Los brotes de coronavirus han desplomado la demanda hotelera al final del verano. En septiembre, las estancias cayeron casi un 80% y la ocupación apenas llegó al 30%, pese a los precios más bajos y una menor oferta. Hoteles y hostelería han sido uno de los sectores más perjudicados y han arrastrado con ellos a toda una lista de proveedores.