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Por qué muchas españolas tienen menos hijos de los que desean




«Tengo dos hijos, y siempre había querido tener tres. Me parecía el número ideal. Pero, claro, una cosa es la teoría y otra es la práctica…». En España, muchas mujeres como Sonia han tenido menos hijos de los que les hubiera gustado tener. Su anécdota no es baladí: la inestabilidad económica, la difícil conciliación laboral o la desigualdad en las parejas han abierto una fuga valiosa para el país con la segunda tasa de fertilidad más baja de la Unión Europea. 

Según el Instituto Nacional de Estadística, las mujeres preferirían tener una media de 2 hijos, frente al 1,2 que se tiene en realidad. Para acercarnos a la realidad de esa brecha, tres madres han contado su experiencia a RTVE.es.

La conciliación es una «utopía» en España

«Hago malabares para llegar a todo. Mi equilibrio laboral y familiar es tan precario que un nuevo hijo acabaría por romperlo, así que me quedo con dos». Cuca reconoce con sinceridad que ser madre no entraba en sus planes, pero el proyecto en común con su marido y un poco de impulsividad cambiaron la historia. Con los años, llegaron a plantearse ir a por un tercer bebé, pero al final han pesado demasiado los contras: no hay espacio en la casa, la conciliación es una «utopía» y sus niñas y las tareas domésticas ya absorben todo su tiempo.

«Si no fuera por la ayuda de mis padres, que se hacen cargo de ellas por las tardes, en vacaciones y cuando están enfermas, yo no podría trabajar o no hubiera podido tener hijos», asegura a RTVE.es. Tanto Cuca como Sonia hablan de algunas facilidades y la «comprensión» que les brindan en su trabajo, pero a ambas se les quedan cortas. «No tengo ni dos minutos para sentarme y ponerme delante del espejo. No hay tiempo para mí como persona individual», lamenta la segunda.

Para el Club de Malasmadres, la primera causa está en el diseño de las medidas de conciliación. «Tal y como están planteadas, suponen una merma económica o una penalización en la trayectoria laboral», expone Maite Egoscozábal, responsable investigadora de dicha organización y de la Asociación Yo No Renuncio. A su modo de ver, este es el problema «más fácil» de atajar y para ello proponen una revisión que incluya jornadas compactas, flexibilidad en las horas de entrada y salida del trabajo (en los sectores en los que sea posible) y la creación de «bolsas de horas» de libre disposición. El objetivo: que mujeres y hombres dispongan de más tiempo para los cuidados, y «también para el autocuidado».

Una raíz económica más profunda

Pero las raíces de la economía y el mercado laboral también están atando a la natalidad en España. «Pagar una hipoteca, los gastos de casa, coches, seguros, impuestos, gastos escolares… Me ha costado con una niña, ¡imagínate con más!», atestigua Ángeles, quien tuvo que renunciar a la «pequeña ilusión» de tener tres hijos. «Y eso que tanto mi pareja como yo trabajamos, pero hubo un antes y un después económico después de mi hija. Yo no podía trabajar igual, así que cobraba menos y eso nos afectó durante años».

La de Ángeles es otra de las historias detrás de los datos del Instituto Nacional de Estadística. En la última encuesta de fecundidad, en 2018, el motivo económico, laboral o de conciliación’ fue de las respuestas más comunes entre las mujeres que no querían tener más hijos y las que no buscaban el primero. Cuca también lo revela sin matices: «si tienes que decidir entre ser madre o pagar las facturas y comer, la decisión está tomada de antemano».

Reportajes RNE – Las condiciones económicas retrasan la maternidad en España – Escuchar ahora

«Los motivos económicos evidentemente tienen un peso brutal aquí», refuerza Egoscozábal, que dirigió un estudio al respecto para la Asociación Yo No Renuncio. «Y ya no solo para tener o no tener hijos, sino para determinar la edad en la que los tienes. Hasta los cuarenta mucha gente está empalmando contratos temporales o está con unas condiciones económicas» que no le permiten la crianza. Además, el «retraso de la maternidad del primer hijo puede hacer que la búsqueda del segundo ya no llegue, porque no puedes o porque no tienes la fuerza y la energía para hacerlo».

¿Cómo abordarlo? De acuerdo con Eurostat, países como Alemania o Dinamarca dedican más de un 3 % del PIB a prestaciones a las familias, mientras España no gasta más del 1,5 %. No obstante, un estudio reciente del Observatorio Social de la Fundación la Caixa advierte: «las políticas con las que se ha intentado aumentar la fecundidad a través de transferencias de efectivo a corto plazo no han tenido éxito y solo han afectado de forma temporal al momento en que se han producido los nacimientos».

Y es que esta segunda causa conecta con características estructurales de la economía y la sociedad españolas, por lo que las autoras recetan cambios en los planes de conciliación y mejoras en el mercado laboral, pero también «la dedicación de más tiempo por parte de los hombres a tareas domésticas, para reducir la ‘segunda jornada laboral’ que les espera a muchas mujeres al llegar a casa tras el trabajo».

Un machismo silencioso

«Mi pareja viaja mucho, así que al final estoy sola, porque no tengo familia cerca. Yo sola con tres niños, físicamente no podría». Sonia señala la tercera causa. «Hay que ser realista, al final la mujer es la que casi siempre lleva la carga más fuerte», denuncia. «No delegamos suficiente desde el minuto uno. Cuando vuelves a la vida laboral, tu pareja no sabe cómo encargarse de ciertas cosas y te sigues encargando tú».

De nuevo, sus experiencias encajan a la perfección con los estudios sociológicos. «Este es un problema de una generación de mujeres a las que nos han educado en igualdad con nuestros compañeros hombres, pero cuando llega la maternidad, se empiezan a destapar muchas desigualdades. En el fondo, las mujeres siguen cargando con todo el trabajo reproductivo y, además, con su jornada laboral», disecciona Egoscozábal, de Malasmadres.

Como apuntó antes la socióloga, esta dolencia afecta al mismo diseño de las medidas de conciliación, pero también permea en los valores y creencias dentro de los hogares y está marcado por las circunstancias económicas. Para la investigadora, falta «corresponsabilidad» para que «hombres y mujeres tengan más tiempo para los cuidados y estar con sus hijos e hijas».

Una solución a la caída de la tasa de fertilidad

La brecha entre hijos deseados y logrados en España está marcada, en menor medida, por otras circunstancias que van desde los problemas de salud a una menor estabilidad de la vida en pareja. Pero desde el Club de Malasmadres aseguran que salvar esa grieta -con más conciliación y estabilidad laboral- podría «corregir» la caída en la tasa de fertilidad e, «incluso», ayudar a solventar el problema del remplazo poblacional, que las proyecciones del INE fían a la inmigración.

«¿Cómo se va a sostener el sistema de bienestar si no hay población joven?», pregunta la socióloga Egoscozábal. El asunto requiere una respuesta «con urgencia», pero tener identificadas las causas no resuelve por completo la ecuación. «Podemos disminuir parte de esa brecha y no se está haciendo. Lo lamentamos enormemente porque tenemos un problema social y demográfico que ya está teniendo impacto y lo va a tener en los próximos años», continúa. Mientras tanto, nuestras tres protagonistas ya han perdido la oportunidad de que el cambio llegue a tiempo para ellas.