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El mayor riesgo es dejar de vacunar a los niños

Luego de más de 50 años escribiendo sobre medicina y ciencia, me duele ver que las inmunizaciones de menores, quizá el progreso de salud de mayor importancia para salvar vidas en el último siglo, están siendo menoscabadas por desinformación y promoción del miedo.

El resultado ha sido un resurgimiento de brotes de enfermedades prevenibles que, en generaciones anteriores, despojaron a niños como yo de muchas semanas de escuela, dejando perdurables cicatrices físicas y emocionales, así como, en algunos casos, acabaron con sus vidas.

Los padres de familia que probablemente nunca vieron un solo caso de cualquiera de las enfermedades han optado por »salir voluntariamente’’ de la protección de sus hijos con vacunas altamente recomendadas por la Academia Estadounidense de Pediatría y los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), vacunas de las cuales se ha demostrado que son seguras y efectivas. Aduciendo objeciones personales o religiosas a inmunizaciones, estos padres de familia han insistido en que sus hijos sean autorizados a asistir a la escuela sin ellas.

California se unió hace poco a Virginia Occidental y Misisipi en la aprobación de una legislación que elimina exenciones de vacunas por razones personales o religiosas. Niños que presentan condiciones médicas que descartan inmunizaciones seguras siguen exentos. Todos los demás padres de familia que optan por no inmunizar a sus hijos tendrán que educarlos en casa.

La aprobación de la ley en California recibió la ayuda de un aterrador brote de sarampión que empezó en Disneyland en enero, dando como resultado al menos 125 casos, la vasta mayoría de los cuales ocurrió entre personas sin vacunación.

Quienes se negaron a recibir inmunizaciones a menudo esperan que sus familias sean protegidas por lo que se conoce como »inmunidad de manada’’; esto es, altas tasas de protección entre todos los demás. Sin embargo, para que sea efectiva, la inmunidad de manada requiere de tasas de vacunación de 95 a 99 por ciento de la población, tasa mayor que lo indicado como prevaleciente por un análisis científico entre aquellos expuestos a través de los casos en California. Esa tasa pudiera haber sido »tan baja como 50 por ciento y con probabilidades de no superar 86 por ciento’’, con base en un estudio por parte de Maimuna S. Majumder, investigador en el Hospital Infantil de Boston, así como colegas, publicado en JAMA Pediatrics.

El sarampión, infección viral que se transmite a través del aire, puede dar como resultado una semana de fiebre alta, a veces serias complicaciones como encefalitis y ataques, así como la muerte. Quienes no están inmunizados tienen probabilidades hasta 35 veces mayores de contraer sarampión.

La vacuna del sarampión, hecha de un virus vivo modificado, suele administrarse a bebés entre los 12 y 15 meses en una inyección, combinada con vacunas para paperas y rubeola, la llamada vacuna MMR (por sus siglas en inglés). Una segunda dosis se administra de los 4 a los 6 años de edad, antes del jardín de niños.

Se emplea la misma programación para una vacuna contra la varicela. A menos que usted crea que esta enfermedad es un rito necesario de la infancia, a partir de mi propia experiencia puedo decir que puede ser una verdadera desgracia, así como causar serias complicaciones como infecciones con bacterias que comen carne, neumonía sepsis y encefalitis. Cuando tenía 8 años de edad, padecí a lo largo de tres semanas realmente sofocantes por un salpullido a lo largo de todo el cuerpo, mismo que me producía la peor comezón concebible. Para evitar que me rascara, me sumergía durante horas al día en baños de avena, entre periodos siendo abanicada por mi abuela. De cualquier forma, terminé con cicatrices en el pecho, espalda y cara que perduraron décadas.

Las paperas, que inflama las glándulas debajo de los oídos o mandíbula, atacaron ambos lados de mi cara de una sola vez, haciendo que dormir se convirtiera en todo un desafío. Las complicaciones derivadas de las paperas pueden incluir meningitis, encefalitis y sordera. De veinte a 50 por ciento de los niños infectados tras la pubertad desarrolla inflamación testicular que puede causar esterilidad.

La rubeola, antes conocida como sarampión alemán, suele ser una enfermedad leve que resulta más peligrosa para mujeres embarazadas. Puede causar aborto espontáneo o defectos congénitos que incluyen sordera, trastornos de la visión, defectos cardiacos y discapacidad intelectual. La vacuna MMR no debería administrarse a niños que estén tomando esteroides o que tengan cáncer o alguna enfermedad que afecte al sistema inmune; ellos dependen en particular de la protección a través de la inmunidad de grupo.

En 1998, un fraudulento informe vinculó a la vacuna MMR con el autismo, cuyas primeras señales a menudo son notadas en menores de un año de edad. El informe, del cual se retractaron después, tuvo una repercusión negativa sobre esta vacuna y generó un aumento en las tasas de la enfermedad. La polémica se niega a morir pese a múltiples estudios, bien diseñados, que no arrojaron tal vínculo, incluido un estudio de más de 95,000 niños publicado en abril.

Algunos padres de familia respingan ante el número a todas luces grande de vacunas administradas a niños pequeños, quienes pueden recibir hasta 23 inyecciones para los 2 años de edad. Las vacunas son administradas a edades tan cortas porque es en ese momento que los niños son más vulnerables a las enfermedades y cualquier inmunidad adquirida de sus madres ya se consumió, explica el CDC.

Con base en el Dr. Paul Offit, especialista en enfermedades infecciosas por el Hospital Infantil de Filadelfia, los niños pequeños manejan con facilidad los desafíos de inmunidad de múltiples vacunas. Por ejemplo, hay estudios que demostraron que la vacuna cinco en uno Pediatrix para combatir la hepatitis B, poliomielitis, tétanos, difteria y tos ferina es tan segura y efectiva como aplicar cada una de estas vacunas individualmente.

La tos ferina es otra seria enfermedad de la infancia con potencial letal que ahora está subiendo en vista de menguantes tasas de inmunización. Alrededor de la mitad de los infantes que enferman de tos ferina deben ser hospitalizados. Las complicaciones derivadas de esta enfermedad incluyen neumonía y ataques, y puede ser fatal. La vacuna contra la tos ferina está hecha de bacterias muertas, normalmente administradas como DTap con vacunas para difteria y tétano, en cinco dosis empezando a partir de los 2 meses.

Incluso otra enfermedad seria entre niños pequeños, la Haemophilus influenza tipo b, conocida como Hib, fue por largo tiempo una de las causas de meningitis bacteriana entre niños menores de 5 años. Antes de que se desarrollara la vacuna Hib en los años 80, alrededor de 20,000 se infectaban cada año y hasta 6 por ciento de ellos moría. La vacuna Hib, aplicada en cuatro dosis antes de los 15 meses de edad, redujo el número de casos serios en más de 99 por ciento. En mayo, Investigadores de la Universidad de California en San Francisco informaron que al impedir la inflamación crónica derivada de recurrentes infecciones de Hib, la vacuna también podría reducir el riesgo de leucemia linfoblástica aguda en niños pequeños.