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Fue secuestrado por cuatro personas cuando hacía un flete | El Diario Ecuador

El hecho se registró en el 2013 y desde entonces el protagonista de esta historia considera que volvió a nacer.

Cuenta que por muchos años se dedicó a trabajar como chofer en su propio vehículo. En él hacía fletes y largos recorridos.

No recuerda bien la fecha de su secuestro; sin embargo, lo que sí tiene claro es que todo ocurrió una noche cuando salió en su carro y se estacionó en el centro de Chone a la espera de un cliente.

Las horas pasaron y de pronto apareció un joven de piel trigueña, quien le pidió que lo llevara hasta la parroquia San Antonio. 

Héctor recuerda que en ese tiempo estaban construyendo la carretera San Antonio-San Vicente, por ende había que tomar una ruta alterna, por donde se estaba colocando unas alcantarillas.

Cuando el carro de Héctor pasó por el lugar solitario, su acompañante sacó un arma y se la puso en la cabeza, obligándolo a detener la marcha del vehículo. 

Sin negarse al pedido, el conductor se detuvo y tres sujetos más aparecieron de entre la oscuridad. 

Lo golpearon, amarraron y lo pusieron en la parte trasera del carro sin decirle hacia dónde lo llevarían. 

Héctor dice que lo primero que hizo fue encomendarse a Dios para que no lo mataran.

Abandono. “En el trayecto me preguntaban si tenía familiares en la Policía, en los militares, o si tenía un familiar en la banda de ‘Los Choneros’, pero todo eso negué porque he sido una persona sana”, recalca Héctor.

Luego de haber recorrido algunos kilómetros llegaron a un lugar solitario, donde dos de los secuestradores se quedaron con él mientras el carro siguió la marcha.

García fue obligado a caminar monte adentro con los secuestradores sin saber qué pasaría.

“Uno de ellos me quería matar pero el otro trataba de evitarlo”, recuerda el hombre, agregando que cerca de dos horas estuvo dando vueltas con los delincuentes hasta que lo llamaron para pedirle la clave del vehículo, pues al parecer se les había bloqueado.

Tras eso, los secuestradores lo dejaron amarrado en medio de la oscuridad y desaparecieron; sin embargo, la astucia de Héctor lo ayudó a liberarse y buscar ayuda hasta que llegó a una vivienda en donde le dijeron que estaba en El Verdum, de la vía Tosagua-Bahía.

Tras eso siguió avanzando hasta llegar a otra casa desde donde pudo llamar a su familia para que lo auxiliara. 

Días después del suceso, los secuestradores se comunicaron con Héctor para pedirle dinero si quería recuperar su carro pese a que gran parte había sido desmantelado. 

Luego de aquel suceso, Héctor García dejó de trabajar como chofer, pues teme que le ocurra algo similar y es mejor tener precaución.