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Alejandro Ávila Bello: «Puigdemont es falso, mentiroso y desleal hasta con los catalanes»

Por Jana Escatill. Cuando hablas con Alejandro Ávila Bello el tiempo cobra una nueva dimensión. De pronto, te das cuenta de que has estado charlando con él durante horas que han transcurrido como minutos. Este periodista de raza es un pozo de vivencias, anécdotas, mesura y profesionalidad.

Ha recibido numerosos premios como periodista económico y nos ha deleitado con inolvidables programas de radio. Ha trabajado en sus más de 35 años de ejercicio de la profesión junto a los grandes de la comunicación como Luis del OlmoConcha García Campoy, Julia Otero, Manel Fuentes o María Teresa Campos.

Alejandro Ávila Bello es decano de los doctores en Periodismo

El periodista Alejandro Ávila en Barcelona
El periodista Alejandro Ávila en Barcelona

Alejandro Ávila es el primer doctor en Periodismo de España, actualmente colabora con el diario El País pero, sobre todo, es esa voz amiga que desborda sentido común y que, escuchándola, te resulta familiar aunque sea la primera vez que hablas con él. Quizá porque ha estado presente en nuestras casas de forma anónima prestando sus cuerdas vocales en numerosos doblajes a actores de la talla de Cary Grant o Alec Baldwin.

La profesión periodística siempre le ha respetado por su sólida base ética y sentido crítico.

Ávila es barcelonés, condición que le convierte en experto analista de la realidad social y económica de Cataluña. Por este motivo, hemos querido conocer cómo contempla los tensos momentos que actualmente vive la relación política entre España y la comunidad autónoma catalana.

Un referéndum cutre y chapucero

¿Cómo contempla el proyecto de independencia de Carles Puigdemont?

En pocas palabras: sin sorpresas. No hay nada de lo que ocurre que pueda sorprenderme. Bueno, sí: una cosa. Nunca pensé que el mal llamado referéndum de independencia hubiese sido tan cutre y chapucero. Resultó más propio de una república bananera que de un país europeo y democrático. Aquello fue cualquier cosa menos un referéndum. Como demócrata y catalán sentí vergüenza.

En todo caso, es algo que se veía venir desde hace años. Los catalanes que han sufrido la persecución política y social del nacionalismo sabían que, más temprano que tarde, todo esto ocurriría.

Las políticas pasadas, presentes y futuras del actual Govern irán encaminadas a conseguir la independencia

En Cataluña hace muchos años que el Govern ha dado la espalda a los parados, a los pensionistas, a la sanidad, a la educación y a lo que realmente interesa a los ciudadanos. Importan más las piedras, las fronteras y un supuesto hecho diferencial que los verdaderos problemas de los catalanes. El actual Govern tiene y tendrá su prioridad en la independencia y todas las políticas pasadas, presentes y futuras irán encaminadas a conseguir su objetivo que no es otro que la secesión. Por ello, Puigdemont -que es un tipo eminentemente falso- disimulará, mentirá a los catalanes y siempre ejercerá la deslealtad con el Estado español. No en vano, para él los españoles en general y el Gobierno central en particular son enemigos y como todo el mundo sabe: tanto en el amor como en la guerra, todo vale.

¿Quién es el responsable de esta crisis política que vive nuestro país?

Todos los españoles sabemos que no hay un sólo responsable, son unos cuantos centenares de personas que por acción, inacción, cooperación o reacción equivocada nos han llevado a un enfrentamiento y división que obviamente no ha tocado fondo.

Rajoy tiene gran parte de responsabilidad sobre lo que ocurre en Cataluña

El Partido Popular, para simplificar el problema, señalará a Puigdemont o a Artur Mas como culpables pero en realidad, el Gobierno de Mariano Rajoy también tiene gran responsabilidad por habernos llevado hasta un punto que jamás hubiésemos debido llegar.

La exasperante lentitud de Rajoy en la toma de decisiones, su venda en los ojos en materias fundamentales como la educación, la seguridad y los medios de comunicación ha sido clamorosa no sólo en esta legislatura sino también en la pasada cuando contaba con mayoría absoluta. El PP es un partido acomplejado por ser de derechas y roza la debilidad. El pánico a que les tache de fachas o franquistas les impide mano dura. Cuando Jiménez Losantos llamaba a Rajoy, Mariano Complejines, no le faltaba razón.

