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Alguacil que ayudó a deportar a miles de inmigrantes dice que no es «racista»

Phoenix (EEUU), 29 dic (EFE).- A escasos días de dejar el cargo que lo convirtió en símbolo de la lucha antiinmgración en Estados Unidos, el polémico alguacil del condado Maricopa (Arizona), Joe Arpaio, afirma que no es «racista» y que mantiene buena relación con la comunidad latina de su estado.

«No soy racista. Cuando no pueden llamarte de otra forma te llaman racista», asegura Arpaio, de 84 años, en una entrevista con Efe en su oficina en Phoenix, desde donde ha mantenido una postura de mano dura contra los indocumentados y ha presumido de ser el «sheriff más duro del oeste».

Admirado y respetado por sus seguidores, y temido por la comunidad migrante, blanco de muchos de sus operativos, Arpaio asegura que durante los 24 años que ha ocupado el cargo se limitó siempre a «cumplir» con las leyes.

«Yo nunca fui tocando puertas y arrestando inmigrantes indocumentados, a pesar de que tenía la autoridad para hacerlo», afirma.

Pese a esa imagen polémica, el temido alguacil -que dejará su cargo el próximo 4 de enero- asegura tener una «buena» relación con la comunidad latina de Arizona y revela que hay latinos que hasta la fecha lo paran en la calle y le dicen que votaron por él.

El desempeño de Arpaio como alguacil del mayor condado de Arizona ha estado plagado de críticas, múltiples demandas y acusaciones de violaciones a los derechos civiles, especialmente en contra de la comunidad latina.

Durante años el controvertido alguacil realizó operativos en las calles del condado en las que detenía a inmigrantes indocumentados, que después eran entregados a la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) estadounidense.

También hacía por sorpresa redadas en los lugares de trabajo donde detenía a empleados sin «papeles», quienes, en su mayoría, enfrentaron cargos por robo de identidad.

Antes de ser alguacil en 1993, Arpaio fue director de la Agencia Federal Antidrogas (DEA) estadounidense en Arizona y trabajó con esta misma agencia federal en países como México.

Asegura que su departamento entregó a 12.000 indocumentados en los últimos años a ICE, reos que cumplieron sentencias en sus cárceles, y agrega que «estas personas estaban en la cárcel no por ser inmigrantes indocumentados, sino porque cometieron crímenes, como asesinatos».

Debido a estos operativos migratorios, Arapaio ha enfrentado una serie de problemas legales, entre ellos, que en 2013 un juez federal lo declarase culpable de prácticas de perfil racial en contra de conductores hispanos.

Ese año fue declarado en desacato, junto con sus oficiales de mayor rango, por continuar con sus operativos migratorios durante 17 meses después de que se lo habían prohibido, y su juicio está previsto que arranque en abril próximo.

«Es como es, cuando eres una persona de alto perfil la gente te mira más de cerca, pero siempre traté de hacer lo mejor que pude y nunca traté de, intencionalmente, violar la ley», asegura.

En las últimas elecciones de noviembre pasado y tras una campaña marcada por estos problemas legales, Arpaio fue derrotado por Paul Penzone, quien le reemplazará el próximo 4 de enero.

El alguacil, sin embargo, atribuye su derrota a la intervención en la campaña del billonario George Soros, quien donó más de dos millones de dólares para lograr su derrota tras seis victorias electorales consecutivas.

Con mirada nostálgica, no descarta presentarse de nuevo al cargo en 2020, pues «en la política nunca se puede decir nunca», cuando ya tendrá 88 años.

Arpaio, uno de los primeros políticos estadounidenses en apoyar al presidente electo, Donald Trump, después de que éste anunciara su candidatura a la Casa Blanca, tampoco descarta la posibilidad de un puesto dentro del nuevo gobierno republicano, aunque prefiere no revelar si el equipo del magnate neoyorquino le ha ofrecido un cargo.

«Quizás pueda ser embajador en México», concluye Arpaio en tono de broma mientras sonríe.