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Los nueve interrogantes que nadie responde sobre la alerta de atentado a los Mossos

Tras un atentado terrorista, una vez atendidas y honradas las víctimas, siempre se plantean dos grandes preguntas: ¿Qué se hizo mal? ¿Se podía haber evitado?

Nunca es fácil responder a esas cuestiones, cruciales para prevenir nuevos ataques yihadistas, pero en el caso de los que ensangrentaron Catalunya el 17 de agosto se ha provocado un grave conflicto político e institucional entre el Govern de la Generalitat y el Gobierno de Rajoy, porque se produjeron a sólo mes y medio de la fecha marcada para el referéndum independentista.

Muchas son las polémicas que han estallado en cuanto a la coordinación policial y la colaboración de las administraciones previas a la matanza, y la más aireada ha sido la del supuesto aviso del espionaje de EEUU, presuntamente enviado el 25 de mayo a los Mossos d’Esquadra, publicado por El Periódico de Catalunya, que en un principio lo atribuyó a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y finalmente se lo adjudica al Centro Nacional de Antiterrorismo (NCTC según sus siglas en inglés).

¿Qué hay de cierto en esa alerta? ¿Realmente habría podido servir para evitar la masacre? ¿Cuáles son los fallos previos que se cometieron a nivel policial y político? Público ha estudiado detalladamente todas estas cuestiones, recurriendo a diversas fuentes policiales, y otras cercanas a los servicios secretos, así como a expertos en lucha antiterrorista y en yihadismo. Éstas son las conclusiones y las incógnitas que quedan por desentrañar.

1. ¿Es auténtico el aviso de EEUU ?

El Periódico de Catalunya anunció el mismo día de los atentados que la CIA había alertado directamente a los Mossos, antes del verano, de una amenaza concreta de grupos yihadistas contra las Ramblas. Eso fue negado repetidamente por los Mossos, el president Carles Puigdemont y fuentes de la lucha antiterrorista, pero dos semanas después publicó la supuesta «nota» de advertencia, primero en forma sintética y finalmente como una presunta reproducción fidedigna del original, tal como aparece en el margen izquierdo de este párrafo [clicando sobre la esquina superior izquierda, se amplía la imagen].

Desde la publicación de la primera versión de esa «nota», numerosos especialistas pusieron de relieve las muchas incongruencias, omisiones y erratas en inglés que contenía, asegurando que era un montaje burdo y no podía proceder de ninguna agencia de inteligencia de EEUU. Una de las primeras organizaciones en calificarlo de «altamente sospechoso» de ser una fabricación fue Wikileaks que, al igual que su fundador Julian Assange, subrayó todos esos malos usos del idioma inglés y del lenguaje utilizado por el espionaje:

Un análisis riguroso del documento plantea más dudas que certezas, algo que se puso también de manifiesto en la rueda de prensa que ofrecieron el conseller de Interior, Joaquim Forn, y el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, para desmentir rotundamente que lo hubieran recibido, aunque admitieron haber conocido una amenaza genérica –a la que dieron poca credibilidad– contra las Ramblas por una fuente no oficial. A todo ello, hay que agregar otros análisis de expertos en inteligencia antiyihadista que también aseguran que el documento es una fabricación y bastante mal hecha, porque en muchos de sus detalles revela una chapucera traducción del español al inglés. Ni siquiera las fechas se escriben en el orden (mes, día, año) que se emplea siempre en ese idioma.

Las explicaciones del director del periódico, Enric Hernández, aún provocaron más suspicacias, al argumentar por ejemplo que los errores ortográficos se habían producido al descifrar un mensaje digital encriptado, algo que expertos en criptografía califican de inverosímil. En general, la práctica totalidad de los especialistas consultados le restan toda verosimilitud al mensaje, pese a que al final fuera «confirmado» a los medios de comunicación y agencias de prensa por «fuentes de la lucha antiterrorista» que no quisieron ser identificadas.

2. ¿Cómo se hizo la «nota» y a quién se envió?

