La Policía Nacional ha desmantelado en Valdepeñas el laboratorio clandestino de anabolizantes y hormonas más activo de Europa, liderado por un joven sin ninguna formación científica. Desde una vivienda de la localidad ciudarealeña distribuía fármacos sin control a particulares, gimnasios o tiendas de dietética de Ciudad Real, Castellón, Cádiz, Almería y Málaga.
Sergio era el jefe de este suculento negocio cuyos beneficios invertía en criptomonedas y que él mismo había montado hacía al menos tres años. Su volumen había ido en aumento hasta el punto de que pensaba mudarse a Portugal para continuar con la expansión de la producción de anabolizantes.
Este miércoles los responsables de esta operación, que se ha saldado con 21 detenidos y la intervención de tres millones de dosis y más de 65 kilos para la fabricación de otros 38 millones de dosis, han dado detalles de la investigación iniciada en diciembre de 2018 cuando los agentes intervinieron en La Línea de la Concepción un total de 500 cajas de anabolizantes de la misma marca.
El joven vivía con su madre
Con esta incautación en la localidad gaditana, los especialistas de la sección de Consumo, Medio Ambiente y Dopaje en el Deporte de la Policía, tiraron del hilo hasta llegar a Valdepeñas y a varios implicados relacionados antes con el tráfico de drogas.
Todos conformaban diferentes células de distribución dependientes de Sergio, un joven que vivía con su madre en Valdepeñas, que había trabajado como pintor y que llevaba una vida «bastante anodina», sin hacer ostentación del «emporio» que había empezado a crear.
Los agentes han relatado que este chico consumía anabolizantes cuando se percató de que era más rentable comprar los principios activos desde China, Holanda o el Reino Unido. A partir de ahí, vio que existía mercado para proporcionar las sustancias a otras personas. Se inventó dos marcas que distribuía por dos vías: entrega en mano o a través de sus lugartenientes en otros puntos de España.
Un negocio de nutrición que parecía legal
En Almería, Castellón y Málaga, la organización disponía de un negocio de nutrición, con apariencia de legalidad, que era usado como plataforma de promoción y contacto con potenciales clientes.
Juanjo José Castro, jefe de esta sección policial, ha explicado que la organización contaba con más de 30 tipos distintos de productos y utilizaban dos marcas propias inventadas. Además preparaban mezclas de fármacos en jeringuillas para ser administrados directamente, una misión a la que se dedicaba una mujer en La Línea, madre del dueño de uno de los dos gimnasios de la localidad que distribuía los anabolizantes.
Esta mujer, que decía ser médico-practicante jubilada, se encargaba de hacer «pócimas» o «combos» de medicamentos para inyectarlos ella misma a los clientes.
Más de 800 kilos de fármacos ilegales al año
La organización estaba distribuyendo más de 800 kilogramos de medicamentos ilegales -anabolizantes, péptidos y hormonas- anuales, entre los que eran fabricados en el laboratorio clandestino y los que importaban.
La red desmantelada era «polidelictiva» al combinar el tráfico de estupefacientes con la fabricación, almacenamiento y distribución de medicinas ilegales a través de células repartidas por toda España.
La Agencia Española de Protección de la Salud en el Deporte ha asesorado en la investigación y su director, José Luis Terreros, ha calificado de «éxito» histórico en la lucha contra el dopaje el descubrimiento de este laboratorio, no solo por la cantidad de sustancias sino por la variedad de las mismas. En lo que va de año, son ya nueve los talleres similares desmantelados por la Policía.
