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La riqueza financiera de los hogares cae por primera vez desde la crisis

La riqueza financiera de los hogares españoles cayó en 2018 por primera vez desde que, en 2008, los efectos de la Gran Recesión impactaron de lleno en España. No obstante, los 1,33 billones en activos financieros netos que poseían las familias al final de 2018 son la segunda mejor cifra de la historia, solo superada por los 1,37 billones del año anterior, según datos de las Cuentas Financieras de la Economía Española (1995-2018), publicadas por el Banco de España la semana pasada.

La riqueza financiera neta de los hogares se mide por la diferencia entre los activos financieros y los pasivos financieros y, por supuesto, excluye otro tipo de patrimonio, incluido el inmobiliario y el rústico, al margen de su valoración. Los llamados activos financieros de los hogares están compuestos, primero, por el dinero en efectivo (billetes y monedas) y los depósitos, ya sean a la vista o de ahorro; segundo, los denominados valores representativos de deuda, que suelen ser letras y pagarés del Tesoro, Deuda Pública y pagarés y obligaciones emitidos por entidades financieras; tercero, participaciones en el capital –acciones cotizadas y no cotizadas– y fondos de inversión; cuarto, seguros y fondos de pensiones; y quinto, otros activos, rúbrica que incluye, sobre todo, opciones, futuros y permutas financieras. En total, los activos financieros de las familias sumaban 2,10 billones de euros al final de 2018, de los que las partes principales eran 863.000 millones de efectivo y depósitos, 823.000 millones invertidos en acciones y fondos de inversión y 356.000 millones en seguros y fondos de pensiones. Por el lado de los pasivos financieros, todo se reduce a los préstamos que han obtenido las familias y otras deudas pendientes de pago, como por ejemplo impuestos y cotizaciones sociales. En total, en diciembre de 2018, sumaban 776.000 millones. La diferencia entre esos activos y pasivos arroja la riqueza financiera neta, los citados 1,33 billones de euros.

Los datos ofrecen también una panorámica de la crisis y de la recuperación. La riqueza de las familias creció, de forma ininterrumpida, desde mediados de los años 90 del siglo XX hasta 2007, cuando alcanzó la cifra neta de 942.354 millones de euros. La Gran Recesión impactó con brutalidad en 2008 y ese patrimonio cayó, en un solo ejercicio, hasta los 711.743 millones, nada menos que un 24,5% en apenas 12 meses. La explicación hay que buscarla en el batacazo repentino de las bolsas, porque las familias no sólo mantuvieron, sino que aumentaron el dinero en efectivo y los depósitos que tenían, al mismo tiempo que alcanzaban su máximo endeudamiento histórico, con un total de 952.102 millones en créditos y otro tipo de deudas.

La riqueza financiera de los hogares creció constante e ininterrumpidamente desde 2008 hasta 2017, cuando logró su máximo en términos netos, con un total de 1,37 billones de euros y el menor endeudamiento, 769.341 millones, desde 2005. El descenso de 2018, hasta los 1,33 billones, 40.000 millones menos, se explica por dos circunstancias. En primer lugar, los mercados de valores sufrieron caídas significativas en el último trimestre, que se tradujeron en que el valor de las acciones y fondos de inversión de las familias descendió en unos 65.000 millones, a lo que hay que sumar un aumento de 5.000 millones del endeudamiento. Ambas cifras se compensan, en parte, con un aumento del efectivo y los depósitos de 25.000 millones.

Los datos de las Cuentas Financieras de la Economía Española elaborados por el Banco de España demuestran también que en 2018 se invirtió, aunque fuera mínimamente, la tendencia de reducción del endeudamiento que se inició en 2010 y que había llegado a su máximo, en 2008, cuando alcanzó los 952.104 millones de euros. El descenso –desapalancamiento en términos técnicos– de la deuda de los hogares ha sido muy importante, ya que ha caído un 18,48%, lo que en términos absolutos significa más de 176.000 millones. Lo significativo de 2018 es que las obligaciones pendientes de los hogares vuelven a crecer, aunque solo sea en 5.000 millones con respecto a 2017, y la mayor parte no corresponde a créditos en el sentido más clásico y extendido sino a otras formas de endeudamiento, nuevo o sobrevenido, como podría ser el afloramiento de impuestos o cotizaciones sociales pendientes.

El cambio en la evolución de la riqueza de las familias observado en 2018, con el primer descenso en un decenio, puede ser coyuntural y debido a una situación de los mercados o, por el contrario, puede ser el indicio inicial de un cambio de tendencia. Los próximos datos de las Cuentas Financieras, que ya prepara el Banco de España, y que serán públicos en unas semanas ofrecerán más pistas y más definitivas.