Las omisiones más graves que cualquiera puede apreciar en esa «nota original» son las del remitente y de la vía de transmisión del supuesto cable. No es que estén tachadas para proteger esos datos, sino que los campos «FROM», «THRU», «ATTENTION» e «INFO» aparecen simplemente vacíos. En cambio, sí figura el destinatario: «TO: CITCO» (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado que dirige José Luis Olivera Serrano).

Sólo están tachados (ocultos en negro) el «número de memorándum», la «referencia» interna y el principio del texto. Pero ciertamente no hay que tener muchas luces –como han señalado algunos de los que han analizado el documento– para deducir que ese arranque del texto dice algo así como: «En respuesta a su solicitud…». Después se comprueba claramente que esa solicitud se hizo el 21 de agosto.

Por tanto, fue el CITCO el que solicitó el reenvío de ese texto cuatro días después del atentado, y el documento –si es que es auténtico– se limita a repetir una nota inicial del 25 de mayo, a petición de quien trataba de probar que los Mossos fueron advertidos de antemano por la inteligencia de EEUU sobre los planes de atentado en las Ramblas. ¿Pero dónde está la verdadera nota original del 25 de mayo? Al fin y al cabo, las «fuentes de la lucha antiterrorista» afirman que el espionaje estadounidense envió ese mismo mensaje al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), al CITCO y a la Policía Nacional, así que cualquiera de esos organismos debería tenerla.

Todo ello es, una vez más, sospechoso, porque el «original» publicado tampoco lleva sello ni membrete ni nada que lo pueda identificar como algo auténtico. Y levanta aún más prevenciones si se recuerda que era precisamente Olivera quien dirigía la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) cuando se fabricaron en ese organismo diversos documentos apócrifos, o sin membrete o sin sellos, que acabaron siendo falsificaciones pero se emplearon para desacreditar a políticos y partidos, o para proteger a altos dirigentes del Partido Popular. Parte de las actividades de la brigada política montada durante el mandato del ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, cuya existencia fue revelada por Público y ha sido confirmada por sendas comisiones de investigación del Congreso de los Diputados y del Parlament de Catalunya, llevan el sello del propio Olivera.

3. ¿Esa alerta correspondería al atentado del 17-A?

Eso sí que parece obvio: no. El atropello masivo cometido en la parte superior de las Ramblas, al parecer por Younes Abouyaaqoub, con una furgoneta lanzada a toda velocidad, fue un atentado «de oportunidad» –subrayan los especialistas en lucha antiterrorista–, es decir, improvisado. Fue la explosión accidental en el chalet de Alcanar (Tarragona, en la frontera con Castellón), donde voló el polvorín en el que fabricaban los explosivos, lo que impulsó a los yihadistas a lanzarse a dos acciones precipitadas y no preparadas: los atentados con vehículos en las Ramblas y Cambrils.

Así que de ninguna manera podría corresponder una alerta bien genérica –pues cita «información no corroborada de veracidad desconocida»– lanzada el 25 de mayo sobre la posibilidad de nuevos atropellamientos masivos como los cometidos en Niza, Berlín y Londres, con un acto terrorista que se improvisa el 16 de agosto a raíz de la muerte de dos terroristas, incluido el imán que había inducido a los yihadistas a organizar grandes atentados en Catalunya.

Más aún, del testimonio del superviviente detenido en Alcanar ha quedado más que claro que el plan original no era en absoluto atropellar a multitudes con furgonetas, ni tampoco atacar en las Ramblas, sino cometer varios atentados con gran cantidad de explosivos en lugares turísticos muy concurridos y específicamente en la Sagrada Familia de Barcelona, pero no en su paseo más famoso.

Por todo ello, resulta incontestable que la genérica alerta sobre posibles atentados en las Ramblas no aludía a lo que se cometió el 17-A, ya que el espionaje de EEUU no podía saber lo que iban a hacer los terroristas antes de que ellos mismos supieran lo que decidirían tras la muerte accidental de su líder.

4. ¿Fallaron los Mossos en Alcanar, tras la explosión?

