicidios. El director general de Convite, Luis Francisco Cabezas, aseguró al medio digital Cinco8 que el riesgo más grande que corren los adultos mayores en Venezuela es de naturaleza emocional. “Vivir todo esto en soledad los somete a un estrés enorme que los lleva a cuadros depresivos. En el informe que revelaremos próximamente mostraremos que hubo un incremento de los suicidios en el país. Esto está ligado al estrés y también a que hay muchos adultos mayores que padecen enfermedades mentales y no se están medicando. Sencillamente colapsan”.

Y Carmen está consciente de ello, por eso agradece a Dios su fuerza emocional. “Total, que nuestra situación es bastante difícil económicamente y sin alternativas porque ahora con la pandemia hay que permanecer encerrado en la casa para protegernos y proteger a los demás, y no hay opción para salir a tramitar ni siquiera nada. Lo único que le doy gracias a Dios es que mi mente está protegida, mis emociones están sanas y el señor me guarda de todo mal”, concluyó.

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