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Paz Esteban, la agente fiel del CNI ovacionada por los suyos

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Hace dos años y medio, cuando tomó posesión de su cargo como directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban alertó de la importancia de dar «un salto cualitativo» en el ámbito de la ciberseguridad. Era uno de sus retos, y por eso se refirió en aquel discurso a la «transformación digital» que, con «carácter transversal», se viven en el CNI desde aquel entonces. 

De forma indirecta, era también una alusión al trabajo desempeñado por el Centro Criptológico Nacional (CCN), el organismo del CNI dedicado a luchar contra las ciberamenazas. Una labor con la que ella ha estado siempre enormemente comprometida, asistiendo a cursos, conferencias, en múltiples charlas, algo que ha defendido, que ha respaldado con firmeza a lo largo de estos años en el cargo.

Tal era la importancia que la primera mujer en la historia en dirigir los servicios secretos le otorgaba a esta materia. Y por eso durante estos años las advertencias a Moncloa sobre las ciberamenazas han sido mayores que nunca. Pese a ello, tras dos semanas en la cuerda floja, ha sido la cabeza de turco que Pedro Sánchez ha empleado para apaciguar a los independentistas por el caso Pegasus. Este martes ha sido destituida de su cargo.

El argumento que utiliza el Gobierno para justificar su cese es el espionaje sufrido por varios ministros y el presidente a través de ese software espía. Sin embargo, las advertencias y el cuidado de los servicios secretos sobre las ciberamenazas han sido constantes durante la etapa de esta directora.

Al menos nueve informes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) alertaron a Moncloa y al presidente del Gobierno del peligro del software espía Pegasus durante los últimos tres años. 

La mayor parte de los mismos iban firmados por los expertos del Centro Criptológico Nacional (CCN), el organismo de la inteligencia española dedicado a prevenir, detectar y responder a los incidentes de seguridad en los sistemas informáticos del Estado.

El Gobierno conocía de buena fuente -su organismo experto- el riesgo que suponía este virus comercializado por la empresa israelí NSO Group. Había recibido múltiples recomendaciones de los especialistas en ciberseguridad con el fin de extremar el cuidado ante estos ataques. Pese a ello, según el relato oficial confirmado por varios ministros, no fue hasta esta semana cuando se procedió a supervisar los dispositivos de los miembros del Ejecutivo.

Según apuntan las fuentes consultadas en ciberseguridad y en materia de inteligencia, el Gobierno ha utilizado a Esteban como el chivo expiatorio que ofrecer al independentismo, soliviantado al enterarse de que el CNI les realizó escuchas bajo autorización del Tribunal Supremo.

Tras revelarse este episodio, días después Sánchez dio a conocer que también él mismo y otros miembros del Gobierno habían sido objeto de espionaje con la misma herramienta, mezclando así ambos casos, enmarañándolo todo para finalmente encontrar la excusa que permitiera ofrecer en una suerte de sacrificio político a la jefa de los espías. 

Quién es Paz Esteban

La hasta ahora directora del CNI se había curtido durante 40 años en las entrañas del centro. Era la primera persona con esas características que dirigía ‘La Casa’, como se refieren a ella los agentes que la conforman. Ese factor tan solo podía augurar que les iba a dirigir una persona discreta, comprometida y concienciada con sus necesidades.

En los últimos diez años antes de su ascenso a la dirección de los servicios secretos había sido la mano derecha del director saliente, general Félix Sanz Roldán. El 6 de julio de 2019 se convirtió en la primera mujer en ejercer como directora, en calidad de interina. El 5 de febrero de 2020 pasaría a ocupar el puesto de titular. 

Paz Esteban nació en Madrid en 1958. Se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid y se especializó en Historia Antigua y Medieval. Después de sus estudios, empezó a prepararse una oposición para funcionaria de Archivos y Bibliotecas. Pero su vida cambió cuando un pariente de su padre le ofreció trabajo en el CESID, el que era por entonces servicio de inteligencia de España. 

Entró en el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) en 1983, cuando estaba al frente Emilio Alonso Manglano. Allí se especializó en inteligencia exterior, aunque nunca haya ejercido como agente de campo. Sus primer trabajo, de hecho, fue la realización de informes sobre la permanencia de España en la OTAN, antes de que se celebrase el referéndum de 1986 para el ingreso. No fue el único. Entre sus informes más célebres también se encuentran los que hizo sobre los atentados del 11-S y los del 11-M.

La directora del CNI, Paz Esteban, en una comparecencia pública en Moncloa.


La directora del CNI, Paz Esteban, en una comparecencia pública en Moncloa.

EP

En esos cargos de inteligencia exterior estuvo hasta 2004, cuando ascendió a órganos directivos. Después, en 2010, Sanz Roldán la nombró jefa de su Gabinete Técnico, donde estuvo hasta junio de 2017. Entonces, y tras la dimisión de Beatriz Méndez de Vigo –pese a la oposición de Soraya Sáenz de Santamaría–, el Consejo de Ministros la nombró Secretaria General del CNI. O lo que es lo mismo, segunda de a bordo. 

Apuesta personal de Robles

Margarita Robles era su más fiel defensora. Quizá por ello el silencio que ha mantenido en los últimos días tras la cacería a la que le han sometido los socios del Gobierno. 

Cercana con los suyos, detallista, exigente y meticulosa, en el «centro» se acogió con alegría su nombramiento. Muchos lo vieron como un «acierto al cien por cien» por la estabilidad que creían iba a dar al organismo que vela por la seguridad nacional.

El CNI cumple este mes de mayo 20 años desde su refundación. Hace tan solo unos días, en el cuartel general de los espías, en la carretera de A Coruña, se demostraría una vez más que Esteban cuenta con el respaldo de sus compañeros en el centro. Allí, en sus horas más bajas, quizás ya con el conocimiento de que eran sus últimos momentos a la cabeza de los servicios secretos, sus compañeros le brindaron una sonora ovación.

Un aplauso que Moncloa ha preferido ignorar, escuchando en su lugar a sus socios de Gobierno, esos a los que la inteligencia nacional tuvo que espiar bajo autorización judicial. Esos sobre cuyas presuntas ilegalidades informaría el CNI, siguiendo sus principios, al presidente del Gobierno.