Inicio Educación Salve magister: el resurgir del latín como lengua vehicular

Salve magister: el resurgir del latín como lengua vehicular

Son las 8:30 de la mañana y toca Latín en el Instituto de Enseñanza Secundaria El Grao de Valencia. Un alumno llega tarde a la clase que se imparte en 2º de Bachillerato. Llama a la puerta y asoma la cabeza: «Salve magister: licetne mihi intrare?» («Buenos días, profesor, ¿puedo entrar?). El profesor replica: «sero post tempus venis» («llegas tarde») a la par que autoriza la entrada con un gesto. El joven toma asiento. En clase sólo se habla latín de principio a fin. Los estudiantes saben que deben «ostium pulsare» («llamar a la puerta») por eso cuando es más de uno el que se despista de la hora de entrada son los mismos alumnos los que repiten a modo de letanía: «sero post tempus venis» («llegas tarde»). «Sin darse cuenta, están utilizando un adverbio, una preposición más un acusativo neutro y una segunda persona verbal de la cuarta conjugación. Al principio, no saben analizar todo, pero luego explicamos toda la gramática. Se trata del método inductivo-contextual. Los estudiantes entienden unas estructuras a partir de un contexto en la realidad del aula o en el libro (si leen) y al acabar, se explica toda la gramática», dice Jorge Tárrega, profesor de Latín del instituto. Tárrega es el presidente la asociación Collegium Latinitatis de Valencia, creada en septiembre pasado y ha sido profesor hace unos años en la universidad de Valencia de Sintaxis Latina. En sus clases sólo se hablaba en latín y los alumnos se atrevían a responder a las preguntas del profesor en la lengua de Cicerón. Tiene el honor de ser el primer docente, desde el siglo XIX, en dar una clase íntegramente en latín. Y ahora pasa lo mismo con sus alumnos de 2º de Bachillerato del IES El Grao. Desde octubre estudian épica, comedia y oratoria además de profundizar en el estudio de la lengua. Y todo, en latín sin mediar una palabra de castellano.

El caso de este instituto constata el resurgimiento del latín en las aulas. Es uno de los 30 que existen en España en los que se imparten las clases utilizando el latín como lengua vehicular, explica Carles García, también profesor de Latín y miembro de la asociación cultural Collegium Latinitatis. Además, los alumnos obtienen resultados espectaculares en Selectividad. «Nuestro objetivo es promover en el ámbito educativo y en el de la investigación el empleo de las lenguas clásicas como lenguas vehiculares y promover la cultura clásica a todos los niveles, tenemos siempre como fin último la lectura de los clásicos en versión original», añade. «Generaciones enteras han crecido pensando que, para entender latín, hay que traducir con un diccionario en mano, lo cual es un error grave. La traducción es un elemento, un ejercicio más para acceder a una lengua, no el único», añade Tárrega.

Al igual que en un examen de 5º de Alemán, por ejemplo, se puede poner un texto complejo sobre el que se plantean unas preguntas de comprensión, así se intenta hacer por parte de los profesores que ahora enseñan la lengua indoeuropea con metodologías activas, es decir, con preguntas sobre el texto en el mismo idioma. «Desde el siglo XIX se aplicó una metodología mantenida hasta ahora: entender la lengua como algo muerto y como objeto de estudio en vitrina», insiste. Ahora son ya muchos, no sólo los docentes españoles, los que aplican esta metodología activa de tal manera que los alumnos comienzan estudiando textos sencillos para poder leerlos y comprenderlos sin necesidad de diccionario y después van entrando en textos cada vez más complicados. «Nadie empieza leyendo a Shakespeare en inglés o a Goethe en alemán. ¿Por qué se tiene que empezar en latín analizando penosamente frases de Horacio o Virgilio, sin contexto alguno y analizando cada palabra?», dice el profesor del instituto de Valencia.

Los amantes de esta nueva tendencia creen que «el latín no es más que un vehículo, un instrumento para acceder al tesoro que se ha guardado durante veinte siglos de pensamiento, un tiempo en el que muchos de los pensamientos, de las experiencias, de las vivencias, de los avatares de personas como nosotros que han vivido en este mundo fueron transmitidos en latín. Su estudio nos da la llave para abrir el cofre de nuestros antepasados y para saber que no somos los primeros que vivimos experiencias humanas: «nihil novum sub sole» («nada nuevo bajo el sol»), dice el presidente de Collegium Latinitatis. «El hombre aprende de su historia», insiste. Y lo dice porque la realidad de los latinos no era muy diferente a la de nuestros días: Catulo, en pleno siglo I, hablaba de amor en sus poemas, Cicerón y Salustio de la amistad, César o Tácito sobre política y sus páginas están plagadas de ejemplos que ven su reflejo en el panorama político actual: golpes de estado fallidos (Catilina), políticos corruptos (Verres), gobernadores excéntricos (Calígula). En definitiva, nada que no se parezca a lo que se vive en el mundo actual.

Catulo, Tácito o Petrarca

«Cada vez se nos dirige más gente que está interesada en estudiar latín no para hablar en el aeropuerto o para hablar sobre informática, sino para poder leer y entender inscripciones de sus ciudades o libros de autores que siempre quisieron leer, como Plauto o Cicerón, Catulo o Tácito, Petrarca o Erasmo, Vives o Tomás Moro», explican desde la recién creada Asociación Collegium Latinitatis de Valencia.

Lo cierto es que ya son muchas las asociaciones de Clásicas en España. En Valencia, de hecho, hay varias y cada una se dedica a estudiar algún aspecto concreto del mundo clásico. Ludere et Discere se dedica a cuestiones culturales y de la vida cotidiana, Prósopon-Sagunt, al teatro. En septiembre pasado se fundó el Collegium Latinitatis, toda en latín. «Nuestro objetivo es la divulgación del latín como lengua en la sociedad actual. Queremos centrar muchos de nuestros esfuerzos en que, como empieza a pasar en algunos países, como Alemania, existe un público no especializado que se interese por leer a los clásicos en su idioma original, del mismo modo que ocurría, por ejemplo, en el siglo XVIII», explica su presidente, Jorge Tárrega.