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El fascista catalán va con lazo amarillo

Quim Torra pertenece al PdCat, heredero de la política fascista que asoló a Europa en el siglo XX
Quim Torra pertenece al PdCat, heredero de la política fascista que asoló a Europa en el siglo XX

La extrema derecha catalana está representada actualmente por el PdCat. Heredera directa de la política fascista que tantas guerras y destrucción trajo a Europa en el pasado siglo.

El nacionalismo es una ideología, un culto del siglo XIX que subordina todas las lealtades del ser humano (familiar, vecinal, religiosa, laboral, cultural, comunitaria, política) a una exclusiva lealtad suprema.

En Europa, el término se utiliza ante todo para definir a la ola de partidos de extrema derecha que, desde posiciones antiguamente minoritarias e incluso marginales del espectro político, han accedido a parlamentos y, en ocasiones, tomado instituciones. Los nacionalistas pero cuentan con líneas de pensamiento comunes: enemigo extranjero, populismo, nacionalismo, anti-inmigración, islamofobia y recelo de la Unión Europea como proyecto político. Esta ideología se aglutina en la extrema derecha pero muchos partidos políticos que la profesan huyen de esta etiqueta por sus connotaciones poco populares.

El PdCat, nazionalistas con barretina

Si Mussolini o Hitler vivieran en Cataluña, militarían en el PdCat
Si Mussolini o Hitler vivieran en Cataluña, militarían en el PdCat

En Cataluña, el PdCat de Puigdemont junto con su subordinado Quim Torra, procuran sacudirse los adjetivos de extrema derecha. Es más, anuncian demandas a todos aquellos que les tilden de nazis. Sin embargo, la realidad es que no existe grandes diferencias políticas e ideológicas entre la política educativa, de medios de comunicación o lingüística de los partidos de extrema derecha europeos con el PdCat.

El principal dogma nacionalista es que cada nacionalidad debe formar un estado exclusivo, y que este estado debe incluir toda la supuesta nacionalidad. Todo ello, bajo un barniz de supremacismo que se acompaña a la idea de «ser superiores al vecino».

 

Mussolini habría militado en el PdCat

Benito Mussolini definió el fascismo en 1932 en un artículo que mucho tiene que ver con las políticas desarrolladas por la extrema derecha catalana representada por el PdCat:

“El sistema Fascista de vida enfatiza la importancia del Estado y sólo reconoce al individuo en cuanto sus intereses coinciden con los del Estado, que representa la conciencia y la universalidad del hombre como una entidad histórica. (…) El Estado se convirtió en la expresión de la conciencia y la voluntad del pueblo. (…) La concepción Fascista del Estado es omnicomprensiva: fuera de él no pueden existir valores humanos o espirituales, y aún menos tener algún valor. Así entendido, el Fascismo es totalitario. (…) El Estado educa a sus miembros en la ciudadanía , los hace conscientes de su misión, les urge a la unidad”.

Si se sustituye en el texto anterior “Fascismo” por “nacionalismo” y “Estado” por “nació catalana”, nos acercaremos al pensamiento nacionalista catalán que promulga Puigdemont y Quim Torra.

El fascista desobedece las leyes

Los fascistas preconizan estar por encima de la ley, por encima de los tribunales. Dicen querer acabar con la división de poderes. Exactamente lo que estamos oyendo en los últimos años en el Parlament de Cataluña.

Los distintos grupos nacionalistas están de acuerdo en promover el "culto al líder" pero el disenso aparece con la elección de éste.
Los distintos grupos nacionalistas están de acuerdo en promover el «culto al líder» pero el disenso aparece con la elección de éste.

La extrema derecha catalana -PdCat- junto con sus socios nacionalistas no pueden ocultar su semejanza, cada vez menos disimulada, con los movimientos fascistas. A medida que se avanza en el “prusés” se van relajando las precauciones y aparece con mayor nitidez el carácter totalizante, agresivo ante la pluralidad, intolerante para con los que no se suman a la causa, fascista en suma, del nacionalismo catalanista.

El PdCat defiende el culto a Puigdemont, pero el resto de partidos nacionalistas prefiere promover el culto en sus propios líderes

Listas únicas en las que las ideas se sacrifican por la unidad nacional; carácter de movimiento, que se identifica con el pueblo (y en consecuencia convierte a quien no se suma a él en enemigo del pueblo, traidor a la nación y merecedor de la muerte, por el momento civil); culto al líder, visto como el guía que al mismo tiempo lleva al pueblo al paraíso y encarna a la nación; falta de respeto a las leyes, que deben dejar paso a la “voluntad del pueblo”, evidentemente definida por ellos mismos; estado de propaganda permanentesanciones para los disidentes y desafectos (como las sanciones solicitadas para los medios que no emitieron propaganda del butifarrèndum); apelaciones constantes a que vivimos momentos excepcionales que justifican cualquier abuso, también excepcional; y una ininterrumpida victimización que resuelve todos los problemas descargando toda responsabilidad sobre un chivo expiatorio, los malos, los otros, culpables de todos nuestros males (espanyansrobaensvolenaixafar…).

En definitiva, los mecanismos que adopta la extrema derecha catalana y sus socios nacionalistas no esconden sus rasgos comununes con la política fascista europea del siglo XX. La diferencia estriba en que antes, los nacionalistas, se colocaban un brazalete en la manga y ahora van con lazo amarillo.