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«Homeschooling»: El genio español que no ha pisado un aula en ocho años

Este próximo curso, Leonel Virosta pone rumbo a la Universidad de Manchester. Obtuvo en Selectividad una brillante nota de 12,62 sobre 14. Allí estudiará Biología Celular. Habla con pasión de su futura carrera, de cómo podemos aprender el lenguaje de las células, escucharlas y hablarlas, de cómo pueden crear una vida o destruirla cuando se vuelven tumorales. Describe con entusiasmo los avances futuros, como la bioimpresión 3D de tejidos, a base de células con las que se podrán fabricar órganos a medida de quien los necesite. Un futuro esperanzador se abre a las puertas de este chico de 18 años que, además, cuenta con una legión de seguidores en su canal de YouTube –unas 750.000 visitas–, «Flip your Learning», donde divulga la ciencia a otros jóvenes como él de forma amena. Pero Leonel cuenta con una traba: tiene que recorrer un auténtico laberinto burocrático si quiere estudiar en España. ¿El motivo? No ha pisado un aula desde que tenía 10 años. Leonel es fruto de lo que se conoce como «home schooling»: sus padres ejercieron de profesores y tutores en su casa. De hecho, si va a poder estudiar en Manchester es gracias a la prestigiosa beca IELTS, valorada en 10.000 euros, que le ha entregado recientemente el British Council.

Su historia comienza cuando Leonel tiene tres años. Sus padres, David y Belén, de profesión actores y residentes en la localidad abulense de Cuevas del Valle, se sorprendieron al comprobar que, a esa edad, el niño ya había aprendido a leer y escribir prácticamente solo. Escribía libros de poemas. Quería ser escritor. «Eran poemas dedicados a mis padres, a las niñas que me gustaban del colegio…», afirma el joven. No era su única habilidad. «Hacía sus propios experimentos e inventos y los patentaba, creó un juego de ordenador, fabricaba sus propios collares y luego los vendía en un puestecito… Era un niño muy especial, muy creativo», dice Belén Gutiérrez, su madre. Entonces, iba a un colegio rural en el municipio vecino de El Hornillo, que juntaba a niños de distintos pueblos y que sólo contaba con un par de aulas, por lo que Leonel compartía clase con otros niños mayores que él. Adelantó dos cursos: con 10 años acabó Primaria, cuando la mayoría la termina con 12. «La psicóloga no tardó en ver que era un niño diferente, especial. Nos propuso hacer las pruebas de alta capacidad», describe Belén. Es decir, querían averiguar si Leonel era superdotado. «No tuvimos miedo en hacerlo. Otros padres sí lo tienen. No queríamos que Leonel tuviera problemas. Muchos de estos niños no son reconocidos. Se les tilda de rebeldes, hiperactivos… Y acaban perdiendo su potencial». añade. ¿El resultado? Leonel era superdotado.

Sus padres lo tenían claro: ante todo, querían preservar su creatividad. Al principio, intentaron que su hijo estudiara en un centro que atendiera las necesidades de niños con altas capacidades. Sin embargo, «en España están prohibidos por ley». Después, pensaron que podría estudiar a través del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación a Distancia (Cidead), dependiente del Ministerio de Educación. «No cumplíamos los requisitos; debía estudiar de forma presencial», dice Belén.

Y así, llegó su última opción: educarle en casa. Los dos primeros años, David y Belén cumplieron la función de profesores/tutores. Después, «Leonel ya se había marcado sus propios objetivos». «Desarrollé mucho mi autodominio. Tienes que ser tú el que se presione para estudiar. No tienes profesores ni exámenes contínuos. No tienes ese sistema de recompensa/castigo. Se trata de ser autodidacta. Buscar tu propia motivación para estudiar», dice el joven. Sus horarios eran «libres»: podía haber días en que no tocaba los libros y otros, estar totalmente volcado. A él, además, le encantaba estudiar de noche. Tenía tiempo para ayudar a sus padres en el cuidado de sus hermanos: él es el mayor de cuatro. «Había alguna época en la que echaba de menos la ayuda de algún profesor, sobre todo al principio. Y también me hubiera gustado tener algún compañero con el que compartir temas que me entusiasmaban. Pero no cambiaría el hecho de haber estudiado en casa. Si lo hiciera, quizá no llevaría la vida que llevo ahora, no sería como soy», relata.

Sus vecinos, sus familiares… ¿entendían esta filosofía de estudiar en casa?«Te tachan de irresponsable, cuando, en realidad, educar a tu hijo requiere una gran responsabilidad. Siempre está la duda, te dicen que le estás aislando… En su colegio tampoco eran partidarios, porque decían que le íbamos a privar de estar con sus iguales. Quizá sea una carencia, pero creo que Leonel lo ha reconducido muy bien a través de su canal de YouTube», dice su madre. Sí, puede que Leonel sea un poco «extraterrestre en comparación con otros chicos de su edad. Pero ese ambiente lo va a experimentar ahora, con jóvenes que llegan de otras partes del mundo y que comparten sus inquietudes».

Cuando llegó la hora de estudiar Bachillerato, optó por uno de Letras. Pero surgió un problema. Leonel ha estado matriculado en tres centros distintos enfocados al «home schooling», que prometían un seguimiento del alumno con profesores y tutores y un certificado que le permitiría homologar sus estudios en España. Ninguna de las dos cosas era cierta. Para empezar, el certificado de Bachillerato le llegó el año pasado en agosto, por lo que no pudo hacer la Selectividad hasta septiembre. Pese a su brillante nota, la Universidad Complutense no reconocía dicho certificado. Pusieron dos recursos de reposición al Ministerio de Educación –el primero se lo denegaron– para que le permitieran estudiar en España. Tuvo que hacer otro examen de Selectividad, que solventó con un 12,64, porque la Universidad de Manchester le exigía tener un expediente académico reciente para poder aspirar a la beca. «Quién sabe, quizá podría estudiar aquí en España, pero es posible que, al final, no me dieran el título», afirma Leonel. «El homeschooling funciona cuando los padres están volcados en sus hijos. Podías hacer un examen a través de estos centros, pero si esperabas a un profesor, nunca aparecía».

Los dos años que adelantó al empezar la ESO con apenas 10 años fue un tiempo perdido por todas estas trabas… o quizá no. Pese a estudiar Letras, Leonel comenzó a entusiasmarse por la Biología. Sobre todo porque acababa de nacer su hermana pequeña, Renata, que ahora tiene dos años. «Ya no podía ver la Biología de la misma manera. Y no podía estudiar otra cosa que no estuviera relacionada con la vida», dice. Por eso, aprovechó para empaparse todo lo que pudo sobre la materia y abrir su exitoso canal de YouTube. Su decisión era clara: estudiar Biología Celular. Sobre todo le interesa el cáncer: «Tiene ese punto de terror, de ser algo que nuestro propio cuerpo crea para matarnos». Así, Leonel tiene un nuevo reto entre manos.

Por fin, ocho años después, volverá a un aula, con pupitres, profesores y otros chicos como él. ¿Algún temor? «Sólo tengo ganas de estar con otros estudiantes y de tener profesores que han dedicado su vida a una asignatura y a la investigación. Ningún temor: sólo ganas de estar allí».