Rommel Salas, papá de la infortunada joven que murió en un accidente de tránsito en la vía a Crucita, sector El Cerecito, espera pacientemente una resolución. Aseguró que aspira a dos cosas: primero que se castigue a la persona que conducía el vehículo en el que se dio el percance y que luego se limpie su nombre, porque a nivel de sus allegados trascendió una información incorrecta.
El accidente de tránsito se dio el sábado 25 de noviembre del 2017. El reloj de la occisa se detuvo a las 22h46, es decir, al momento de la desgracia.
Recuerdos. Rommel Salas es relojero de profesión, y aprendió el oficio desde muy joven.
Expresó que Kimberly vivía con su mamá en la ciudadela Los Olivos, y estaba por retomar sus estudios de Administración de Empresas en la Universidad Técnica de Manabí.
Cuando se enteró de la desgracia, afirmó, estaba en su casa en la parroquia San Pablo. Se quedó congelado cuando mediante llamada telefónica se enteró del accidente y de sus consecuencias.
Así cuando llegó al centro forense, en Manta, le tocó ver el cuerpo de su hija inerte. Sintió que él también moría, pero a la vez a una fuerza interior le recordaba a sus demás hijos y que debía ser fuerte por ellos.
Por su mente pasaron las bromas y el trato especial de la niña consentida hacia su padre protector.
Playa. Kimberly era aficionada a los ceviches, y el sábado fatal se encontró con varios amigos en el parque de su ciudadela, quienes la invitaron a Crucita a pasear y comer ceviche.
Allí, según su padre, la persona que la invitó no pudo ir pero se ofreció un vecino, así que la chica accedió. “Conozco que no se llevaban últimamente, pero se valieron de la ocasión para limar asperezas”, dijo Rommel Salas.
Horas después, al volver de Crucita, la moto perdió pista y la chica salió despedida varios metros. Cayó de cabeza y murió en el acto.
“El dueño de la moto apenas salió lastimado y corrió el rumor de que ella iba conduciendo. Espero que la justicia llegue pronto”, sostuvo Salas.