Hispanofóbia, xenofóbia y muerte civil

Pero volviendo a tu pregunta, creo que en la cúpula de la responsabilidad deberíamos colocar a Jordi Pujol i Soley. El exhonorable ha sido el máximo exponente de la deslealtad nacionalista, del doble juego, de la hipocresía política y del saqueo a las arcas públicas y privadas. Él fue quien inició la gran maquinaria propagandística en TV3 y las radios públicas catalanas. Él puso la semilla de la xenofóbia, hispanofóbia y sentó las bases de lo que ha sido la muerte civil y social de muchos catalanes no nacionalistas que se vieron obligados a emigrar porque fueron señalados y, como consecuencia, les resultaba imposible trabajar en su propia comunidad.

Nos sorprenderemos cuando conozcamos los nombres de los clientes de la banca andorrana

La labor del exhonorable la continuó y profundizó su delfín Artur Mas. ¡Qué puedo decir de Mas que no se sepa! Sus cuentas en Suiza puede que no sean tan abultadas como las que todavía maneja impunemente la familia Pujol en paraísos fiscales pero, desde luego, resulta repugnante contemplar a Artur Mas mendigar unas monedas por sus medios concertados cuando todos sabemos que guarda varias decenas de millones en bancos amparados por el secreto bancario. En breve, nos llevaremos sorpresas cuando conozcamos detalles de la clientela de la banca andorrana.

La lista de responsables comienza con Felipe González

Pero en la lista de responsables de la actual situación deberíamos colocar a todos los presidentes de España, desde Felipe González pasando por José María Aznar con su famoso Pacto del Majestic hasta Mariano Rajoy que pasará a la historia por su ceguera voluntaria. El mejor año que ha tenido España en la última década ha sido en el que no hubo gobierno. Con eso te lo digo todo.

Los catalanes que se sienten españoles han estado solos y abandonados por el Gobierno central. Por eso, prefieren enmudecer y pasar desapercibidos. Ahora se han convertido en la mayoría silenciosa.

Un país que mantiene libre al mayor delincuente de su historia no puede ir bien

Señor Ávila, permítame hacer un ejercicio de política ficción ¿cómo terminará la crisis política catalana?

No soy optimista. La mediocridad, la falta de determinación y responsabilidad de nuestros gobernantes resulta evidente. Mariano Rajoy no tiene lo que hay que tener para encontrar la solución y los nacionalistas no darán un paso atrás. En un país donde la organización criminal más importante de Europa sigue libre -y estoy pensando en la familia Pujol– las cosas no pueden ir bien. La fractura social que se ha producido en Cataluña tardará décadas en superarse si es que alguna vez se logra olvidar. Ahora hay dos tipos de ciudadanos en Cataluña: los de aquí y los invasores, los buenos y los malos, los unos y los otros, los patriotas catalanes y los fachas.

Quizá una reforma de la Constitución que pase por nuevas cesiones a los nacionalistas mitigue el problema unos meses, quizá unos años, pero tarde o temprano volveremos al intento de desmembramiento de España. Fíjese usted que hasta el ignorante líder de un partido –en teoría español, como el PSOE– habla de plurinacionalidad como si eso fuese el bálsamo de Fierabrás que curará los males nacionalistas.

Resetear el Estado de las autonomías

La solución pasaría por resetear el Estado de las autonomías y volver a empezar. Cosa que hoy resulta impensable e imposible.

¿Qué quiere decir con «resetear»?

Pues eso: volver a empezar. Centralizar las competencias y eliminar todos los entes duplicados. A partir de ahí, dar sólo aquellas competencias que objetivamente mejoren la vida del ciudadano pero jamás materias como seguridad, educación, sanidad y fiscalidad que deberían constituir prioridad nacional.

No existe en España la riqueza necesaria para dar de comer a tanto chorizo

Ávila Bello termina aportando datos difíciles de rebatir:

«Somos el país de Europa con mayor número de políticos y cargos públicos. Hay cálculos que apuntan a que tenemos un cargo político por cada 100 ciudadanos, lo que nos sitúa muy por encima de nuestros vecinos. En Italia hay uno por cada 300 aproximadamente, en Francia uno por cada 325 y en Alemania uno por cada 800 ciudadanos.

No existe ni riqueza ni trabajo en España para dar de comer a tanto chorizo y gente improductiva. Si alguna vez pretendemos acabar con las desigualdades, las prebendas y los enchufismos antes deberemos suprimir a gran parte de esta clase política chupóptera y egoísta que sólo destaca por crear problemas en todo aquello que toca. Por eso soy pesimista. ¿Quién es capaz de resetear este monstruo que hemos creado? Nadie.»