Inicio Ecuador La muerte de Jairo sigue sin culpable | El Diario Ecuador

La muerte de Jairo sigue sin culpable | El Diario Ecuador

Van a ser dos años de aquel suceso trágico, pero los recuerdos de su 

sobrina política, Diana Piloso, tienen un aire de hace poco.

Con un retrato de su tío entre las manos, en las afueras de la que fue su casa de toda la vida, en el sitio El Tropezón, cantón 24 de Mayo, Diana narra paso a paso los acontecimientos de ese sábado luctuoso e intempestivo.

“Eran las diez de la mañana y un amigo lo llamó para que fuera a arreglar el carro porque se le había dañado. Lo llamó muchas veces, de verdad que insistió en que fuera”, recuerda.

Sin pérdida de tiempo -“siempre tenía un espacio para los amigos y los familiares”- Jairo agarró su maletín de herramientas y fue en busca del desperfecto del carro de su amigo. Pese a su acuciosidad, esa vez Jairo olvidó llevar algunas herramientas, por lo que debió volver a casa.

> ESA VEZ NO. Según su sobrina, siempre mandaba a ver lo que se le olvidaba, pero ese día “Guillermo L.” se ofreció a llevarlo con un “vamos, negro, yo te llevo”.

Entonces emprendieron el viaje de retorno a casa a ver las herramientas.

Así fueron sus últimas horas de vida.

“Llegó, cogió las herramientas y se despidió de su esposa Rosa Álava”, evoca Diana, mientras recorre la fotografía de su tío con nostalgia verdadera.

> CITA MORTAL. De regreso, la muerte le salió al encuentro sin previa cita. Había maleza desbordada en la carretera y “Guillermo L.”, en un intento por evitar el monte crecido, se pasó al carril contrario y una camioneta cargada de sacos de maíz los embistió frontalmente, sin dejarle espacio a maniobra alguna.

“Mi tío salió despedido y se golpeó la cabeza con un fierro de la camioneta, quien lo llevaba se pegó en uno de los costados”. 

Las palabras de Diana le salen del fondo, como una confesión íntima.

Pese a la violencia del golpe no se rompió la cabeza, lo cual resultó fatal, pues esta se le llenó de sangre. A las 21h00 de ese mismo sábado Jairo Piguave dejaba de ser el maestro bueno y solidario que todos apreciaban. Había muerto.

El chofer responsable de la tragedia, herido y todo, se dio tiempo para poner pies en polvorosa y escapar sin que hasta hoy se sepa su destino. 

Luego de un tiempo en el que no faltaron las ofertas de arreglo por parte de su padre -habría ofrecido 15 mil dólares a una inconsolable doña Rosa- la justicia común lo sentenció a dos años de prisión.

Según los familiares, “Guillermo L.” estaría viviendo en Manta, sin haber puesto medio pie en la cárcel 

por la muerte de Jairo Piguave.