No aguanta responder que sí… que Ángel Gabriel Vera era su hijo y que de algún modo lo sigue siendo, “porque madre nunca, eso nunca se deja de ser”.
Si con su llanto y su silencio pudiera explicarlo todo, lo haría, con tal de no revivir aquel 6 de abril de este año, cuando la noticia le llegó como un disparo a quemarropa: Ángel estaba tirado en la calzada, sin ninguna posibilidad de revertir su fatídico destino.
Ese día había estado trabajando en lo suyo, poniendo cielo rasos de gypsum, pero su celular no había dejado de sonar de forma insistente. Una comadre, según recuerda doña Mercedes, cumplía años y quería contar con la presencia de Ángel, quien antes de ir al compromiso, que se celebraba en El Florón, pasó por la casa de su madre, en la ciudadela Fabián Palacios.
“Mi hijo estuvo, donde está usted sentado, riendo; se tomó dos cervezas y salió tal como estaba rumbo a la fiesta de la comadre”, recuerda entre lágrimas la señora Mercedes.
A las pocas horas, aproximadamente a las 20h30, la llamaron a decirle que Ángel se había chocado contra un bus de la cooperativa Vuelta Larga que se había detenido a dejar un pasajero, donde no debía y sin poner luces de parqueo. Así lo ratifican
algunos testigos de la desgracia.
“El chofer del bus se presentó voluntariamente a decir que nos iba reconocer 5 mil dólares, pero cuando pagaran el seguro del SOAT, lo cual todavía no ha sucedido”, declara la atribulada madre.
Según ella, en gastos por el funeral de su hijo gastaron 800 dólares y eso que un concuñado suyo, que tenía separada una bóveda en el cementerio Jardines de Manabí, se la facilitó, pero ellos tienen que devolver lo que cuesta.
“En gastos de abogado también hemos gastado como 500 dólares; esperamos ese pago, pero pague lo que pague, yo sé que mi hijo no revivirá”.
