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Ausencia de Trump en la cumbre de Lima es un ‘abandono asombroso’ a América Latina

La decisión del presidente Donald Trump de cancelar su primer viaje a América Latina es otro golpe a una región que se siente despreciada por su poderoso y cada vez más errático vecino del norte, dijeron analistas.

El anuncio de la Casa Blanca el martes de que el vicepresidente Mike Pence tomaría el lugar de Trump en la octava Cumbre de las Américas —una cita trienal de líderes de más de 30 países de todo el continente— representa la primera vez que un presidente estadounidense no asiste al evento, que comenzó en Miami en 1994.

El gobierno dijo que Trump se quedaba en casa para hacer frente a la crisis en Siria. Pero analistas dijeron que el presidente estaba desaprovechando una oportunidad de oro.

“Es un abandono asombroso del liderazgo de Estados Unidos en nuestro continente”, dijo Richard Feinberg, investigador del Brookings Institute quien ha asistido a todas las cumbres. “[Trump] teme claramente estar en el mismo salón con personas a las que ha insultado constantemente durante los últimos tres años y está esquivando la confrontación”.

Aunque el gobierno de Trump insiste en que valora a sus aliados latinoamericanos, la región ha sido objeto de de algunas de las expresiones retóricas más duras del presidente.

En Lima, sede de la cumbre de este año, hubo poca reacción de inmediato. El canciller peruano no comentó sobre la cancelación del viaje y la mayoría de los asistentes al evento estaban reunidos a puertas cerradas para un Foro de la Sociedad Civil. La Cumbre de las Américas se inaugura oficialmente el viernes.

“La cancelación tiene dos aristas. La primera es negativa y pasa porque le resta cierta expectativa a la cumbre”, dijo Manuel Hidalgo, periodista especializado en política del influyente diario peruano El Comercio. “La segunda es que le quita ese momento tenso e incómodo que se esperaba debido a los reiterados comentarios de Trump sobre la región en materia de inmigración, narcotráfico y comercio. Y en el fondo demuestra que Latinoamérica no es una región prioritaria en la agenda de Trump”, agregó.

La ofensiva de Trump para renegociar acuerdos de libre comercio, imponer aranceles de importación al aluminio y el acero, construir un muro en la frontera con México y usar la Guardia Nacional para evitar la entrada de migrantes centroamericanos ha dejado preocupados a muchos aliados en la región.

Esa inquietud se refleja en las encuestas de opinión, que muestran a Trump con un bajísimo nivel de aprobación de 16 por ciento en América Latina, según Gallup.

“Las iniciativas más visibles del gobierno de Trump con América Latina no han sido bien recibidas en la región”, dijo Cynthia Arnson, directora Programa Latinoamericano del Centro en Washington DC. “Pero tampoco hay ninguna democracia regional que quiera antagonizar al gobierno de Estados Unidos”.

Sin embargo, probablemente hay muchos líderes dispuestos a provocar a funcionarios de Trump durante la cumbre, que ofrece un micrófono poderoso para los críticos de Washington.

Líderes como el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y de Bolivia, Evo Morales, sin duda usarán la plataforma de las intervenciones en el plenario para criticar al “imperialismo” norteamericano y a Trump por aumentar las sanciones contra Venezuela y echar atrás las políticas de Obama hacia Cuba.

“La decisión del presidente Trump de no asistir a la Cumbre de las Américas envía el mensaje equivocado a nuestros muchos amigos en Latinoamérica. Esta debía ser su oportunidad para conocer personalmente a los líderes y aliviar algunas de sus preocupaciones sobre las políticas comerciales de Estados Unidos”, dijo Jason Marczak, director del Centro Adrienne Arsht América Latina en el Atlantic Council. “El vicepresidente Pence es un gran representante del presidente y ha viajado a la región anteriormente, pero no es lo mismo que vaya Trump”.

La Cumbre de las Américas de este año se centra ostensiblemente en los esfuerzos contra la corrupción, pero Washington esperaba usarla para discutir sobre Venezuela.

Por su parte, miembros de la oposición cubana que viajaron a Lima para asistir al Foro de la Sociedad Civil se mostraron satisfechos de que el presidente Trump no asista a la cumbre, porque así no habrá oportunidad para que el gobernante cubano Raúl Castro se tome una foto con el mandatario estadounidense.

“Claro que era importante que Trump se reuniera con mandatarios de la región, pero aceptar que Raúl Castro fuera a la cumbre y que hiciera desembarcar su ejército de agentes y topas de agitación, eso le restaba seriedad al evento”, dijo el opositor cubano Antonio Rodiles.

Anteriormente, la Casa Blanca había dicho que no se contemplaba para nada un estrechón de manos o una reunión bilateral entre Trump y Castro.

El lunes, Brian Hook, asesor de política del secretario de Estado, dijo que una de las principales metas del gobierno en la cumbre es “galvanizar un mayor apoyo regional para abordar la crisis en Venezuela”.

Al mismo tiempo, Washington probablemente sea criticado por preocupaciones de que las sanciones estadounidenses contra Venezuela puedan exacerbar la crisis de los alimentos en ese país.

Hook desestimó esa idea, diciendo que el gobierno es el gobierno de Venezuela, no Washington. el que impide que la ayuda humanitaria entre al país.

“Esta crisis es fabricada, es una crisis fabricada por un dictador, no es un desastre natural”, dijo.

Al presidente venezolano Nicolás Maduro le retiraron la invitación para asistir a la cumbre, pero ha amenazado con ir de todas formas.

Cualquiera que sean los planes que Washington haya tenido para organizar una respuesta regional a Venezuela probablemente no se implementen debido a la ausencia de Trump.

Al preguntársele si la delegación estadounidense pudiera lograr algo en la cumbre sin la presencia de Trump, Feinberg dijo: “Naturalmente que no”.