Más allá de la política que se está haciendo con el atentado y su tratamiento anterior y posterior, son varias las fuentes de los Cuerpos de Seguridad consultados ponen la queja en la la actuación de los Mossos la mañana del 17 de agosto «al obcecarse de que era una explosión relacionada con el narcotráfico y no con la cercanía de un atentado terrorista». 

La noche anterior en Alcanar (Tarragona), una pequeña localidad a más de 200 kilómetros de Barcelona y limítrofe con Castellón, los bomberos de la zona habían asistido a una explosión en un chalet ocupado. A las 23.17 de la noche, la prioridad principal de los servicios de emergencias que acudieron era enviar al hospital a los siete heridos que había producido e identificar al fallecido. 

Por la mañana, los expertos en explosivos de los Mossos junto con los investigadores y la secretaria judicial hacen la primera inspección técnico policial en la que se encuentran documentos con los que se identificaría más tarde al imán de Ripoll y más de 100 bombonas de butano. Sin embargo, esto no hace dar la voz de alarma porque «tras confirmar que el único con antecedentes era Abdelbaki es Satty y estos eran por tráfico de drogas en Castellón en 2010», explican fuentes cercanas a la investigación.

Es en ese contexto cuando Mossos recibe la llamada de la Guardia Civil, que se ofrece a ir a Alcanar. Sin embargo, tanto los investigadores como el juzgado no ven necesaria su asistencia y rechazan la propuesta. Y «aquí comienzan los errores, sin los cuales el atentado podría haberse producido de todas las maneras», aseguran fuentes de la lucha antiterrorista española. «Los Mossos no dan la alerta al resto de Cuerpos de Seguridad, lo que hubiera supuesto en marcha un protocolo de controles de tráfico, refuerzo en las zonas más concurridas e intercambio de información que hubiera sido bueno«, explican estas fuentes. 

5. ¿Se coordinaron adecuadamente las fuerzas policiales?

A las 16.40 horas del 17 de agosto, Younes Abouyaaqoub conduce por Las Ramblas la furgoneta que acabará con la vida de 16 personas y dejará más de 100 heridos. «En las imágenes no se aprecia que hubiera ni Policía Nacional, ni Guardia Urbana ni Mossos que protegieran una calle tan susceptible de sufrir un atentado», apuntan fuentes tanto de Policía Nacional como de Guardia Civil.

Sin embargo, una vez confirmado el atentado, los servicios de Información tanto de Policía como de Guardia Civil se ponen en contacto con el comisario de Información de los Mossos para ofrecerle ayuda y también «para pedirle datos sobre lo ocurrido, porque el conductor de la furgoneta había huido y estaba sin identificar». Al principio se cree que el conductor es Driss Oukabir, porque con su documentación se habían alquilado dos vehículos, pero a las pocas horas del atentado se presenta en la comisaría de los Mossos en Ripoll.

A partir de ese momento queda claro que se enfrentan a una célula. La declaración del detenido Oukabir se conecta la documentación de Abdelbaki es Satty encontrada en Alcanar con el atentado de Barcelona y las autoridades de la Generalitat convocan a la junta de seguridad a la que asisten dos miembros de la Policía Nacional y otros dos de la Guardia Civil, junto con los Mossos. 

Por la noche el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, crean un gabinete de crisis en la Delegación de Gobierno de Catalunya al que no invitan a la Generalitat y tampoco a los Mossos. A partir de ese momento, mossos, policías y guardias civiles se coordinan a nivel particular hasta que unos días después las conversaciones entre el Govern y y el Gobierno español llevan a la cooperación y a dar una imagen de unidad. 

6. ¿Fueron bien informados los Mossos por el CITCO?

El Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), dirigido por el comisario José Luis Olivera, es el origen de la disputa que envuelve las revelaciones hechas a El Periódico con «deslealtad no sólo con los Mossos, también con el resto de servicios de Información, que al final son los que operativamente trabajan sobre el terreno», explican fuentes de esta Información de los Cuerpos de Seguridad españoles. 

A las 17.45 El Periódico de Catalunya publica que la CIA había avisado a los Mossos de un atentado en Las Ramblas. Sólo habían pasado 55 minutos desde que una furgoneta arrasara a cientos de personas en el corazón de Barcelona. ¿De dónde podía proceder la información?

