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Las granjas industriales están detrás de la despoblación rural




En aquellos pequeños pueblos de la España vaciada donde se han instalado macrogranjas porcinas, no solo no ha crecido la población, sino que muchos han perdido habitantes. Así se desprende del informe de Ecologistas en Acción Granjas industriales y despoblación publicado este miércoles, en el que se han comparado casi 400 pueblos de menos de 5.000 habitantes, para comprobar el impacto en la población entre aquellos donde se han instalado este tipo de explotaciones y en los que no.

«De los 199 pares de pueblos que se han comparado, en 148 casos el municipio con alta carga porcina ha perdido más población o ha ganado menos que el municipio que no tiene esta industria», un 74% de ellos, se recoge en el estudio. Aragón y Cataluña, donde más granjas se han instalado y donde el modelo lleva décadas asentado, son las comunidades más afectadas.

Esta cifra alcanza el 80% en Huesca y Zaragoza y el 91% en Lleida, aunque el texto reconoce que la pérdida de población es menor en las provincias catalanas, no tan afectadas por la despoblación que Aragón.

El ‘boom’ imparable de la industria porcina en la España vaciada

La industria porcina se ha convertido en una de las más pujantes en las provincias de la España rural. Las grandes empresas buscan instalarse en pequeños pueblos como Coscurita, en Soria, donde hay 77 habitantes y 11.000 cerdos. Esta localidad ha perdido la mitad de la población en las últimas dos décadas, a diferencia de otros municipios cercanos donde la pérdida de habitantes no ha sido tan acusada.

Otro ejemplo llamativo se encuentra en Albacete. Balsa de Ves, que contaba con 259 habitantes en el 2000, ha visto cómo sus habitantes han caído a la mitad en 2020, mientras que la población porcina es de 20.000 cerdos.

España ha vivido, desde la crisis del 2008, un crecimiento sostenido del censo porcino. Ha pasado de 25 millones de cerdos en aquel año a 32 millones en 2020, arrebatando el liderazgo europeo a Alemania, y lejos del resto de países de la UE. Además, este crecimiento se ha dado paralelo a un descenso del número de explotaciones y a un mayor número de macrogranjas, el tipo de explotación que más ha aumentado.

El trabajo de Ecologistas lleva a cabo 199 comparativas entre pares de pueblos de menos de 5.000 habitantes, todos ellos alejados de grandes núcleos de población. De cada par, se compara el crecimiento demográfico entre el que tiene cabaña porcina y el que no.

La industria reivindica que «fija población» en los pequeños pueblos

«Es evidente que la generación de empleo que producen las explotaciones ganaderas porcinas no está compensando la pérdida de población en los municipios donde están implantadas», reza el informe.

Por ello, los ecologistas hacen suyo el discurso de las asociaciones contrarias a la instalación de estas macrogranjas y reclaman la «urgencia por desactivar el discurso político y empresarial de que la ganadería industrial pueda sostener un mundo rural vivo», según Daniel González, miembro de la entidad ambientalista.

Para afrontar el reto demográfico, continúa González, son necesarias «políticas encaminadas a favorecer el desarrollo rural agroecológico, incluyendo la ganadería extensiva vinculada al territorio».

La patronal del sector porcino, Interporc, reivindica por su parte que «el beneficio de la actividad cárnico-ganadera es vital para las zonas rurales», ya que gestiona «una amplia cantidad de territorio, vertebrar el territorio al fijar población en pequeños núcleos; y genera riqueza que permite sufragar infraestructuras básicas».