Hace años ya escribí de la existencia de “jueces instructores y jueces destructores”, que son aquellos que desde una supuesta instrucción se dedican a hundir personal, profesional y socialmente a los pobres desgraciados que caen en sus manos.
Parece ser que hay personas que se refugian en un juzgado de instrucción para, y desde allí, proyectar su odio a todo el género humano, y especialmente a las personas de ideologías políticas distintas a la suya.
Mujeres frustradas que odian a los hombres
Y no es por nada, pero abundan más las mujeres que los hombres, que proyectan sus frustraciones personales, sus fracasos matrimoniales, su antipatía hacia los hombres, incluso su insatisfacción sexual, sobre los hombres que tienen la desgracia de caer en sus manos, ¿o debería decir en sus garras?
Algunos jueces, y muchas juezas de instrucción, siguen pensando que la letra con sangre entra, y que hay que mantener a los investigados el máximo tiempo posible en prisión, para “que canten”… ¡Tesis defendida por cierto por todo un presidente de audiencia provincial, próximo a Zaragoza!
El propio ministerio fiscal muchas veces colabora en esa tarea de “adobo” del investigado, ofreciendo a sus abogados su informe favorable a la puesta en libertad del preso preventivo, por su “colaboración” con la justicia, si canta l
La Traviata, y lo que haga falta, acusa a otras personas, aunque sean inocentes –eso es lo de menos-, etc.
¿Prevarica la juez María Isabel Rodríguez Guerola?
En definitiva, tenemos un sistema de instrucción penal absolutamente impropio de un estado que dice ser social y democrático de derecho, desde hace 40 años, nada menos.
Pero la actuación de la juez doña María Isabel Rodríguez Guerola ya roza el rizo de la arbitrariedad, y digo arbitrariedad por no decir prevaricación, presunta, por supuesto, faltaría más, que yo me pongo los guantes antes de ir a mear, por lo que pudiera suceder.
Denegar el consuelo religioso a un interno hospitalizado, con una grave enfermedad que le tiene al borde de la muerte, como es don Eduardo Zaplana, e incluso la visita de un Príncipe de la Iglesia, a un fiel de la religión católica, que siempre ha hecho públicas manifestaciones de su fe y principios religiosos, se me antoja similar a la tortura medieval.
Pretender que vuelva a prisión, hasta que muera, cuándo aquí se libera a peligrosos asesinos etarras, para que puedan morir en paz, y con su familia, etc., cuándo no ha sido ni juzgado ni condenado –o absuelto, como es muy posible-, y es más, previsiblemente, y por desgracia, nunca llegue a ser juzgado por los humanos, me parece digno de intervención del CGPJ.
Tortura medieval
Sí, ya sé que el CGPJ no puede inmiscuirse en la jurisdicción, pero una cosa son las resoluciones judiciales y otra bien distinta el maltrato a los investigados o acusados, presos preventivos, etc., el ejercicio arbitrario del Derecho y la prepotencia judicial.
Desconozco la situación personal y familiar en la vida de doña María Isabel Rodríguez Guerola, si lo que pretende es hacer carrera política, que otras han llegado a ministras de justicia con menos “méritos”, pero parece obvio que está dispuesta a seguir unida a don Eduardo Zaplana hasta que la muerte de don Eduardo les separe…
Urge reformar la jurisdicción, la prisión preventiva y el excesivo poder de los jueces de instrucción, muchos de los cuales se refugian en sus “juzgados de destrucción”, pues fuera del poder judicial no son nada ni nadie.
Rezaré por el señor Zaplana y por su pronta recuperación o, por lo menos, para que pueda morir en paz, y rodeado del cariño de sus seres queridos.
Es un derecho humano que toda persona merece.