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Pedro Sánchez, viraje al centro en 60 días

La irrupción de Vox en el panorama político español, pero sobre todo la implosión de Unidos Podemos ha obligado al PSOE a resetear su política de alianzas de cara a las próximas citas electorales previstas este año. El partido que consiguió alcanzar las mayores cuotas de poder territorial hace cuatro años con el peor resultado de su historia, vive ahora la paradoja de que podría ganar las elecciones generales y en algunas comunidades y ciudades en las que quedó segundo en 2015, pero verse hurtado del poder por un «pacto de perdedores» entre los partidos de derecha similar al que fraguó la izquierda tras los anteriores comicios. Esta situación podría no obedecer tanto a la pujanza del partido de Santiago Abascal como a la hecatombe de los de Pablo Iglesias. Los socialistas miran desde hace tiempo con reticencias el retroceso de sus otrora aliados y con la calculadora en la mano comienzan a diseñar estrategias que pasan por abarcar la centralidad con un pacto con Ciudadanos.

Este viraje al centro comienza a palparse en la línea argumental y estratégica a todos los niveles –desde Moncloa a las ciudades– que han soltado amarras definitivamente con los partidos soberanistas de Cataluña. Sánchez inició ayer la precampaña en Andalucía y hoy estará en Extremadura, dos de los bastiones más fuertes del socialismo con una identidad común: la unidad de España. El presidente se envolverá en la bandera, de la mano de los dirigentes más representativos, para reclamar una mayoría sólida para el PSOE que no le deje al arbitrio de los designios independentistas de nuevo. Un claro guiño a los votantes más moderados de Ciudadanos, que han quedado huérfanos de liderazgo con el giro de la formación hacia la extrema derecha.

La hoja de ruta del Gobierno con el adelanto electoral pasa por dejar hacer a los barones, conscientes de que la gobernabilidad a nivel nacional se decidirá tras constituirse el mapa de alianzas territoriales. En este punto, Sánchez buscará seguir la estela de sus dirigentes, en feudos como Castilla-La Mancha, Aragón o Extremadura, donde se da por seguro un pacto con Ciudadanos. Estos meses de interinidad, complementados con las alianzas que se vayan fraguando –consideran en Moncloa–, pueden servir para ir venciendo las reticencias de Albert Rivera. «El factor Vox le complica la vida a Ciudadanos. No puede hacer una alianza global en toda España», defiende un dirigente.

En todo caso, en Moncloa tienen encuestas que les dan primera fuerza, una preeminencia que harán valer a la hora de negociar en el ámbito externo –las alianzas– o interno –para mantener el liderazgo–. Sánchez no descarta «hacerse un Susana», esto es, reivindicará que –aunque no pueda gobernar porque pacten las derechas– ha ganado las elecciones, lo que le dota de la legitimidad suficiente para pilotar el partido en la oposición. Además, la cercanía entre el 28-A y el 26 de mayo hace imposible una rebelión interna, porque los candidatos territoriales y locales estarán centrados en salvar sus muebles –sus campañas– en lugar de exigir responsabilidades.

«Cuidar a Vox»

La estrategia con Ciudadanos pasa por «cuidar a Vox». En el PSOE han dado al partido de Santiago Abascal rango de fuerza parlamentaria mucho antes de su irrupción en el Congreso de los Diputados. Aunque sin nombrarlos directamente, le incluyen argumentalmente en todos los discursos y lo asimilan con las derechas de PP y Ciudadanos, con el consiguiente perjuicio que esto le supone a Rivera. En Moncloa han variado radicalmente su estrategia contra Vox, han pasado de calificarlo de «antidemocrático», «ultraderecha» y deslizar que «no debería estar en las instituciones» a moderar las críticas, asumiendo que «no nos interesa el ataque directo». Son conscientes de que el crecimiento de Vox se está produciendo en los últimos tiempos a costa del votante de Ciudadanos y que esto puede supone una oportunidad para mantenerse en La Moncloa. A lo que no se renuncia, sin embargo, es a exhibir la alianza en Andalucía como el mejor ejemplo de lo que puede llegar a pasar si la izquierda no se moviliza a nivel nacional para frenar el avance de la derecha.