Fuentes de los servicios de Inteligencia y de Información consultados ese mismo día, aseguraron a Público desconocer esa alarma concreta y confirmaban que la policía autonómica de Catalunya no se relacionaba con los servicios de inteligencia de EEUU, más allá de posibles contactos personales entre algunos de sus miembros. 

Era el CITCO dirigido por Olivera, organismo que no tiene carácter operativo, quien se encargaba de informar a los Mossos de ese tipo de alertas. En este caso, además, no se le había dado importancia porque como aparece reseñado «la información no era verificable». 

Una prueba de que el CITCO no dio importancia a esa alerta, al igual que los servicios de Información -«Ya que de ese mismo estilo llegan cientos todos los días referidas a la Almudena o la catedral de Santiago de Compostela»- es que el 16 de junio su director el comisario José Luis Olivera concedía una entrevista a la periodista María Claver en OK Diario en la que afirmaba: «El Estado Islámico puede tener, si no los días, los meses contados». El 25 de mayo, veinte días antes, había recibido de la inteligencia de EEUU la aireada alerta, pero la consideró sin importancia y de la reunión mantenida con el resto de Cuerpos de Seguridad, sólo consideró que se trataba de un asunto de seguridad ciudadana y no de una alerta terrorista inminente. 

El Periódico ha hecho público el supuesto documento original. Aunque sigue sin tener el formato de las comunicaciones oficiales, el documento deja al descubierto al CITCO de Olivera como filtrador, ya que fue este Centro de Inteligencia quien solicitó a los cuatro días del atentado -el 21 de agosto- la última alerta remitida sobre Barcelona. 

7. ¿Se tendría que haber vigilado al imán de Ripoll?

La discusión sobre la vigilancia al imán de Ripoll es otro de los puntos calientes de la investigación y que tendrá que dilucidarse en el sumario que instruye la Audiencia Nacional. 

Abdelbaki es Satty había saldado sus cuentas con la justicia española por a detención en 2010 relacionada con el tráfico de hachís. Podía salir y entrar de España, cuyo control de fronteras lleva la Policía Nacional y la Guardia Civil, sin que saltara ninguna alarma ni orden de detención.

El aviso de la policía belga a los Mossos tampoco hizo que se le pusiera vigilancia por parte de ningún cuerpo de seguridad, los de ámbito estatal también estaban informados, puesto que su actividad en Ripoll no hacía sospechar nada y estaba bien integrado en la comunidad. 

8. ¿Cuál es el papel del CNI?

El Centro Nacional de Inteligencia es también receptor de ese tipo de alertas de sus homólogos de inteligencia de cualquier país. Sin embargo, los espías españoles no tienen tareas operativas de policía judicial, que sólo pueden ejercer Policía Nacional, Guardia Civil, Mossos y Ertzaina. 

La misión de la inteligencia española es contactar con el CITCO, formado por los distintos cuerpos con competencias de policías judiciales, que debe valorar qué hacer con la información: bien pasársela a las unidades operativas de información de los diferentes cuerpos para que se entreguen a los tribunales y se abra una investigación que les autorice para pinchar teléfonos de sospechosos, por ejemplo, y finalmente detenerlos de confirmarse la alerta. 

9. ¿Dónde están Rajoy y el ministro Zoido en esta crisis? 

Las fuentes consultadas por Público señalan que al Gobierno no le ha gustado nada la filtración realizada presuntamente por el CITCO, después de haber salvado las frías relaciones que existieron las horas después del atentado. 

Una muestra de esto es que en el viaje a Marruecos que tuvo esta semana el ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, para compartir información con los servicios marroquíes, no quiso que se le captara ninguna imagen con el comisario José Luis Olivera. 

Aunque Olivera estaba en el avión, en las imágenes del equipo de Interior autorizadas a tomar a los periodistas en el interior, Zoido se hizo acompañar por el general de la Guardia Civil, Pablo Salas, y por el comisario General de Información, Enrique Barón.