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La AIE advierte de la necesidad de aumentar la inversión en energías limpias




La Agencia Internacional de la Energía (AIE) considera que se necesita un aumento de inversiones de unos cuatro billones de dólares anuales hasta 2030 en proyectos de energía limpia e infraestructuras para lograr el objetivo de la neutralidad de carbono en 2050, una meta que, asegura, «no es tan difícil como parece».

Así lo indica la AIE en su informe anual, publicado este miércoles con vistas a la COP26, que se celebrará en Glasgow (Escocia) entre el 1 y el 12 de noviembre.

El organismo multilateral con sede en París ha centrado su informe, de manera excepcional, en los diferentes escenarios de reducción de emisiones y cómo éstas afectarán al aumento de las temperaturas y la salud.

Para la AIE, sin embargo, «la transición es demasiado lenta»: el mundo sufrirá el calentamiento global, pero también «turbulencias» en términos de suministro, si no invierte más masiva y rápidamente en energías limpias, ha advertido.

«Las inversiones en proyectos de energía descarbonizada tendrán que triplicarse en un plazo de diez años si se quiere alcanzar la neutralidad del carbono en 2050″, ha resumido el director de la AIE, Fatih Birol.

La neutralidad podría salvar millones de vidas

«Si alcanzamos la neutralidad en 2050, se podrían evitar 2,2 millones de muertes prematuras por contaminación atmosférica en 2030, un 40 % menos que las actuales. En otros escenarios aumentarán», advierte el documento que se publica en medio de la escalada mundial de los precios energéticos.

Tres escenarios están encima de la mesa, según la AIE: el de las actuales políticas de reducción de emisiones efectivamente puestas en marcha por los gobiernos; el de los compromisos de reducción hechos públicos; y el que permite la neutralidad de carbono en 2050, ya hecho público por la AIE en mayo.

En el primer escenario -el más pesimista-, la temperatura global aumentará 2,6 grados centígrados en 2100 respecto a la era preindustrial; en el segundo 2,1 grados; y solo en el tercero logrará limitarlo a 1,5 grados.

La crisis de precios de energía

El informe no aborda en profundidad la actual crisis de precios de la energía y asegura que la actual escalada tiene que ver con numerosos factores, entre ellos el aumento de la demanda de energía por la brusca recuperación de la economía poscovid, eventos meteorológicos e interrupciones en la cadena de abastecimiento.

La AIE recomienda una mayor inversión en renovables para diversificar la oferta energética, aunque aclara que las fases de volatilidad de los precios no desaparecerán completamente.

«Enfrentamos un inminente riesgo en los mercados de energía global (…) No estamos invirtiendo lo suficiente en nuestras futuras necesidades energéticas (…) La manera de afrontar esta tendencia insostenible es una clara apuesta por las energías renovables y tiene que ser rápidamente», afirma en el informe el turco Fatih Birol, director de la AIE.

Junto a esos cuatro billones de dólares anuales en inversiones, el organismo estima que las energías limpias crearán empleo y dinamismo económico que pueden contribuir a absorber a los trabajadores salientes de los sectores del carbón o del petróleo.

«Llegar a la neutralidad crearía un mercado para las turbinas eólicas, paneles solares, batería de iones de litio (…) que generarán un billón de dólares anuales en 2050, similar a lo que genera hoy el mercado del petróleo», añade Birol.

Posible caída en la demanda de crudo

Precisamente sobre el crudo, base energética y económica del siglo XX, la AIE prevé «por primera vez una posible caída de la demanda mundial» de petróleo en todos los escenarios, aunque con disparidades regionales.

De los aproximadamente 100 millones de barriles diarios consumidos actualmente, se pasaría en 2050 a 75 millones en un escenario intermedio y 25 en el más optimista. La demanda de gas natural, sin embargo, aumentará en todos los casos en los próximos cinco años.

La de carbón, considerado altamente contaminante, se reduce «en todos los escenarios». Las diferencias en la caída de la demanda, «que van del 10 % en un escenario intermedio al 55 % en el mejor de los casos, dependen de cómo el carbón se va desligando del sector de la energía«, con un factor importante en el freno a las licencias para nuevas plantas termoeléctricas alimentadas por ese mineral.