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Fin de la tregua independentista

Fue Mariano Rajoy quien, paradójicamente, propició hace unas semanas que PDECat y ERC enterraran sus desavenencias, cada vez mayores. El 27 de octubre, cuando el presidente español anunció la intervención de la Generalitat y la destitución de todo el Govern, los partidos independentistas se vieron de nuevo codo con codo frente al enemigo común. Esa situación ha durado hasta que las encuestas se han interpuesto entre ellos: los republicanos ya no ven tan clara su victoria, y Carles Puigdemont explota desde Bruselas sus opciones.

El último sondeo del GESOP publicado por EL PERIÓDICO, en el que la candidatura de Puigdemont atrapa en escaños a la de Oriol Junqueras, sanciona el final de la tregua. Las rencillas entre los socios de Govern en los dos últimos años afloran de nuevo en casi cada entrevista. En las últimas horas, tanto Carles Mundó como Raül Romeva, dos de los ‘exconsellers’ de ERC que salieron de la cárcel el lunes, han cuestionado la estrategia de Junts per Catalunya.

La marca del PDECat para el 21-D es, desde el nombre, una declaración de intenciones: los posconvergentes buscan apropiarse de la idea de frente común independentista. Pero, además, Puigdemont no para de promocionarse desde Bruselas como «presidente legítimo», y su equipo de campaña repite que, en consecuencia, debería ser investido aunque no ganase las elecciones.

«Poco más que un deseo»

La idea parece estar haciendo mella en el electorado independentista. La encuesta de EL PERIÓDICO detectaba que casi un 40% de los catalanes que están decididos a votar a ERC el 21-D preferirían sin embargo a Puigdemont como jefe del Govern. Pero ERC se dedica ahora a explotar los puntos ciegos de ese plan. Por ejemplo: ¿qué pasará si Puigdemont no puede ejercer como presidente? Es lo que ha planteado Carles Mundó, número cinco de la candidatura, en un mitin este viernes en Blanes. Según él, pensar que Puigdemont volverá y será investido «es poco más que un deseo», porque de volver irá derecho a la cárcel.

Frente a esto, Mundó ha recordado que, además de un ‘president’ hay que conformar un Govern, dando a entender que la oferta de ERC es coral y no personalista. Item más, según Mundó, «quien tiene la legitimidad para conformar ese Govern es Oriol Junqueras», en caso de victoria. El ‘exconseller’ ha dado la vuelta al argumento de Puigdemont cuando ha afirmado que si ERC vence claramente en las urnas, ello obligará al Estado a liberar a Junqueras: «Y podrá ser investido».

Romeva ya insinuó hace unos días los problemas que presenta la estrategia de Puigdemont por el flanco moral: dijo que él no podía «de ninguna de las maneras» intentar evitar la cárcel si Junqueras corría peligro de acabar en ella. La comparación implícita con la situación de Puigdemont era evidente.

El candidato real

Sin poder ni querer denunciar la diferencia de estatus entre Puigdemont y Junqueras, ERC va a percutir, en adelante, en el talón de Aquiles de JxCat, que no es otro que explorar quién podría ser el candidato real de los posconvergentes. Y ese mensaje, hasta ahora evitado, ERC ya lo usa abiertamente en los mitines.

En Junts per Catalunya no quieren ni hablar del recambio de Puigdemont. Pese a la desconfianza inicial del PDECat con respecto a los planes del ‘president’ depuesto, la estrategia de confeccionar una lista con muy poco peso del partido está funcionando. El propio Puigdemont ha respondido este viernes desde Bélgica, a través de una videoconferencia -formato que le permite estar muy presente en la campaña, frente a lo que pasa con Junqueras- que solo tiene una hoja de ruta: perpetuarse.

«Contemplo continuar siendo el ‘president’ de Catalunya, el Parlament no me ha cesado», sostiene Puigdemont. Ha añadido que, en realidad, el problema lo tiene «el sistema político español», que es quien debería resolver la «gran contradicción» que supondría, a su juicio, que se le votara como ‘president’ pero fuera detenido cuando pisara España.

Pullas sutiles, hasta ahora

Fuentes del PDECat ven «nervios» en ERC desde que Puigdemont decidió encabezar la candidatura de JxCat para el 21-D, y dan por hecho que las expectativas de los republicanos seguirán bajando. Hasta ahora, Esquerra había reaccionado de manera tímida contra los posconvergentes: en los mítines apenas se lanzaban muy sutiles pullas en forma indirecta, como cuando presumen de sus 86 años de historia sin casos de corrupción.

Además, están bastante maniatados a la hora de emprenderla con el ‘exilio’ de Puigdemont, dulce al lado de las condiciones carcelarias de Junqueras. La presencia de Toni Comín y Meritxell Serret, siempre al lado del ‘expresident’, por aquello de la lectura en clave de Govern y no de partido, les impide arremeter abiertamente contra el ‘campus’ belga de Puigdemont.

La encerrona

Con todo, ERC considera que el punto de mayor subida del ‘efecto Puigdemont’, el baño de masas de Bruselas, ya ha pasado y que de ahora en adelante, a menos que el ‘expresident’ se entregue, la efervescencia irá en disminución.
Les queda el regusto amargo de la concentración bruselense del jueves, un acto diseñado, dice ERC, a la medida de Puigdemont, que cuenta con Jordi Sànchez, expresidente de la ANC, como número dos de la lista. Los republicanos eran conscientes de la encerrona, pero no se borraron para evitar que se les atribuyera a ellos la apertura de un cisma. Esa es la mejor arma de los posconvergentes con ERC, el espantajo de culparles de una decisión que dé alas al constitucionalismo.